Murió Roberto Hernández, el comunista chavista y unitario

Crecí entre comunistas que nacieron a principios del siglo pasado, menciono tres de los más respetables y con quienes compartí muchos años: Pedro Ortega Díaz, Jerónimo Carrera Damas y Roberto Hernandez Wohnsiedler. Fueron tres instituciones diversas dentro del Marxismo Leninismo en Venezuela. 
 
Este último acaba de fallecer, deja un ejemplo respetable entre quienes lo conocimos y trabajamos con él. Lo acompañé en su última etapa cuando fue Ministro del Trabajo en 2008-2009 y depositó en mi su confianza al designarme el Consultor Jurídico más joven (28 años) que ha tenido ese ministerio. 
 
Fue un intelectual fiel a sus posiciones. La mayoria de sus criterios los compartí. Tanto cuando militabamos dentro del Partido Comunista de Venezuela como cuando abandonamos esa organización por la mala política divisionista y paralelusmo electoral del PCV contra Hugo Chávez en 2006-2007, tiempo donde nuestro comandante eterno hacía un llamado a la necesaria unificación de todas las izquierdas pero ciertas cúpulas pseudorevolucionarias se negaron a unirse a fin de conservar privilegios y prebendas. 
 
Roberto fue ese tipo de hombre capaz de defender sus ideas en circunstancias adversas y pagar el precio de ello. Dentro del PCV se opuso a el ignominioso pacto electoral con Rafael Caldera a riesgo de ser luego perseguido y ajusticuado estatutariamente por el cogollo social reformista que controlaba al Gallo Rojo. 
 
Al final se materializó aquella vergonzosa entrega del PCV al co-autor del pacto de Puntofijista, Caldera, pero para los jóvenenes comunistas y anti-calderistas de 1993-1994 Roberto se convirtió en nuestra referencia de rebeldía. Fue para nosotros como el Muhammad Ali que se oponía a la Guerra de Vietnam y sufría la difamación del Imperio como represalia, en este caso el imperialismo lo representaba el oportunista buro político del PCV, de cuya responsabilidad política sólo podría yo exonerar a Pedro Ortega Díaz, un apóstol que jamás aspiró a cargo burocrático pero que delegó en sus discípulos ambiciosos muchas delicadas responsabilidades.
 
Esa corriente calderista que luego se mimetizó en anti-chavista montó emboscada a todos quienes representabamos la izquierda dentro de la izquierda en el PCV y exigiamos la unidad con Chávez para fundar el PSUV con todos los revolucionarios. Por eso Roberto Hernadez, Carlos Del Vecchio, Euro Faria, Jesús German Faria, varios otros, y años después quien suscribe, emigramos como marxistas al PSUV para unitariamente ser más útiles a Chávez y a la Revolución Bolivariana.
 
Como anécdota final de este brillante pensador revolucionario rescató dos momentos. Uno fue cuando era Ministro y en reunión de viceministros y directores discutíamos acaloradamente sobre cómo atender a los delegados de prevención que actúan contra accidentes laborales. Le dije: "son pocos delegados pero cada uno de ellos es la garantía de evitar siniestros que pueden costar la vida de miles y millones en industrias". Roberto, con gran sensibilidad social me respondió: "Silva, así fuera uno sólo hay que protegerlos". 
 
La última anécdota fue cuando nos reunió para anunciar que entregaba el cargo de Ministro del Trabajo. Allí nos habló de las muchas veces que tuvo que renunciar a posiciones ventajosas o privilegiadas en aras de preservar sus convicciones. Entonces dijo: "Hay momentos en que los revolucionarios debemos saber quedarnos solos".
 
Roberto deja un legado de socialismo modernizafo para el siglo XXI, de intransigencia frente a pactos contrarrevolucionarios, de amplitud y visión clara hacia las alianzas correctas, de una interpretación dialéctica del marxismo conforme a las nuevas épocas y necesidades, del rechazo al dogma y la ortodoxia de la vieja izquierda aislacionista. Ha sido el único hombre marxista leninista en ocupar el cargo de ministro en Venezuela. Es un comunista de los de antes. Defensor de los presos políticos y guerrilleros de los años 60 y 70 del siglo XX, entre ellos mi padre Jesús Manuel Silva Alfonso quien le profesaba un gran afecto.   Marxistas así ya hoy quedan muy pocos.
 
Unos dirán que porque fue un abogado dedicado a su bufete fue un pequeño burgués y no un dirigente obrero. Pero ojalá muchos pequeño burgueses con disfraz de proletarios que vegetan al frente de partidos de izquierda fueran la mitad de revolucionarios de lo que fue el testarudo y valeroso colega Roberto Hernández Wohnsiedler. 
 
A mi amiga Taynem, hija de Roberto, y a toda la familia, mis sentidas gracias por acompañar a este gran hombre que hoy sigue inspirando nuestras luchas por una sociedad sin clases.
 
Larga vida a Roberto
Larga vida a la unidad de los revolucionarios.


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Jesús Silva R.

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

 jesussilva2001@gmail.com      @Jesus_Silva_R

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