Ante la Crisis proponen declarar “Emergencia Revolucionaria”

Un grupo de revolucionarios y revolucionarias realizaron un documento político económico, donde evalúan la magnitud de la crisis económica y formularon aportes como superarla como parte de los trabajos permanentes para el debate y así entender los diversos escenarios, sus complejidades y hacia donde apunta la actual gestión gubernamental.

Consideran que uno de los principales males que debe atacar el gobierno del presidente Nicolás Maduro es la corrupción, y la Asamblea Nacional debería aprobar leyes ejemplarizantes para frenar este flagelo.

Las luchas internas dentro del Chavismo las visualizan como falta de un liderazgo político colectivo, y esto entorpece la necesidad de asumir la crisis económica en toda su intensidad. “Ello significa la toma de medidas que determinan eso que llamamos situación de Emergencia Revolucionaria, para permitir, entre otras cosas la estabilización de las variables macroeconómicas y macrosociales en el corto y mediano plazo.” Parte del documento que circula en los medios digitales y redes sociales.

Durante el desarrollo del amplio documento exponen la caracterización de la crisis “la crisis estructural del capital, el colapso rentístico, y la intermitente crisis de hegemonía” según estos tres elementos se alimentan mutuamente y sirven de caldo de cultivo para que el imperio norteamericano avance en sus pretensiones de dominación y aislamiento de Venezuela, “sumado a una ofensiva poderosa de cerco financiero, a una profunda escasez de divisas y a otros fenómenos internos como desabastecimiento, inflación, recesión, corrupción e inseguridad, constituye un magnífico caldo de cultivo para que la oposición fascista venezolana trate continuamente de desestabilizar a través de diferentes mecanismos como la guarimba, el intento de golpe de Estado, la movilización internacional contra el gobierno bolivariano, con la asistencia de los grandes intereses mediáticos nacionales y extranjeros. Todo ello debe ser visto sin dejar de lado los efectos sobre las elecciones de este año 2015”.

 

A continuación texto completo.

EMERGENCIA REVOLUCIONARIA.

Después del triunfo del Comandante Chávez en las elecciones del 7 de octubre de 2012, y en medio del progresivo deterioro, cada vez más evidente, de su salud al menos desde inicios del año 2011, y con los eventos que condujeron posteriormente a su fallecimiento el 5 de marzo de 2013, la sociedad venezolana ha vivido la concurrencia de varios fenómenos, tanto de carácter estructural como coyuntural, que definen lo que ocurre y continúa ocurriendo a lo largo del año 2015. Una situación que cada día se hace más y más compleja que obliga a tener plena conciencia de los riesgos que se corren, de los problemas sin resolver, los retos que comporta el proceso bolivariano y los desafíos presentes, si de lo que se trata es de consolidar y profundizar la experiencia que nace a partir de la llegada al gobierno del Comandante Chávez en febrero de 1999.

Visión de largo alcance junto a medidas que se deben tomar en el hoy y aquí, son elementos necesarios para preservar esta experiencia de construcción bolivariana. En tal dirección se presenta a continuación un conjunto de elementos para que sean sometidos al escrutinio público, y al simultáneo análisis de las fuerzas que luchan por el mantenimiento y profundización de esta experiencia histórica singular.

Lucha de clases y socialismo hoy

Para poder comprender el metabolismo actual del capital, debe incorporarse al análisis, además del proceso de acumulación del capital, la otra cara de la moneda en cuanto a la desacumulación en los países como se les llame, subdesarrollados, dependientes, coloniales, de la periferia, en conceptos todos que tratan de alguna manera de observar ese lado complementario de la totalidad del sistema capitalista, no solamente visto en el espacio geográfico, sino también en su hilo histórico, de allí la necesidad de observar la exportación de capitales, las inversiones directas, el control de los recursos naturales desde los de origen bioquímico a los minerales, y el dominio sobre el territorio y el ambiente, incluyendo las fuentes de agua y la biodiversidad.

La lucha de clases a nivel del capitalismo “desarrollado” y su alter ego al interior de la realidad concreta de países como Venezuela, son las dos caras de una misma moneda. Si el capitalismo, para poder subsistir, requiere de lo que ocurre en el otro lado de la moneda, postulamos igualmente que las luchas internas de clase en el caso específico de Venezuela requieren igualmente de las luchas que se dan a nivel internacional en el mundo capitalista llamado desarrollado, para no mencionar lo que ocurre en el ámbito de aquellos países que se proclaman en transición hacia el socialismo en cualquiera de sus modalidades en sus formaciones sociales, tal es el caso de Cuba, Vietnam y China, para mencionar solamente algunos ejemplos.

