Necrofilia política en Venezuela

En la política venezolana influenciada por asesores norteamericanos que han fracasado en su propio país por sus políticas extremistas van ganando territorio fuera de sus fronteras como es el caso de la política violenta incentivada dentro de un sector de la población Venezolana en este caso es lamentablemente una conducta con orientación necrófila en las filas de la oposición en Venezuela, que en vez de tomarse como una enfermedad los afectados creen que es el deber ser y que es una conducta propia de si mismos y nos es mas que el resultado de un resultado de la repetición y propaganda negativa convirtiéndolos en animales violentos, haciéndoles sentir que han sido agredidos constantemente por lo cual son atraídos y fascinada por todo lo que no vive, por todo lo muerto: cadáveres, marchitamiento, heces, basura, todo ello reflejado en comentarios violentos, expresiones por las redes y medios de comunicación, intentos de agitación para agredir a dirigentes, contra instituciones. Se han convertido en necrófilos de la política, son individuos aficionados a hablar de enfermedades, de entierros, de muertes, creen que son los mas educados e inteligentes y que merecen que todo el mundo sea apropiado por su conducta putrefacta. Empiezan a vivir precisamente cuando hablan de la muerte. Sus emociones son esencialmente sentimentales, es decir, alimentan el recuerdo de emociones que tuvieron ayer, o que creen que tuvieron. Sus valores son exactamente lo contrario de los valores que relacionamos con la vida normal: no la vida, sino la muerte los anima y satisface. Es característica del necrófilo político su actitud hacia la fuerza y violencia.

El enamorado de la muerte ama la fuerza inevitablemente. Para él la mayor hazaña del hombre no es dar vida, sino destruirla; el uso de la fuerza no es una acción transitoria que le imponen las circunstancias, es un modo de vida. Esto explica por qué el necrófilo está verdaderamente enamorado de la fuerza. Así como para el enamorado de la vida la polaridad fundamental en el hombre es la que existe entre macho y hembra, para el necrófilo existe otra polaridad muy diferente: la de los que tienen el poder de matar y los que carecen de él. Para él no hay más que dos "sexos": el poderoso y el impotente; los matadores y los muertos. Está enamorado de los matadores y desprecia a los que son muertos. No pocas veces hay que tomar literalmente ese "estar enamorado de los matadores"; son sus objetos de atracción y de fantasías sexuales, aunque menos acentuadamente que en la perversión mencionada arriba, o en la perversión de la necrofagia (deseo de comer cadáveres).

La influencia de hombres como Barack Obama, Mariano Rajoy estriba precisamente en su capacidad para matar y la complacencia en hacerlo. Por eso los aman los necrófilos. De los demás, muchos los temen, y prefieren admirarlos a darse cuenta de su miedo; otros muchos no perciben la calidad necrófila de los líderes y ven en ellos los constructores, los salvadores, los buenos padres. Si los líderes necrófilos no hubieran fingido que eran constructores y protectores, el número de individuos atraídos por ellos apenas habría sido suficiente para ayudarlos a tomar el poder, y el número de los repelidos por ellos probablemente no se tardaría tanto en producir la salida de estos líderes negativos de extrema derecha.

Mientras la vida se caracteriza por el crecimiento de una manera estructurada, funcional, el individuo necrófilo ama todo lo que no crece, todo lo que es mecánico. La persona necrófila es movida por el deseo de convertir lo orgánico en inorgánico, de mirar la vida mecánicamente, como si todas las personas vivientes fuesen cosas. Todos los procesos, sentimientos y pensamientos de vida se transforman en cosas. La memoria, y no la experiencia; tener, y no ser, es lo que cuenta. El individuo necrófilo puede relacionarse con un objeto —una flor o una persona— únicamente si lo posee; en consecuencia, una amenaza a su posesión es una amenaza a él mismo; si pierde la posesión, pierde el contacto con el mundo. Por eso encontramos la paradójica reacción de que más bien perdería la vida que la posesión, aun cuando al perder la vida el que posee deja de existir. Ama el control, y en el acto de controlar mata la vida. Se siente profundamente temeroso ante la vida, porque por su misma naturaleza es desordenada e incontrolable.

Esta conducta enferma va calando en la vida política venezolana generando violencia, el uso de la fuerza física o psicológica contra una persona o grupos de ellas, o en atentados contra líderes con discursos de vida y paz. Los motivos por los que se ejerce la violencia son muchos: obtener un rédito económico por ejercer esta violencia contra el estado, satisfacer una sed venganza contra líderes que no conocen, dominar la voluntad de otro, expresión de un sentimiento de ira y desequilibrio mental. La violencia política obedece a un motivo específico, y es el de dirigirse contra los opositores ideológicos, ya sea para que se abstengan de dirigirse contra el sistema o exterminarlos, o atentar contra la política imperante.

Este comportamiento que pasa por encima de toda educación, normas de convivencia, urbanidad, humanidad no puede ni debe ser aceptado en nuestra sociedad por que nos trae resultados catastróficos como por ejemplo el caso del dólar paralelo manipulado por banqueros prófugos desde Miami, bajar la producción de rubros, aumento de precios constantemente por parte del comerciante privado sin ningún motivo en fin una guerra económica, cualquier otro medio para generar anarquía en el estado causando daños a toda la población, buscando caminos violentos y cortos a los democráticos. Debe ser detectada y repudiada esta política necrófila y violenta en Venezuela.



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