Democracia de los invisibles: ¿Una democracia "mágica"?

 

"La democracia es un error histórico.

Los pobres se creen dueños de su destino

y entonces nos excluyen de las decisiones"

Del libro "Democracia: De los ricos o de nadie"

 

La democracia ha devenido en una palabra elástica (se estira y comprime a gusto de quien la use). Esa elasticidad es una construcción que se hace a través de los medios de comunicación que son capaces de mostrar como democracia a una sociedad donde ejercen el sufragio el 30% de la población y como dictadura a otra donde la participación ronda el 70%. Se dirá que no se trata sólo del sufragio y se afirmará que se trata de que las mayorías se equivocan y entonces, la democracia debe corregirse. Pero, entonces, no se es democrático sino por conveniencia.

En todo caso, el tema que nos ocupa es otro. Se trata de la democracia como estancia donde el poder es ejercido por el pueblo y más aún, donde el pueblo es concebido como el sujeto y objeto de las deliberaciones, decisiones, errores y aciertos que en esa estancia ocurre. Pero además, queremos plantearnos lo que es una situación propia del realismo mágico: La democracia de los invisibles. ¿Qué pasa cuando las mayorías son invisibles? ¿Los invisibles votan? ¿Consumen? ¿Producen? ¿Son ciudadanos?

Fue Gustavo Pereira quien calificó de demiurgo a Chávez por hacer visibles a millones que estaban invisibles. Allí radica parte de esto que estamos viviendo en Venezuela y que nos resulta singularmente iluminador: Fue un acto de magia que los visibles, los muy visibles, no habían pedido. Un acto de magia incómodo. Acostumbrados los visibles a imponer candidatos en los partidos y luego escoger ministros a su antojo y conveniencia, los otrora invisibles votan y no sólo se hacen visibles sino que además comienzan a gobernar y se desquicia la poca elegancia y refinamiento de una democracia que siempre escondió los invisibles bajo el adjetivo de la pereza y paulatinamente lo fueron convirtiendo en estadísticas para finalmente hacerse irrecuperables. Son de la calle.. "niños de la calle", "mujeres de la calle".."viejos de la calle". Curiosamente, la sociedad que los excluye se sentía (o ¿siente?) amenazada por esa masa de invisibles. Pero se rompió el hechizo de la invisibilidad y están aquí. Se cuentan y contados con el resto de la sociedad, son mayoría. Se instauró la democracia de los invisibles.

La sociedad toda, visibles e invisibles, no sabemos que hacer con tantos. Entonces hemos cometido errores en creer que incluirlos era hacerlo a imagen y semejanza de los visibles. El centro de esa inclusión "imperfecta" fue compartir con ellos el modelo de civilización que los excluyó (y aún los excluye). Se hizo la inclusión política (identidad, voto y candidaturas), la económica (vivienda, trabajo y estudios), la social (salud y seguro social)... hemos fallado en la cultural, justamente esa que nos permite ajustar las miradas para poder vernos unos a otros sin que el manto de la invisibilidad aparezca por una afiliación política, una historia de verguenza o, más simple, la absurda afiliación a un modelo que reproduce aquello que se busca superar: el consumo por el consumo y el uso del otro como instrumento y no como fin en sí mismo.

La democracia con sus imperfecciones se hizo real-mágica. En lo mágico radica la instauración precaria de una forma participativa, protagónica y co-responsable de ser con los otros. Lo real es el predominio aún de una forma que se sigue infiltrando en los modos como los invisibles se hacen visibles y activos. Allí radica el poder de las formas imperfectas de inclusión que los va haciendo paulatinamente agentes de exclusión de otros como ellos, a quienes ya no reconocen como de la misma clase. Una suerte de olvido de donde vinieron por verguenza...y por miedo.

La democracia mágica, la imperfecta, es aquella que nos ilusiona con la igualdad en un modelo de sociedad y civilización anclada en el consumo y la rebatiña por la renta. Pareciera que la guerra económica de ahora, busca de nuevo invisibilizar a los "invisibles de antes" a través de exacerbar aquello que les hace visibles: "Teniendo con que consumir, no puedes". Se trata de apostar al consumidor como la categoría desde la cual se debe juzgar la democracia. ¿Seremos capaces de responder a esta ilusión con un acto de realidad que constituya los primeros pasos del estado comunal? Por esa senda, los invisibles no sólo dejarán de serlo sino que además construirán su propia historia para no volver a ser invisibilizados nunca más. El otro camino, el de olvidar el origen y excluir a los que vienen desde donde vinimos tanto, es el tránsito seguro para que la democracia de los otrora invisibles sea tan sólo un acto de ilusión que terminará en tragedia histórica. Pero esta tierra está signada por el realismo-mágico de nuestros pueblos.

A Tiempo. La prueba de escoger los postulados ha sido superada y nos ha dejado sorpresas, no todas gratas, pero tratándose de un acto humano no debemos extrañarnos de las ingratas pero sin duda, es de celebrar la sorpresa. Ahora es cuando comienza el tránsito hacia la constitución de un nuevo sujeto político, punto de partida de toda acción colectiva transformadora.

 

Fuente: Tatuy TV



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