En el caso venezolano, particularmente en lo que viene ocurriendo en las últimas cuatro décadas que cubren la parte final de la Cuarta República y los tres lustros largos del proceso bolivariano, la estructura interna de los sectores sociales plantea, de manera necesaria, una dependencia tanto para la burguesía parasitaria que ha existido en el país y que ha vivido y vive a costillas de la renta, como para el sector de los trabajadores que se ha beneficiado de dicha renta, de una manera sustancial desde 1999, con una distribución en ese lapso que alcanza cifras cercanas a los setecientos mil millones de dólares, sin dejar de lado a la burguesía que también ha sido beneficiada con cifras que pudieran alcanzar a la mitad de lo anteriormente mencionado; en una proporción cercana al 2 a 1 a favor del sector de los trabajadores y del pueblo en general. Esto ha acelerado el proceso de movilización social y debe ser considerado al examinar más en detalle la disposición de las fuerzas en juego, por parte de quienes apoyan con diferente intensidad la constitución de un nuevo bloque hegemónico para la construcción de una sociedad socialista posible, y donde, evidentemente, deben estar incluidos los pequeños y medianos productores del campo y la ciudad, todo ello en fase de constitución y conformación pero para nada consolidado, en un equilibrio inestable debido a la agudización de la crisis de hegemonía que vive Venezuela en la actualidad.

Burguesía venezolana.

Así como, en su momento, en Europa surgió la pregunta de si era posible una revolución burguesa en Alemania al estilo de lo que ocurría en Francia o en Inglaterra, la diferencia se encontraba en que allí la burguesía provenía de una clase propietaria terrateniente, conservadora, prusiana, autoritaria y no era revolucionaria. Trasladando esa pregunta al caso venezolano, en nuestro caso se trata de la existencia de una burguesía parásita, importadora, consular y pitiyanqui. Todo ello como producto del modelo primario exportador que se inicia en Venezuela con la explotación petrolera en los inicios del Siglo XX, modelo que ha continuado a partir de allí y que se mantiene en la actualidad, luego de pasados tres lustros de este Siglo XXI y el inicio del gobierno bolivariano en diciembre de 1998.

Proletariado venezolano

A partir de la explotación petrolera en Venezuela se comienza a conformar un proletariado petrolero que tiene su propia historia, y que luego es cooptado a través de los mecanismos de la socialdemocracia, Acción Democrática en particular, con la CTV, hasta la finalización de la Cuarta República (IV-R) en diciembre de 1998. El aparato público que nace en la IV-R, se mantiene intacto, e incluso incrementa, en la Quinta República (V-R), producto de la desintegración social e institucional del aparato del Estado que vive de la renta petrolera sin una modernización de su régimen fiscal llegando a constituir una burocracia estatal de aproximadamente 2,5 millones de personas, casi el 20% de la población económicamente activa, que viven igualmente de la renta petrolera, del rentismo como modelo político social burocratizado, clientelar, difuso, conservador, apático e ineficiente.

Transición venezolana

La sociedad venezolana vive desde hace unas tres décadas una transición que parte del señalado colapso del capitalismo rentístico, cuyo origen precisamente se inicia a finales de los años setenta e inicios de los años ochenta, según la tesis sostenida por importantes estudiosos del tema, colapso que se muestra de manera agónica por el tiempo de su duración, y que ha continuado todos estos años, manifestándose en una Crisis de hegemonía intermitente, como aquella donde los sectores que intentan ejercerla no son capaces de dominar e imponérsela a sus enemigos políticos, ni tampoco convencer a quienes son sus aliados políticos y sociales.

La agonía del colapso del capitalismo rentístico, y la crisis de hegemonía intermitente, son dos de los fenómenos que acompañan la transición venezolana durante estas tres décadas, en un desequilibrio socio político que no es capaz de resolver ni presentar una opción al colapso que se vive, ni una propuesta ni una acción que se convierta en hegemónica con un bloque histórico que sea capaz de conducir ese tránsito hacia un modelo de acumulación y de desarrollo diferentes.

