Trabajo- Mercancía y el problema de fondo

Quiero empezar definiendo ¿qué es un principio? con el apoyo de un diccionario, para mayor comprensión del tema, ¡el trabajo no es una mercancía!; “Un principio es una ley o regla que se cumple o debe seguirse con cierto propósito, como consecuencia necesaria de algo. Las leyes naturales son ejemplos de principios físicos, en matemáticas, lingüística, algoritmia y otros campos, también existen principios necesarios o que se cumplen sin más o que deberían cumplirse si se pretende tener cierto estado de hechos”.

Todo esto lo expreso a propósito de la conferencia internacional del trabajo, que se llevara a efecto y que estará organizada por la organización internacional del trabajo (OIT) en el mes de junio en ginebra, donde se discutirá lo presupuestario y la programación política, como línea de acción en defensa del trabajo a nivel internacional, es propicia la oportunidad, para citar el contenido de principio de la declaración de filadelfia., cuando define formalmente, con el  positivismo ideológico más sublime, ¡que el trabajo no es una mercancía!.

       Este encuentro declaro lo siguiente: “esta reunión, adopta el día diez de mayo de 1944, la presente Declaración de los fines y objetivos de la Organización Internacional del Trabajo y de los principios que debieran inspirar la política de sus Miembros.

I. La Conferencia reafirma los principios fundamentales sobre los cuales está basada la Organización y, en especial, Los siguientes:

(a) el trabajo no es una mercancía;

(b) La libertad de expresión y de asociación es esencial para el progreso constante;

(c) La pobreza, en cualquier lugar, constituye un peligro para la prosperidad de todos;

(d) La lucha contra la necesidad debe proseguirse con incesante energía dentro de cada nación y mediante un Esfuerzo internacional continuo y concertado, en el cual los representantes de los trabajadores y de los Empleadores, colaborando en un pie de igualdad con los representantes de los gobiernos, participen en Discusiones libres y en decisiones de carácter democrático, a fin de promover el bienestar común”.

La primera impresión que me causa esta declaración de Filadelfia donde participan todas las centrales de trabajadores de Venezuela, sobre todas las de carácter socialista, es que quieran construir el socialismo, con la ayuda del sector empresarial o de los gobiernos de derecha del hemisferio y lo que es más, desde 1944 hasta nuestros días, se ha enarbolados estos principios, omitiendo de manera espontánea, la contradicción entre el capital y el trabajo, caracterizado por el fetichismo de la mercancía, cuyo estudio deben necesariamente conducirnos a estadios del debate superiores , atendiendo al principio de la ley  de la contradicción, que toda realidad, lleva implícita su contrario, es por ello, que a continuación, trataremos de profundizar el análisis crítico sobre el trabajo y su contradicción fundamental con el capital, donde develaremos el contenido reformista pequeño burgués y oportunista, de dicha declaración, que se regodea en la forma y apariencia de las cosas, dejando oculto la sustancia y esencia como sujeto real de esta declaración,  Carlos Marx, decía “ todo hecho social tiene una apariencia formal empírica, pero la sustancia y esencial real de las cosas permanece oculta”, es necesario entonces que develemos lo oculto, para ello, vamos a continuar el análisis crítico, sobre dos cosas fundamentales el salario y el fetichismo de la mercancía.

     En el capítulo XIX, sección sexta del capital de Carlos Marx, referente al salario, es conveniente para nuestro análisis observar algunas cosas, con relación al trabajo asalariado, el cual nos permitirá desglosar el principio enarbolado por la organización internacional del trabajo (OIT).

 Lo primero que debemos comprender es “que el salario no es el precio del trabajo, sino de la fuerza de trabajo; la forma salario oculta la relación verdadera entre el capital y el trabajo”, esta frase encierra lo que los marxistas denominamos en la economía política, como el misticismo del capital, sin el cual es imposible descubrir la sustancia y esencia de esta relación y su impostergable erradicación, para que pueda tener sentido esa hueca expresión de principio de la OIT.

