La necesidad de la formación ideológica

"El todo, tal como aparece en la mente como todo del pensamiento, es un producto de la mente que piensa y que se apropia el mundo del único modo posible,….. El sujeto real mantiene, antes como después, su autonomía fuera de la mente, por lo menos durante el tiempo en que el cerebro se comporte únicamente de manera especulativa, teórica. " (Karl Marx, Grundrisse, 1857-58)

……"el descubrimiento de que nosotros mismos construimos nuestra realidad equivale a una expulsión del paraíso del presunto "ser así" del mundo. (Paul Watzlawick ¿Es real la realidad?, 1992)

Sin duda, podemos afirmar que la formación ideológica constituye una de las ‘grandes carencias’ que perviven en el seno de la Revolución Bolivariana que –sabemos- se adentra en la construcción de la transición socialista de nuestra formación social. Es una deuda inmensa que tenemos con nuestro proceso revolucionario, por demás, seriamente amenazante y peligrosa.

A un proceso revolucionario socialista no puede faltarle una orientación "clara y distinta" hacia sí mismo, es decir, hacia la elaboración de la distancia con el "sistema" o régimen capitalista del cual se deslinda, a través de su propia autoconstrucción revolucionaria, como antítesis de aquél (por supuesto, "autoconstrucción", seres humanos y conciencias, mediantes).

"La construcción del socialismo", de ese "período" de transición, a partir del capitalismo, el cual sólo cuenta, para su "posibilidad real", con la vía inédita de la transformación revolucionaria de la realidad social de la cual parte, bien vistas las cosas, es la construcción y al mismo tiempo el diseño (modo) de una "ruptura", o mejor, de la trama expansiva de una "grieta" que se prolonga y amplía en el desarrollo de una brecha, ‘increscendo’, como construcción del tránsito social y civilizacional que supone y propende (el Socialismo).

Ahora, en la elaboración de "esa distancia" y "esa ruptura" con el sistema capitalista, en cuanto "formación social" (que es también una formación civilizacional que el "sistema-mundo" incluye bajo su dominación, declarada y encubierta al unísono) amén, que nos manejamos en la "complejidad" del "tiempo histórico", es imprescindible que nuestra orientación, meridiana e inconfundible vaya, simultáneamente, elaborando la ruta diferencial de la distancia con "aquel muelle", conjurando, permanentemente, cualquier vacilación regresiva, y en el entendido de que no tenemos modelos, protocolos ni paradigmas preestablecidos o elaborados, que se correspondan con la caracterización y peculiaridad de nuestra realidad socio-histórica; porque en materia de construcción del socialismo-insistimos- en tanto que ruptura civilizacional con el capitalismo, no existen, ni existirán por mucho tiempo, paradigmas universales, como nos lo muestra la historia de las revoluciones socialistas que se han producido, históricamente, con el saldo que hasta hoy conocemos (sobre todo, nos referimos a los llamados "socialismos reales", cuyas experiencias, sin embargo, son hoy, más importantes que ayer, con todo, y de ninguna manera despreciables, precisamente por las consecuencias positivas que seguimos extrayendo de las que pudieron ser sus "negatividades").

La Formación Ideológica es, esencialmente, un proceso cognitivo que, implicando a todo el campo de la conciencia y en base a la realidad, y por tanto a la praxis (que no es más que la dinámica inherente a esa realidad) nos permite "producir" y "mantener" la orientación, tendencialmente correcta, esto es, sin desviaciones regresivas o equívocas, en la construcción progresiva y consecutiva del tránsito socialista; o lo que es lo mismo, en la "transformación revolucionaria" de la sociedad capitalista que nos incluye y que es la base de la cual parte nuestro proceso.

Esta clase de "formación", muy específicamente, es una herramienta fundamental que el propio proceso precisa "crear", democratizar y universalizar, ineludiblemente, para "producir socialistas", por así decirlo; porque –creemos- no puede haber Socialismo donde no hay Socialistas; porque el timón de la "conducción socialista" sólo puede ser orientado, exitosamente (por lo menos en lo posible y tendencialmente avisorable ) por timoneles "capaces" de hacer, ("crear", realizar) los giros, certera y definidamente anticapitalistas, que encaucen el proceso al arribo a un ‘cambio de cualidad’ en la formación social; esto es, la "conversión", revolución socialista mediante, de nuestra sociedad capitalista en su "contrario" (como vemos, si es verdad que no es menuda ni ligera la tarea histórica de impulsar y conducir la transición socialista de nuestra sociedad, también comprendemos que es ¡absolutamente posible!).