Aunque el colapso del capitalismo rentístico ni prefigura ni saluda una etapa posterior, como bien ha sido planteado, sí resulta conveniente y necesario el analizar opciones de futuro a modo de hipótesis, como escenarios que además de ser posibles, tendrán cada uno de ellos una probabilidad de ocurrencia determinada, estimadas ellas de modo subjetivo, y sustentadas en una argumentación y premisas específicas.

Señalamos acá el fenómeno de la crisis hegemónica dentro de lo que han sido y siguen siendo los arreglos sociopolíticos que se han observado en estas tres décadas, cuyo desarrollo y destino, de acuerdo a una específica relación de fuerzas, podrá terminar: en la prolongación de la agonía por un tiempo difícilmente previsible, o en su culminación como desestructuración de los modelos todavía vigentes de acumulación y desarrollo, o moviéndose la balanza y la correlación de fuerzas hacia una situación intermedia, producto de la dinámica que surja en la tendencia del desarrollo de la economía nacional y global y el aparato productivo nacional en cuanto a la captación de la renta internacional del petróleo y, en fin de cuentas, en la lucha de clases que tiene, como fin inmediato, la apropiación de dicha renta y su distribución entre el capital y el trabajo, en la continuación de la acumulación capitalista que se ve entrabada por el fenómeno del colapso del modelo rentístico o por los cambios en el bloque hegemónico y las fuerzas sociales y económicas que lo sostienen.

Asumir la crisis construyendo el socialismo viable

Los dos fenómenos concurrentes internos ya mencionados, por un lado el colapso del capitalismo rentístico y por el otro, la crisis de hegemonía intermitente, coinciden, además, en el ámbito de la crisis estructural global de la lógica del metabolismo del capital como ha sido planteada desde hace un tiempo por diferentes autores.

La crisis de hegemonía se vino incubando con el agotamiento del régimen de la Cuarta República, iniciado en enero de 1958 con la derrota de la dictadura militar de Pérez Jiménez y el establecimiento de la “democracia representativa” con el Pacto de Nueva York o Pacto de Punto Fijo. La casi inmediata insurrección popular y militar sostenida durante los años sesenta y setenta, la irrupción de la rebelión popular de febrero de 1989 con el llamado Caracazo, y las rebeliones militares de 1992, significaron el resquebrajamiento del régimen puntofijista, el cual se vio confrontado al no tener una salida política ni económica viable ante instalación de los dos fenómenos anteriormente expresados, el colapso del sistema rentista y la crisis de hegemonía.

Con el triunfo en las elecciones de diciembre de 1998 y la consecuente instalación del gobierno bolivariano presidido por el Comandante Chávez, se pudo mitigar, en parte, la crisis de hegemonía que terminó con los gobiernos del Pacto de Punto Fijo. La política social incluyente y la mencionada distribución mayoritaria de la renta petrolera, permitieron, bajo el liderazgo del Comandante Chávez, mantenerla bajo cierto control. Lamentablemente la enfermedad que él tuvo que sufrir de manera notoria a partir del año 2011, el desgaste ocurrido hasta el momento en que se celebraron las nuevas elecciones presidenciales el 7 de octubre de 2012, y su posterior fallecimiento el 5 de marzo de 2013, han facilitado la agudización de la crisis de hegemonía, mientras que otro tanto ocurre con el modelo rentista cuya crisis se refuerza con la de financiarización del mundo capitalista. En el año 2008 se produjo una baja significativa de los precios petroleros, de unos 140 a 40 dólares el barril, en menos de seis meses. El haber asumido y enfrentado la crisis en el año 2009 dio un respiro al gobierno bolivariano hasta las elecciones del 7 de octubre de 2012. La situación se repitió, recurrentemente, en el año 2014, hasta nuestros días, pero sin que se hubiese producido una respuesta adecuada a la nueva, aunque repetida, realidad.

Luego de la desaparición física del Comandante Chávez y del triunfo electoral del 14 de abril de 2013, concurren con mucha mayor fuerza tanto la ofensiva del gobierno de los Estados Unidos (USA) por aislar externamente al gobierno bolivariano, como la desestabilización interna de quienes se oponen al mismo y además, ante la inexistencia de un liderazgo político colectivo que cubra la ausencia definitiva del Comandante Chávez, se ha hecho palpable, con una alta intensidad, de nuevo, la crisis de hegemonía que viene sufriendo el país: paralización en la toma de decisiones que debieron asumirse a partir del 7 de octubre del 2012 y su reemplazo por anuncios que nunca se concretan.

