Intentemos ser cada día comunistas de verdad

Hay una cita de Marx que leí hace bastante tiempo -dos años- en un artículo de Juan Barreto que después de leerla me la apropié. La cita me pareció muy inteligente y conveniente para mí. La copié y luego la convertí en una especie de volante que pegué en sitios visibles en el edificio donde trabajo, a saber: en la torre oeste del complejo MENPET-PDVSA. No duró mucho. No duró nada. Al otro día los habían quitado todos.

Esta es la cita:

“El comunismo no es una fase superior. Para mí no es otra cosa que la realización particular y solidaria, incluso unilateral, del principio socialista, es una práctica que implica incluso, la superación emocional de la mezquindad del otro; y en el extremo, los utopistas que dejan para mañana a la Comuna, es decir, lo que se puede hacer hoy, de manera que el comunismo no es ni programa ni estrategia, es práctica, es táctica, es tarea inmediata que organiza y garantiza desde hoy las formas de vivir del mañana, el movimiento actual de los real, una suerte de programa mínimo, modelo material de la teoría, que se puede llevar a cabo si dejamos de lado el cálculo personal siempre mezquino”
Carta de Marx a su amigo Ruge, 1943. Fue tomada de la columna de Juan Barreto en el Correo del Orinoco, del 07/ 09/ 2012.

Quisiera hablar sobre esta cita de la manera más organizada, honesta y resumida que sea posible, sobre el valor y distinguir algunos conceptos fundamentales que en él se destacan.

Este escrito tendría un valor revolucionario distintivo al de entonces, después de leerlo hoy. Hace dos años causó algún estupor en alguien que lo arrancó de las paredes con mucha urgencia.

Pero al leerlo hoy pienso que esas mismas personas querrían fundamentar con esta cita algunas prácticas políticas y burocráticas del gobierno. Dirían cosas tontas como: “Ahí está dicho bien claro, “El comunismo no es una fase superior de nada, ¿viste?”…, por ejemplo. Cosas como esa. Perfectos pensadores de esos que se conocen como reformistas, teóricos del reformismo, aquel socialismo fatuo que teorizó un señor llamado Bersnstein, al cual le dedicó un texto crítico muy inteligente Rosa Luxemburgo llamado Reforma o Revolución:
Este tipo de interpretaciones mochas, dentro de un pensamiento simple y cómodo, suelen ser oficios de burocráticas en muchos sub-marxistas con cargos importantes. Hablo de eso de buscar justificaciones cultas para sus prácticas de pequeños burgueses (o sea, de clase media aspirante). Los “Ismael García” abundan ahora más que antes. Pero lo principal del texto (citado por Barreto) está en su sentido espiritual revolucionario, en el cómo y el Ser de la práctica revolucionaria.

Las primeras oraciones lo dicen casi todo:

“El comunismo no es una fase superior. Para mí no es otra cosa que la realización particular y solidaria (yo diría: y solitaria), incluso unilateral, del principio socialista, es una práctica que implica incluso, la superación emocional de la mezquindad del otro”…

Y sigue el texto complicándonos la cosa ahora, hablando de la Comuna, entendiendo que esta es el espacio físico y espiritual donde se pone en práctica la sociedad que queremos para regocijo de toda la humanidad en el futuro.
…”los utopistas que dejan para mañana a la Comuna, es decir, lo que se puede hacer hoy, de manera que el comunismo no es ni programa ni estrategia, es práctica, es táctica, es tarea inmediata que organiza y garantiza desde hoy las formas de vivir del mañana, el movimiento actual de lo real, una suerte de programa mínimo, modelo material de la teoría, que se puede llevar a cabo si dejamos de lado el cálculo personal siempre mezquino”