 Por otro lado, “«El salario no es la parte del obrero en la mercancía por él producida, El salario es la parte de la mercancía ya existente, con la que el capitalista compra una determinada cantidad de fuerza de trabajo productiva», el problema del formalismo burgués, que expresa la institucionalidad burguesa, como es el caso de OIT, es que hace análisis superficiales de la sociedad, los cuales conducen a la creencia, por ese positivismo acrítico, que cercena la participación y el protagonismo de los trabajadores en la toma  decisiones y en la elaboración de una política realmente revolucionaria; que el salario del trabajador es la retribución del trabajo, cosa que no es así; pero que enseñamos y creemos; Marx aclara esta ambigüedad, “cuando se paga cierta cantidad de dinero, por otra cantidad de trabajo, estamos comprando fuerza de trabajo, la cual, en el sistema capitalista, está considerado de forma y de fondo, como una mercancía, cuyo precio corriente  aumenta o disminuye por su valor”. 

   Entre la economía política marxista se establece, que el valor representa, el trabajo gastado socialmente en la producción de una mercancía, es por ello, que la forma de medir el valor de una mercancía, es proporcional a la cantidad de trabajo que contiene. Ahora bien, como determinamos, ¿el valor de ocho horas de trabajo?, atendiendo a la teoría del valor, indudablemente, cualquiera respondería, por las ocho horas de trabajo que contiene, lo cual carece de sentido, si analizamos esta pregunta,  basado en la teoría capitalista del costo de producción, lo que viene a  desenmascarar al formalismo burgués, conciliador y reformista, que en la retórica verbal, afirman que el trabajo no es mercancía, pero que en la práctica lo aceptan y conviven con él, Lenin decía, “ sin teoría revolucionaria no habrá practica revolucionaria”, lo que resuelve esta contradicción y desplaza el velo de la deficiencia ideológica, es comprender, que la existencia del sistema capitalista, se sustenta, en el misticismo del capital, consistente en ocultar la relación verdadera entre el capital y el trabajo, para que el valor de las ocho horas de trabajo, sean las ocho horas de trabajo, el trabajo tiene que existir de antemano como mercancía, porque de otra forma, el trabajo queda diluido en la abstracción vacía de contenido, denominada fetichismo del capital, el cual se abroga místicamente, la fuerza de trabajo, por eso el capitalista dice que el capital produce, sustituyéndolo en segunda instancia  por la palabra salario, concretándose de esta forma la inversión sujeto predicado, donde la idea, el salario, es el sujeto y el obrero sujeto real, sustancia y esencia  de la relación de producción, es el predicado del predicado de la palabra trabajo.  Concepción filosófica acuñada por Carlos Marx en su obra, critica a  la filosofía del derecho de Hegel.

La fuerza de trabajo es, pues, una mercancía que su propietario, el obrero asalariado, vende al capital. ¿Para qué la vende? Para vivir. Ahora bien, la fuerza de trabajo en acción, el trabajo mismo, es la propia actividad vital del obrero, la manifestación misma de su vida.

Y esta actividad vital tiene que venderla a otro para asegurarse los medios de vida necesarios. Es decir, que su actividad vital no es para él más que un medio para poder existir. Trabaja para vivir. El obrero ni siquiera considera el trabajo parte de su vida: para él es más bien un sacrificio de su vida. Es una mercancía que ha adjudicado a un tercero. Por espacio de ocho horas al día, Al contrario. Para él, la vida comienza allí donde terminan estas actividades.

 El capitalismo regresa a su capital circulante, siempre que, la acumulación de capital sea, con predominio industrial y rentista, política esta que se adelanta en Venezuela, con el argumento de la paz, la fuerza de trabajo es una mercancía que se compra y se vende, para producir bienes de consumo, que al cambiarlo parte del valor, se  convierte nuevamente en capital circulante. Y esta es su ecuación:

Dinero= mercancía = fuerza de trabajo + medios de producción + plusvalía= mercancía =  dinero +  ganancias.

Para el capitalismo la fuerza de trabajo es una mercancía. Necesario es entonces, para la clase obrera suprimir la lógica del capital.

EL FETICHISMO DE LA MERCANCIA.

El fetichismo de la mercancía es un concepto creado por Karl Marx en su obra El Capital que designa el fenómeno social/psicológico, donde SE PRODUCEN VENERACION DE OBJETOS, ES DE RESALTAR QUE EL TERMINO “FETICHISMO” FUE PROPUESTO POR EL HISTORIADOR FRANCES CHARLES DE BROSSES. EL FETICHISMO APARECE POR EL DESCONOCIMIENTO DE LA ESENCIA DE LOS OBJETOS MATERIALES Y SU RELACION REAL. Es decir que a veces nosotros, somos instrumento ciego de nuestra propia destrucción.