La situación se agrava al otorgar el Congreso de USA al presidente Obama poderes especiales para cualquier tipo de medidas contra Venezuela, creando nuevas amenazas y poniendo aún más de relieve la ausencia de ese liderazgo político colectivo por parte del proceso bolivariano, aunado al deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de la población venezolana producto de los problemas de escasez de bienes y servicios de primera necesidad, al alto componente inflacionario, a la recesión productiva y a los problemas generalizados de inseguridad.

Durante estos tres lustros del proceso bolivariano que se inició en 1999, se planteó la posibilidad de construir un modelo de acumulación de tipo intermedio, donde la recuperación del control por parte del Estado de la industria de los hidrocarburos, y el pago de la deuda social acumulada fueron las premisas básicas en dicho diseño.1

La utilización de la metáfora ¨pantano histórico¨ de acuerdo con un importante estudioso latinoamericano, como forma de ilustración de la situación venezolana, va en la dirección de la crisis de hegemonía que subsiste en la actualidad, y en la aplicación de la tesis sobre el colapso del capitalismo rentístico. El gobierno bolivariano no ha sido capaz de someter a sus adversarios. Tampoco puede convencer a sus aliados y conformar un bloque histórico capaz de consolidar y profundizar lo que se ha avanzado en el campo social a partir de la política de distribución de la renta proveniente de los hidrocarburos, y sustituir el modelo de acumulación rentista por uno de carácter productivo, como el señalado en la Agenda Alternativa Bolivariana, en términos de avances sociales y políticos, con una definida orientación hacia una sociedad socialista, que concentre los medios de producción fundamentales en manos colectivas, y libere la fuerza de trabajo de la extracción capitalista del plustrabajo.

Emergencia Revolucionaria

La situación que vive el proceso revolucionario venezolano en la actualidad ya bien entrado el tercer lustro del nuevo siglo y del tercer milenio, la definimos como de una emergencia revolucionaria. ¿Pero qué significado tiene esta expresión de tanta carga?

Esta definición es la respuesta revolucionaria a la situación caracterizada por la concurrencia simultánea de, en primer lugar, la crisis estructural del capital que viene afectando a todo el globo terráqueo desde hace varias décadas. Y, en segundo lugar, de la profundización del Colapso rentístico venezolano, fenómeno que marca su rumbo desde las últimas décadas del Siglo XX con consecuencias notables sobre el modo de acumulación que ha prevalecido en el país en prácticamente un siglo desde la explotación intensiva de los hidrocarburos, pero que ha sufrido un quiebre en su devenir histórico.

Tres elementos que se alimentan mutuamente: la crisis estructural del capital, el colapso rentístico, y la intermitente crisis de hegemonía, coinciden y son aprovechados para la ofensiva decretada por el gobierno de USA con base en el otorgamiento de poderes especiales al Presidente Obama al declarar el peligro que significa Venezuela para su país. Esto, que no es más que el resultado de una política sostenida por ese gobierno en contra de Venezuela para aislarnos internacionalmente, sumado a una ofensiva poderosa de cerco financiero, a una profunda escasez de divisas y a otros fenómenos internos como desabastecimiento, inflación, recesión, corrupción e inseguridad, constituye un magnífico caldo de cultivo para que la oposición fascista venezolana trate continuamente de desestabilizar a través de diferentes mecanismos como la guarimba, el intento de golpe de Estado, la movilización internacional contra el gobierno bolivariano, con la asistencia de los grandes intereses mediáticos nacionales y extranjeros. Todo ello debe ser visto sin dejar de lado los efectos sobre las elecciones de este año 2015.

A la falta de un liderazgo político colectivo y la correspondiente lucha interna desde diferentes posiciones dentro del proceso bolivariano, se une la necesidad de asumir la crisis económica en toda su intensidad. Ello significa la toma de medidas que determinan eso que llamamos situación de Emergencia Revolucionaria, para permitir, entre otras cosas la estabilización de las variables macroeconómicas y macrosociales en el corto y mediano plazo.