Nos dice que el comunismo existe en la práctica cotidiana. Lo otro, lo de la etapa superior, solo es un recurso metodológico para referirse a un saber que se da en un solo movimiento; teoría y práctica. Se obtiene en el día a día del revolucionario. El socialismo es el modelo burocrático, la estrategia política, es organización, son las leyes, las normas, los espacios transitorios para poder tomar las grandes decisiones. Decisiones trágicas porque no se han calculado sobre la base de la muerte de seres vivos, sino porque se toman, se deben tomar de cara a la muerte para proteger la vida, en favor de la vida, de la humanidad. Son instituciones revolucionarias, por lo tanto son modelos que cambian racionalmente, es el poder en manos de las mayorías consciente, por las mayorías y para las mayorías que actúa sobre la base de una sociedad de hombres y mujeres conscientes, que actúa sobre el principio marxista que dice que a cada quien según sus necesidades y de cada quien según sus capacidades.

El comunista es la vanguardia de toda revolución socialista. El primero de la clase, el primero en la lucha, el que más estudia discute piensa y mejor administra, y por encima de todo, aquel que es capaz de vivir siempre al lado de la verdad, el hombre honesto.

Esto parece una especie de evangelio. Y lo es, en cierta manera. Parece cristianismo más bien apostólico. Pero así debe ser, para marcar la diferencia con la simple militancia política, las prácticas desorientadas y anárquicas por la carencia de principios y valores comunistas. Un socialista sin formación teórica y sin estudio no es un comunista, un simple militante socialista no puede tener una práctica social socialista; debe ser primero un comunista, o querer ser un comunista, porque el comunismo es “modelo material de la teoría” a decir de Marx. El socialismo debe ser iluminado de comunismo. Pensar todas las mañanas al despertarse en cómo ser solidario, como ser más útil para la sociedad, como ser mejor persona para la sociedad; pensar en cómo organizarse; debe pensar en su preparación para ser útil a la humanidad, en el estudio para el trabajo y para el espíritu en general (en el arte, en la historia, en la geografía, en el paisaje, en la medicina, en la salud, debe aprender a relacionar todos los conocimientos en función de la humanidad y la vida, en todas las formas del amor).

Por eso la Comuna de la que habla Marx es un estado espiritual realizado en una práctica social. La Comuna es un estado espiritual para aprender a vivir, enseñar a vivir en socialismo, y para hacer socialismo.

Por otra parte, hacer de la Comuna “una ley” que impone un modelo, sin una acción comunista previa o que la acompañe, no es una buena idea. Las comunas al menos deberían ser espacios o zonas realmente socialistas, donde se piense, y el espíritu apostólico de los primeros cristianos, el comunismo, gobierne sobre ese pensamiento. Donde mande el imperio de la solidaridad y el amor al prójimo. El pensamiento en función para ayudar al más necesitado, más desvalido y para hallar al más capacitado que lo proteja y lo acompañe.

La comuna debería hoy liberar esos espacios políticos y territoriales de capitalismo, de los “mercados libres” del egoísmo, del delito y la hipocresía, del mercantilismo; alejar lo más que se pueda de nuestras acciones sociales al espíritu capitalista y mercantilista. Es una mezquindad “abstracta” esa que hace las cosas a la inversa de toda revolución socialista. Eso de decretar mediante palabras cargadas de simbolismo los cambios que debemos hacer en nosotros y a la realidad. Creo que a eso se refiere Marx cuando habla de la mezquindad de los utopistas.

En nuestro caso los utopistas son los burócratas, tecnócratas, profesionales de los “modelos arbóreos”, de los gráficos, de los modelos estadísticos y matemáticos, haciendo de éstas herramientas teóricas verdades en sí misma, o de las ciencias sociales en general, una verdad por ellas mismas.

Para la revolución socialista todo eso tendría un sentido revolucionario, es decir, tendría valor humano, si se sometiera a una verdad superior. Y esta verdad es el comunismo, la forma práctica, la forma material, verdaderamente espiritual de hacer la revolución. Está en nuestras prácticas comunistas, cristianas, solidarias, humanistas, amorosas, como lo dirían Martí el Che, Chávez, y todos los que se han sacrificado como Jesús y a pesar del Cristo…

Tiempos de Sacrificios vs. Tiempos de grandes confusiones

Chávez es un ejemplo elocuente de práctica comunista. Pero a quién le importa ahora.