En el libro de Lennin: “Materialismo y Empiriocriticismo”, realiza una definición de la materia, que citare a continuación.

 “Materia es, la multiplicidad infinita de todos los fenómenos, objetos y sistemas existentes, es el sustrato de todas las diversas propiedades, relaciones, interacciones y formas del movimiento”.

 Esta definición de Lennin, nos permite ubicarnos con relación a la mercancía y al fetichismo, como fenómeno, que se genera en su intercambio y circulación de la materia, por otro lado, el diccionario filosófico soviético, dice:

“es una representación tergiversada, falsa e ilusoria del hombre acerca de las cosas”, caracterizándose allí, el aspecto psicológico del fetichismo, cuando el intercambio, no es entre individuos, sino entre cosas, (mercancías); la misma surge cuando impera el régimen de la producción de mercancía, basado en la propiedad privada SOBRE LOS MEDIOS DE PRODUCCION.

CARLOS MARX, en su obra del capital, deja claro, de manera objetiva, en que consiste el fetichismo de la mercancía, “Desde luego el fetichismo de la mercancía se explica por el hecho de que los vínculos de producción entre los individuos, no se establecen de manera directa, sino a través de intercambio de cosas en el mercado, a través de compras y ventas de mercancía, indudablemente, que las mercancías creadas por los hombres empiezan, en apariencias a dominar sobre los propios hombres, el intercambio de la mercancía, este movimiento espontáneo de las cosas, constituye la base objetiva del fetichismo de la mercancía, pero el fetichismo de la mercancía tiene un fundamento subjetivo, que tiene que ver con la idea ilusoria de que las cosas mismas, la mercancía, por su propia naturaleza, poseen ciertas propiedades misteriosas, que en realidad no poseen”.

Lenin establece, en su obra empiriocristicismo, una condición “cuando más compleja es la materia, tanto más distinta y diferenciada son sus conexiones y propiedades”, queda claramente demostrado que la sustancia y esencia de las cosas que permanecen oculta tiene su justificación tanto objetiva como subjetiva y es por ello, que se vuelve complejo la comprensión del fondo de la contradicción entre el trabajo y el capital y la lucha ideológica se convierte en un enunciado empírico - funcionalista, es la razón por la cual se puede sostener un principio como el “trabajo no es mercancía” sin una existencia real.

Lenin establece, en su obra empiriocristicismo, “que en el nivel más alto de la complejidad al que corresponde la aparición de los seres racionales, algunas de las propiedades de la materia, como por ejemplo la conciencia, parecen tan insólitas, tan distintas de la materia, que a primera vista se nos ofrecen como algo totalmente desligado de ella”, es por ello que Karl Marx sostiene que el fetichismo de la mercancía, es el producto de una conciencia falsa, que se genera producto de la relación de producción capitalista, que oculta la verdadera situación real en la intercambio de mercancía, donde la misma deja de ser un producto del proceso social del trabajo, para convertirse en un producto de propiedad individual,  materializándose, la subordinación del trabajo al capital, la explotación de la clase obrera y la división social del trabajo. 

En este sentido, señalo Lenin, en su obra empiriocristicismo, “que la conciencia del hombre no solo refleja el mundo objetivo, sino que también lo crea”.

La participación de los cuadros políticos de la Revolución, en la Conferencia Internacional del Trabajo, que realizará la Organización Internacional del Trabajo (OIT), debe crear las condiciones subjetivas y objetivas, para dar el salto político de suprimir la lógica del Capital, como forma de emancipación política y económica de la Clase Obrera, desde luego, para ello, necesitamos de una poderosa teoría revolucionaria que conjugue las particularidades de conexión e interconexión de nuestra lucha política, mediantes las cuales nos permitan, superar el modo de producción capitalista, determinando así el salto cualitativo, que pasa por determinar un verdadero movimiento sindical internacional clasista, divorciado de la institucionalidad burguesa, que nos permita romper con las tradiciones y costumbres del dogmatismo y el sectarismo de los poderes constituidos, creando, las herramientas, para la participación y el protagonismo del pueblo trabajador, en la elaboración de los cambios necesarios, para la construcción de la patria socialista.

  

rojasjgg@hotmail.com

 

 

 



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