La situación de Emergencia Revolucionaria permitirá estabilizar el aparato productivo, redimensionar y poder mantener las políticas sociales incluyentes iniciadas en febrero de 1999, la reestructuración del aparato del Estado venezolano, la redefinición del campo internacional con base en el cuadro de fuerzas y la geoestrategia internacional que más favorezca al país.

La consolidación de los avances alcanzados en estos tres lustros del proceso bolivariano, y la radicalización de la política orientada a la construcción de una sociedad socialista posible, con un bloque hegemónico basado en la unidad del pueblo y la FANB, será capaz de detener la ofensiva del gobierno de USA así como la continua desestabilización por parte de los sectores más reaccionarios de la oposición política venezolana. Es fundamental para ello la redefinición tanto del modelo de desarrollo, como el modelo de acumulación y la incorporación consciente de la base popular, politizada, organizada y activa, la cual no debe perder la iniciativa política, social y económica en ningún momento.

La situación internacional

El panorama internacional tiene grandes complejidades que, entre otras cosas, se alimentan de la crisis estructural del capitalismo y la necesidad de sobrevivencia de los grupos de poder internacional, con vinculaciones de diferente tipo con grupos económicos de nuestros países que ejercen poder real de enormes proporciones.

Coyunturalmente, la situación mencionada se presenta acompañada por una realidad internacional, en el ámbito latinoamericano-caribeño, que representa retos importantes que hacen todavía más complejo el desarrollo de tal crisis estructural. Obviamente nos referimos al diseño del Comandante Chávez de una estrategia defensiva de desarrollo de aliados y grupos de aliados a lo externo la cual, combinada a lo interno con la extraordinaria labor pedagógica y de desarrollo de la conciencia política de nuestro pueblo llevada a cabo por Hugo Chávez, así como la asignación de recursos muy importantes en función de la búsqueda de los equilibrios macrosociales, ha hecho posible que se produjera una respuesta ejemplar ante la pretendida agresión del imperio. Hoy podemos afirmar que las enseñanzas de Chávez (y también las de Fidel) produjeron al imperio, y particularmente a la actual administración Obama, una derrota políticamente importante en la Cumbre de Panamá.

Sin embargo, la situación se presenta muy difícil para el proceso revolucionario. Lo que pudiéramos calificar como “efecto Obama”, consistente en la compactación ante la amenaza, en torno a nuestro gobierno, de amplios sectores especialmente nacionales, no se puede garantizar en un plazo tan largo como el que debe transcurrir hasta las elecciones parlamentarias, habida cuenta de las enormes dificultades económico-financieras por las que atraviesa Venezuela: dificultades que inciden abrumadoramente, como ya fue mencionado, en la calidad de vida de los venezolanos.

Esta delicada situación tiene un doble origen. Por un lado la real situación de depresión de los precios petroleros, pero, por el otro, la incapacidad que la revolución ha manifestado en función del control de la corrupción (que ha permitido la transferencia a manos privadas, dentro y fuera del país, de una muy importante proporción de los recursos de la renta petrolera).

Hemos desoído la súplica e incluso las órdenes del Libertador en relación a los efectos de la corrupción en el cuerpo social y en el destino de la Patria. No hemos interpretado aquel decreto de Lima (12/01/1824), Artículo 1, que resumía en breves palabras hasta qué punto Bolívar aborrecía la corrupción y los corruptos: “…Todo funcionario público, a quien se le convenciere en juicio sumario de haber malversado o tomado por sí de los fondos públicos de diez pesos arriba, queda sujeto a la pena capital”.

Todo ello enmarcado en nuestra crónica situación de país rentista-petrolero carente, además, más allá de lo formal y discursivo, de mecanismos necesarios y democráticos de planificación y control social y sin lo que constituyó por mucho tiempo la tabla de salvación: el liderazgo de Hugo Chávez.