Esta ‘formación ideológica’ que es brújula y una capacidad imprescindible de la Revolución Bolivariana, constituye una deuda, más grande aún, en la medida en que se hace cada vez más perentoria y urgente su prolongación hasta las gerencias, subalternas, medias y superiores de nuestras Instituciones "revolucionarias" sobre todo, en las diversas ramas del ejecutivo (los Ministerios) que son los "brazos instrumentales" del gobierno revolucionario que, en su gestión, está conduciendo la construcción de la transición socialista, así como también, a todas las instancias organizacionales del Poder Popular que son, manifiestamente, la gran base de la Revolución Bolivariana, en coyunda con el aparato institucional (en general, el Estado, el cual, también, huelga decirlo, deberá propender a su metamorfosis revolucionaria, transitando hacia su disolución y "reconstitución comunal", tiempo histórico mediante por supuesto, lo cual es parte esencial para el desarrollo y completitud de las "fases maduras" de la transición socialista-insistimos- con la mediación, indispensable, de la formación ideológica).

También somos, convencidamente, del parecer que este tipo de formación, a la cual nos referiremos más específicamente, es, en importancia, anterior a toda otra formación, porque élla fundamenta a las demás, al definir la base epístemo-cognitiva de una mentalidad liberadora que "desconfigura" la fetichización que la cultura de la dominación, normalmente, instala en el "interior" (es decir, en nuestra subjetividad) mediante los sistemas institucionales ideo-educativos que nos han venido formando, tradicional y convencionalmente, en nuestras formaciones sociales capitalistas, en general, telecolonizadas desde los centros mundiales de la "dominación globocolonizante" (por supuesto, nos estamos refiriendo al "sistema" transmonopólico imperial del capital, cuyas "¡gracias!"¡Sangrientas! presenciamos, día a día, sin que nadie pueda, efectivamente, intervenir ni parar, lo que abiertamente constituye una hemorragia criminal del mundo-humano y su "Naturaleza", la cual le es inherente).

Finalmente, debemos agregar que, mil veces más, muy acertadamente, el Presidente Chávez insistió mucho -creemos-, de manera "clarividente" durante, por lo menos, la última década entera, en la necesidad e importancia de solventar esta carencia mayúscula de nuestra Revolución, sin haber logrado hasta ahora, niveles de suficiencia ideológica importantes; amén que la necesidad de implementar esta formación, exitosamente, es requerida para el abordaje, inmediato y práxico de los "Objetivos Históricos" del "Programa de la Patria", base del "Segundo Plan Socialista de la Nación".

Qué es la formación ideológica

Continuando con nuestro empeño de desbloquear, ideológica y epistemológicamente, la comprensión de la "realidad" (ontosocial o humana) de nuestra economía, aprovechamos la ocasión del tema de nuestro artículo para colocarnos, una vez más, ante la importante oportunidad de aproximarnos, más profundamente, a definir la formación ideológica, por lo menos, diferencialmente, lo cual significa, mediata y progresivamente, contribuir con la elaboración de un campo de clarificación al respecto.

La formación ideológica ,que en realidad es una formación anti-ideológica, desde el punto de vista de la significación más aguda que Marx asigna a la "ideología", en tanto forma de conciencia y comprensión de la realidad que "encubre" la verdadera significación de ésta y crea la justificación de la misma para amparar los intereses de un sistema de dominación determinado, no constituye un aprendizaje de dogmas, doctrinas, catecismos, sistematizaciones teóricas de concepciones filosóficas, sociológicas, económicas, ni nada parecido. No es, de ninguna manera, el aprendizaje nemotécnico de conceptos que pretendan criptalizar, ortodoxamente, fórmulas supuestamente aplicables al movimiento, ‘múltiple y complejo’ de la realidad social o natural, para su "comprensión absoluta" y/o "manejo a discreción".

La formación ideológica es, básicamente, una formación profunda y crítica, respecto de la permanente aproximación a la comprensión "verdadera" de la realidad que nos incluye como formando parte de élla y, por tanto, de la dimensión del "tiempo histórico" que le es inescindible. Es, cognitivamente hablando, un modelamiento o delineamiento crítico de la conciencia, una "configuración liberadora" de la misma, en la cual la conciencia se asume como producida históricamente por la realidad social que la incluye y condiciona, y desde la cual, es capaz de pensar, esa misma realidad que la ha originado (originado a la conciencia), críticamente; esto es, desmontando las "falsas significaciones" que el "sistema social" de dominación ha incorporado en élla para su "explicación" y "justificación" (aquí denominamos "sistema social" a la "formación social capitalista" o " sociedad capitalista", hoy, expresión del sistema-mundo, conformado e imperializado por el Capital, en su fase histórica de mayor "concentración").

Esta conciencia (la cual se comporta de manera cognoscente respecto de la realidad) que la formación ideológica decanta y configura, es "capaz" de producir pensamientos que piensan la realidad, ‘críticamente’; esto es, más allá de la "fetichización" y "cosificación" que el "sistema" ha instalado en élla (en la realidad humano-social). Produce "la trama" del "pensar" que piensa con "capacidad" de subvertir lo que el capitalismo impone bajo su dominación y como ocultamiento del verdadero "sentido histórico" del movimiento de la realidad humano-social y natural, que constituye "nuestro "hábitat" propio", por así decirlo.

