De la comparación entre los gobiernos de Rómulo Betancurt y Nicolás Maduro

Sin pretender ignorar los errores que haya podido cometer el gobierno de Maduro, considero lo más pertinente no magnificarlos en vísperas de elecciones. Quien se asuma revolucionario debe tener sentido de la oportunidad y entender que sus críticas no pueden ser extemporáneas y, menos, coincidir con las formuladas por quienes se hallan al extremo derecho de la acera política. Sin ánimo de polemizar con mi colega Rafael Rodríguez Olmos, no otra cosa se deduce de su artículo titulado: “El más adeco de los gobiernos” publicado el domingo próximo pasado en esta misma tribuna. Sus argumentos nada tienen que envidiar a los esgrimidos por el más recalcitrante enemigo de la izquierda, pese a insistir en mostrarse como presunto revolucionario de buena fe, que no lo es.

Quien tiene la osadía de comparar al gobierno adeco de Rómulo Betancourt con el de Nicolás Maduro en materia de políticas sociales está manipulando todo lo verdaderamente ocurrido entonces. Sin negar que a “esa IV Republica la implosionaron los mimos adecos y copeyanos al conspirar para que el Estado fuese una porquería y un monumento a la incompetencia”, lo cual contribuyo a su muerte, esa no fue exactamente la única razón. En la IV República no hubo gobierno que sistemáticamente no apelara a declarar el Estado de Sitio para arremeter brutal e impunemente contra las manifestaciones pacíficas de los sectores más humildes. Los “demócratas” de la IV República no legalizaron a los partidos Comunista y Movimiento de Izquierda Revolucionaria, amén de que cientos de estudiantes fueron asesinados y desaparecidos por la resucitada “seguridad nacional” del dictador Pérez Jiménez.

En consecuencia, es temerario augurar que la misma suerte correría nuestro proyecto participativo y protagónico, gracias a que se estarían repitiendo las mismas causas de otrora. Quien sostiene que un “revolucionario que no ve los errores de su propia revolución… no es diferente a un monstruo llamado José Pérez Venta al hacer cualquier cosa… suponiendo que está defendiendo la revolución”; sencillamente ha sido cegado por el veneno del odio que exhalan los enemigos de la patria. De quienes solapadamente se ponen al lado de un Álvaro Uribe para acusar al presidente Maduro de odiar a los colombianos, no se puede sospechar otra cosa, sino que ya saltaron la talanquera. En mi último artículo titulado “CNN se quedara con lo crespos hechos” me referí a los positivos resultados de la reunión entre las cancilleres de Colombia y Venezuela que aquel medio audiovisual al servicio del imperio, no esperaba.

Santos en insólita contradicción, se hizo el loco ante lo expresado por su cancillera. Desesperado el gobierno neogranadino acudió a la OEA, solicitando una reunión de cancilleres para debatir el cierre de la frontera. Esperaba un pronunciamiento a su favor. Los argumentos de nuestro embajador en esa instancia dieron al traste con las aspiraciones neogranadinas. Los votos para aprobar tal solicitud, no alcanzaron para complacer semejante pretensión. El problema de quienes, como ha ocurrido en las 20 elecciones menos una, celebradas en la república bolivariana de Venezuela, es que finalmente sus vaticinios se estrellan contra la realidad. Lo expuesto anteriormente ocurre porque el método de las encuestas y los análisis de sus “expertos”, son válidos para vislumbrar un perfil económico del modelo capitalista pero no para un modelo socialista donde el ser humano es el protagonista de la película.

Santos ha anunciado que acudirá a otros organismos internacionales para denunciar los supuestos atropellos sufridos por sus coterráneos en territorio venezolano, pero no hay vídeo que avale tal supuesto. Las denuncias del gobierno colombiano se basan en testimonios de quienes salieron por las mismas trochas que utilizaron para ingresar ilegalmente a nuestro país. Se trata de quienes huyeron ante el temor de verse desenmascarados por delitos como el narcotráfico, el contrabando y el paramilitarismo, sin excluir algunos que llegaron a utilizar menores como pantalla para tales desafueros. Quienes regresaron por las vías legales aseguran no haber sido en ningún momento maltratados y menos los cinco millones y pico que se manifiestan agradecidos de haber encontrado en nuestro territorio lo que se les negó en el suyo. Esto es lo que ocultan los medios de comunicación al servicio del imperio y lamentablemente, con su silencio cómplice, convalidan colegas como el amigo Rodríguez Olmos.

Por las razones expuestas los revolucionarios les pasaremos factura el próximo seis de diciembre.
 

 



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Mauro Briceño Prato


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