En la actualidad, guardado el trapo rojo de Obama, y la vuelta a lo cotidiano, los problemas no resueltos se ponen en primera fila de nuevo en la agenda nacional. Pasó el pote de humo, pero no las amenazas de aislamiento del gobierno de USA hacia Venezuela, ni la desestabilización interna de la oposición fascista, cupular, consular de acuerdo a la estrategia que seguirá presente en el país, aprovechando las debilidades del gobierno bolivariano, lo cual era de esperarse, dado que no podíamos estar todo el tiempo argumentando bajo la amenaza de invasión directa yankee cuando la verdadera amenaza es más inteligente y por ello más peligrosa (Esta última, de hecho, ya se encuentra en plena ebullición, no a través de los marines (que no se necesitan; para eso están los mercenarios de toda calaña como se demostró en Irak, en Libia, en Siria, en Ucrania, en Afganístan, y pare Ud. de contar). Así que volviendo a la realidad una vez cerrado el telón de la VII Cumbre en Panamá, cada quién a su casa y a tratar de resolver los problemas que le atañen máxime si de lo que se trata es de hacer una revolución y la construcción de una sociedad socialista posible para Venezuela, lo demás son cuentos de camino…

Proponemos con carácter de urgencia

  • Declararnos en ESTADO DE EMERGENCIA REVOLUCIONARIA y, en consecuencia:

  • Aprobar una MUY DURA Ley contra la corrupción (existe una versión aprobada en primera discusión en la Asamblea Nacional que se encuentra archivada desde diciembre de 2011 y que, después de la necesaria revisión y ajustes podría servir a estos propósitos).

  • Desarrollar una campaña pedagógica permanente, con base en la transparencia de la información y el castigo ejemplar a los culpables de corrupción (incluyendo el nepotismo y cualquier otra forma de conflicto de intereses). Esta campaña debe incluir el señalamiento y el marginamiento social de los culpables de corrupción.

  • Establecer democráticamente, en cada centro de trabajo, equipos colectivos de vigilancia ética que dispongan de canales suficientes para llevar información, recomendaciones, denuncias, etc., tanto a los integrantes del colectivo, como a los niveles directivos del centro y a las instancias superiores. Estos equipos de vigilancia ética deberían ser renovados parcialmente (y obligatoriamente) en forma regular y estarían sujetos, a su vez, al escrutinio del colectivo.

  • Desarrollo de un verdadero liderazgo colectivo que pueda llenar el vacío de liderazgo dejado por nuestro Comandante y que incorpore la participación efectiva de las fuerzas revolucionarias que hoy apoyan nuestro proceso, así como las múltiples expresiones del poder popular.

  • Activación de equipos de planificación social que permitan, por un lado, el establecimiento de prioridades y metas creíbles, socialmente compartidas, y, por el otro, el seguimiento estricto, auditoría y evaluación de los procesos.

  • Elaborar un diagnóstico completo de las políticas que se han venido implementando con miras a evaluar si las metas propuestas se corresponden con los logros obtenidos.

  • Evaluar la sostenibilidad de la agenda planteada en el gobierno de calle y de los programas sociales, con miras a optimizar el uso de los recursos en el contexto de la crisis actual.

  • Instrumentar, en función de la construcción del Poder Popular, la norma constitucional en relación a la transferencia de competencias hacia el poder popular.

  • Evaluar la experiencia de la práctica de las instituciones (Ministerios, Alcaldías…) que se convierten en obstáculos para el avance del poder popular.

  • Desarrollar el poder económico de la Comuna, con las empresas propiedad social directa, como estrategia para transitar hacia el socialismo.

  • Vincular las misiones sociales al sistema productivo.

  • Revisar y rediseñar los beneficios directos a la población (subsidios, vivienda, etc.) para lograr romper con los viejos esquemas corruptos y discriminatorios heredados de la Cuarta República pero que aún están presentes.

  • Sinceración de la situación actual y dimensionamiento urgente de las metas propuestas en función de los recursos, las necesidades y las prioridades.

  • Revisión exhaustiva de las dificultades para poner a producir al máximo de capacidad a las empresas del Estado.

  • Utilizar en todos los niveles, sin subterfugios, sin edulcorantes, ante un pueblo con evidente madurez política, un lenguaje claro y sincero mostrando las dificultades pero también mostrando los caminos, reconociendo nuestros errores y señalando, sin falsos anuncios demagógicos, la voluntad de corregirlos. Como dijo Fidel en el año 2000: Revolución …¨es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas.¨…

Revolucionarios, Patriotas y Chavistas.

“Más unidad, más conciencia, somos bolivarianos, somos revolucionarios y estamos junto a nuestro pueblo comprometidos en la construcción de la democracia, es decir, del socialismo, la democracia verdadera para darle justicia a nuestro pueblo”.

Hugo Chávez

1 Véase Agenda Alternativa Bolivariana. (Caracas. Julio 1996).

 



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Ramón Antonio Yánez Marro


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