Ahora se decretó, se “actualizó” la definición de “práctica revolucionaria”. Ahora la práctica revolucionaria es “trabajo de calle” (“Gobierno de calle”, para nuestros líderes y burócratas). Un estilo estridente. Para muchos es necesaria esta bulla, a fin de cuenta hay que contrarrestar la propaganda sucia, la guerra comunicacional imperialista y de la derecha criolla.

Francamente pienso que hay mucho deseo, mucha flojera y buenos sentimientos nada más en estas opiniones. Nuestra sociedad toda lleva consigo ahora su mezquindad dentro, carga con sus inclinaciones burguesas, un poco choretas, pero esencialmente burguesas. Eso de no hablar sobre una verdad que nos agobia todos los días es, además de tonto, una hipocresía. La inflación es real, el mercado libre es real, la corrupción es real, la proliferación de pequeñas mafias, es real. Si por lo menos hicieran una cosa distinta, menos parecida a las maneras capitalistas, a los estilos capitalistas, a los valores capitalistas, algo más discreto, más serio.

Mientras tanto otros se están entregando sin resistencia a esa “distracción” que produce la estridencia, el show, el circo, y los deseos; encantados y convertidos en cochinos por una hechicera. No se ve por ningún lado una reacción moral contundente, una acción, una decisión radical revolucionaria que sacuda a la masa chavista. El chavismo hoy yace ebrio en medio del gran bazar de navidad organizado por los especuladores y el gobierno, para estas fiestas decembrinas. Ni siquiera lo pudieron evitar en la última marcha antiimperialista - que fue definida así, convocada así, antiimperialista-: los organizadores y el minci solo llegaron a parir una buena Romería Blanca pero roja, para el disfrute, confusión y decepción de muchos de sus participantes.

El año que viene nos espera una verdadera avanzada de la derecha, y nos encontrará literalmente con los pantalones abajo. Las leyes ya existen, decretadas, aprobadas y envenenadas de capitalismo. Y, si acaso, evitarán que se produzcan decisiones muy drásticas al principio de la restauración definitiva. El año que viene no sé exactamente lo que pasará. Creo que nadie lo sabe. Pero no soy optimista respecto a la paz. Creo que nos van a dar con todo lo que tienen. Y uno de los peores escenarios es la capitulación política de la revolución a la legalidad burguesa, seguida de la instauración sin máscaras ni disimulos del fascismo (La venganza de Monteverde contra Caracas, después de la capitulación de Miranda, se quedará corta. Esta vez será contra Venezuela entera).

Hemos perdido tiempo y oportunidades. Hemos actuado de forma reactiva, timorata, sin mensajes ni señales claras al pueblo, ese que se ha sentido reivindicado en estos últimos 14 años de tanta indiferencia y de tanta pobreza. Mientras tanto el imperio ha tomado la delantera, aprovechando nuestras debilidades, y da el golpe, sobre una Cuba desesperada. Mientras buscamos de salir del hueco con las reglas del capitalismo el imperio quiere ver qué es lo que tenemos de fuertes, como países y como continente rebelde.

Cae la Cuba revolucionaria, el gran modelo moral y cae Venezuela. Cae Venezuela y caerá Cuba. Se borrará toda esperanza de cambios profundos en el continente y de cambios en el planeta. No es cualquier cosa perder el “norte” (astronómico) en una revolución socialista, en una empresa que ha sido, fue y será siempre tan humana y desafiante, tan creativa, tan digna de la humanidad como lo es hacer una revolución socialista y formar espíritus Comunistas, tal y como lo pensó y dijo Marx en esa carta citada arriba.

Feliz Navidad.

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Héctor Baíz

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