La formación ideológica nos permite "develar" lo que el capitalismo oculta; y "transgredir", en la praxis revolucionaria, lo que el sistema impide, como prohibición. Es, para la conciencia, un camino de "construcción de liberación", que es "capaz" de enfrentar en la "cultura", la presencia mimetizada del "poder", como expresión de la fuerza de la dominación del "sistema".

A través de la conciencia, así formada, producimos las significaciones contra hegemónicas que confrontan y desmontan aquellas otras que la ‘cultura’ que nos domina ha forjado y enraizado, con persistencia; y comprendemos, incluso, a través de este develamiento, la "política", como el campo en que se debaten y se crean las posibilidades de liberación, frente a un "poder" que bloquea, omnímodamente, cualquier posibilidad de futuro, más allá de los "límites" del sistema, y que es, al mismo tiempo, su máxima expresión.

Esta postura ante lo que realmente es la formación ideológica, nos ubica, inmediatamente, frente a la consideración del Socialismo como proceso de la transformación revolucionaria de nuestra realidad.

Construir el Socialismo, lo cual sólo es posible mediante una Revolución (concretamente, una "Revolución socialista"), significa "poder pensarlo" y, por tanto, "pensarlo claramente" y de manera diferencial respecto del capitalismo, del cual, precisamente, pretendemos deslindarlo. Pero pensar el Socialismo presupone una conciencia que es al mismo tiempo una "mentalidad" capaz de pensar, a contra corriente o "antitéticamente", para lo cual, previa y necesariamente, ha tenido que "formarse" en, lo que pudiéramos llamar, el "desmontamiento crítico" de sí misma, y, por tanto, de los paradigmas dominantes del capital; todo lo cual significa pensar, transgresora y antitéticamente, la transformación revolucionaria de la sociedad de la cual formamos, históricamente, parte.

Pensar teórico-prácticamente el Socialismo nos coloca ante la posibilidad real de tener mentalidades "realmente existentes", que produzcan pensamiento socialistas, que puedan pensar, en términos ‘socialistas’, la gestión que tienen ante sí, que puedan acometer, de manera ‘socialista’ las acciones conducentes a las realizaciones de metas y objetivos, "trasformadoramente pensados"; todo lo cual-insistimos- sólo es posible sobre fondo de "mentalidades" que han adquirido y desarrollado la capacidad de pensar, en términos socialistas, los cambios de nuestra realidad humano-social; capacidades éstas que sólo construiremos en la continuación y desarrollo de su "formación", es decir, de la construcción de esas capacidades; las cuales, además, constituyen otras tantas capacidades (o nuevas "fuerzas productivas") de una sociedad revolucionaria que avanza en los pasos de su transformación socialista.

El Socialismo es una larga etapa de transición ("revolucionaria") entre una sociedad capitalista y otra totalmente anti- capitalista (su contrario), o lo que es lo mismo, el Socialismo es "el tránsito" de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. Por lo tanto, no se produce espontáneamente, ni mucho menos mecánicamente; es preciso formularlo y construirlo colectivamente. Como nos han enseñado los "clásicos", sobre la base de valiosas investigaciones científicas que se ubican entre los mejores esfuerzos, culturales e históricos de la civilización humana, se trata de la "Tensión" entre dos "Sistemas": uno fuerte e históricamente dominante que se resiste a ser desplazado, y otro "Germinal", nuevo y transformador, que pugna por abrirse paso y despuntar en una contrahegemonía, es decir, en otro "Sistema" contrario al que se opone.

Tal es nuestra situación; hallándonos- creemos- en las etapas iníciales y más "empinadas" de la misma. Por eso el asedio cruento, omnilateral y magnoclasta-si se nos permite- que se abatió contra el "Presidente Chávez", principalmente, en tanto máximo líder de éste, nuestro proceso revolucionario, y, además, contra todos los logros y esfuerzos transformadores que hemos venido construyendo y consolidando.

En el proceso de ésta "tensión entre dos sistemas", es urgente crear "nuevas capacidades", y esto significa crear "capacidades revolucionarias" (fuerzas cualitativas diversas y exponencializables) que no sólo conjuren, exitosamente, la proliferación o efluvia de poderes y fuerzas contra-revolucionarios, sino que derroten los obstáculos "vivos" que, sigilosamente, se infiltran en el proceso haciéndolo ¡aparecer! como, cada vez, más "abrumado" por las "imposibilidades de avanzar", o peor aún, como "urgido de la necesidad" de "regresar".

La formación ideológica-concluimos- es una de las "mayores capacidades" con que cuenta una "revolución socialista", su ausencia constituye, fatalmente, una mitigación progresiva de sus propias "fuerzas transformadoras"

Lic.



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