La humildad de Evo, como Sócrates: “Sólo sé que no sé nada”

Cuando Sócrates dijo aquello “Sólo sé que no sé nada”, totalizó el conocimiento, para utilizar arbitrariamente una frase de Sartre, en un interesante estudio sobre la dialéctica. Era mucho lo que había y hay que saber, la inmensidad del espacio, todavía insondable; naturaleza y hombre tan inconmensurables, que lo que el griego sabía demasiado, en su tiempo para un hombre era poco. Eso lo sabía él. Parece además una expresión llena de humildad pronunciada por uno de los más grandes sabios de su tiempo y eso descubría y exponía, ante todos que le podían escuchar asombrados, su sabiduría. No sé nada de lo tanto que hay que saber del mundo, pensó el sabio griego. Es frecuente, quizás demasiado, que sabiduría, humildad y sencillez aparezcan asociados.

¡Cuánta sabiduría hay en la cultura indígena! Sobre toda aquella que se desarrolló en los lomos de la cordillera andina, la sierra centroamericana y en la meseta mexicana. Mayas, aztecas e incas, por solo nombrar tres, representan estadios de alto nivel en aquel tiempo de cuando Hernán Cortéz llegó a México. El Popul Vuh está lleno de sabiduría y en “Los comentarios reales” del Inca Garcilaso, uno puede saber de la magnitud de la cultura incaica que los españoles hallaron en Perú, que a los pocos hombres cultos que de Europa llegaron, llenó de asombro.

Detrás de la figura como mansa, discreta, llena de humildad del indio Juan Evo Morales Ayma, en su discurso sencillo, esparramada lucidez, sin aspavientos, cursilería, está toda aquella sabiduría milenaria indígena. La misma que le llama a callar, observar y escuchar las voces de los antepasados sabios. Ellos le hablan a través de la naturaleza y los reclamos ancestrales del pueblo indígena.

Evo tiene la virtud de hablar lo que la sabiduría de su pueblo le ha enseñado. Sus posiciones políticas en buena medida se derivan de los reclamos de su pueblo; que no aspira otra cosa que vivir en equilibrio con la Pachamama. ¡Vaya que eso es sabio! Para comprenderlo compárese con la soberbia que destruye el planeta, el único que tenemos y bastante difícil ahora de reparar.

Morales no hace alardes teóricos y de lecturas de clásicos o de quienes se les tiene como portadores de la buena nueva venida de Europa, sino con sencillez habla de las enseñanzas de sus padres y la comunidad en la que siempre ha vivido. Su discurso viene de allí y tiene toda la razón del mundo, porque es allí donde se hallan las respuestas a las aspiraciones del pueblo boliviano. Se equivocaron y todavía se equivocan quienes creyeron y creen que se podía y puede remover el suelo boliviano fundados solamente en las teorías del proletariado, esas hilvanadas en Europa, ignorando a la indiada que es la mayoría y su ancestral cultura. Desconociendo que ésta está fundamentada en una forma de vida donde la solidaridad, concordancia con el ambiente y la sabiduría de los dioses son las letras y el abecedario todo y porque así han querido vivir siempre.

Lo de Evo parece ser “háblame, les escucho”. Su palabra es la misma que el pueblo dice. La hace suya. Es la palabra que dice lo que el pueblo ansía y dispuesto está a hacer. Por eso escucha y dice “háblame y hablaré, a mi manera, tu manera”; sin bulla ni gestos petulantes.

García Lineras, su vicepresidente, al parecer de ascendencia europea, por su enorme talento y cultura exquisita, se ha contagiado, digámoslo así abusivamente, de la humildad de Evo. Por esa misma humildad y hasta valentía, admite el socialismo como un reclamo de la vida toda, de los indígenas, de los pueblos del mundo, de la supervivencia, de la Pachamama, pero sabe y dice que no está allí a la vuelta de la esquina, esperando al primero que llegue y grite para prodigarse. No. Hay que construirlo con paciencia, en veces hasta en silencio y admitiendo que es una tarea de la gente.

Esa humildad de los gobernantes bolivianos de ahora, ese no saber nada a la manera socrática, en un país donde un indígena, de los antes despreciados, ejerce la presidencia, ha hecho posible, que iniciando su tercer período de gobierno, la dupla Morales Ayma- García Lineras, exhiban cifras de crecimiento económico, de aumento de la productividad, eficiencia, de bienestar de la población, de inclusión y hasta de reservas internacionales, que por cierto le llegan cerca a las de Venezuela y sobre todo de control político de la sociedad de esa parte de suramérica.

Todo ese avance que contradice también las aspiraciones y tenebrosos deseos del FMI, que incluye una firme actitud de solidaridad con los pueblos del mundo, empezando en nuestro continente, inocultable actitud antimperialista, tanto que hasta en el 2008 denunció la injerencia gringa en los asuntos bolivianos y rompió relaciones con EEUU, sin amenazas innecesarias o amagos repetidos.

Ahora Evo, el discreto y callado; de hablar pausado y sin estridencia alguna, menos gritos para desatar emociones y crear estudiadas expectativas, encomendado a los dioses indígenas, a la sabiduría de su pueblo, que de paso ha mostrado una gran disposición al combate cuando le retan, asume por tercera vez la presidencia con un apoyo tan contundente que la derecha no ha podido hacer otra cosa que hacerse a un lado. Nunca antes Bolivia había experimentado tanta paz y bienestar como ahora.

En el país donde un presidente comenzaba a serlo a las siete de la mañana y al mediodía ya estaba en el exilio aventado por un grupo de safios y ambiciosos como él, pero eso sí, se iba lleno de dinero, ahora mismo inicia su noveno año con el mismo presidente. Que no es hijo de la oligarquía boliviana, menos un egresado de universidad prestigiosa, sino de la indiada antes despreciada y tenida como inferior. Eso sí, consciente de lo que debe hacer y las obligaciones que tiene con su pueblo.

¿Dónde está la grandeza, la consecuencia, asertividad y entereza ante los compromisos? Empezando por admitir que “sé que no sé nada” y que la sabiduría hay que buscarla en el todo y en los “dioses”. Metemos entrecomilla la palabra porque queremos insinuar que no es nada de improvisación, sino que nos referimos a la cultura popular y las formas de ser y hacer del colectivo.


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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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