Catecismo burgués: Propiedad y Libertad

En los principios de la preponderancia social y política de la burguesía: Se trataba de “garantizar la propiedad del rico, la existencia del pobre, la propiedad del hombre industrioso, la libertad y seguridad de todos, con su conciencia de clase endurecida y fortalecida, organizó su poder”.

La propiedad constituye la base del orden social; debe evitar “con coraje los principios ilusorios de una democracia absoluta y de una igualdad sin límites que son indiscutiblemente los escollos más temibles para la verdadera libertad. La igualdad civil, en efecto, he aquí todo lo que puede exigir el hombre y la mujer razonable. La igualdad absoluta es una quimera: para que pueda existir haría falta que existiera una igualdad total en el espíritu, la fuerza física, la educación, la fortuna de todos los hombres y mujeres”. La única igualdad para el hombre y la mujer social es la de derechos. No es la de las fortunas como tampoco es la de las estaturas, la de las fuerzas, la del espíritu, la de la actividad, la de la industria y la del trabajo.”

Debemos ser gobernados por los mejores: los mejores son los más instruidos, los más interesados en el mantenimiento de las leyes; ahora bien, con muy pocas excepciones, no encontraréis hombres y mujeres de ese tipo más que entre aquellos que, teniendo una propiedad, están apegados al país en que se encuentra, a las leyes que la protegen, a la tranquilidad que la conserva, y que deben a esa propiedad y al bienestar que proporciona la educación que les ha hecho aptos para discutir con sagacidad y “justicia las ventajas y los inconvenientes de las leyes que determinan el destino de su propiedad”. El hombre y la mujer sin propiedad, por el contrario, necesita un constante esfuerzo de virtud para interesarse por un orden que no le conserva nada y para oponerse a los movimientos que le ofrecen algunas esperanzas.”

La libertad económica está necesariamente vinculada a los derechos de la propiedad: “Si dais a unos hombres o mujeres sin propiedades los derechos políticos sin reserva alguna, excitarán o dejarán excitar agitaciones sin temer sus efectos; establecerán o dejarán establecer tasas funestas para el comercio y la agricultura, porque no habrán sentido, ni temido, ni previsto sus deplorables resultados, y acabarán por precipitarnos en esas convulsiones violentas de las que apenas acabamos de salir… Un país gobernado por los propietarios está dentro del orden social; un país en el que gobiernan los no propietarios está en estado salvaje.”

Desde ese momento la burguesía se reserva celosamente el ejercicio del derecho de propiedad, lo que significa negar toda esperanza a las clases populares. El acceso a la propiedad de las tierras, en un momento facilitado por la legislación burguesa, fue negado a los no propietarios, al pequeño campesino en general, en nombre de la exigencia de la economía liberal.

La existencia de un proletariado dependiente es la condición necesaria de la economía capitalista y de la sociedad burguesa. Todo ataque al privilegio de la riqueza corre el peligro de cuestionar el orden social: la sombra de la ley agraria mantiene toda su eficacia, el miedo social dio cuenta de la evolución del régimen hacia la dictadura militar. Los Estados sólo prosperan si vinculan el máximo posible de los ciudadanos a la propiedad… El impuesto progresivo es una ley de excepción contra los ciudadanos acomodados… Su efecto sería inevitablemente la división hasta el extremo de las propiedades; este sistema se ha seguido demasiado en la enajenación de los bienes nacionales… El impuesto progresivo es, para decirlo en pocas palabras, el verdadero germen de una ley agraria con la que hay que acabar desde un principio… Sólo teniendo un respeto religioso hacia la “propiedad” se podrá vincular fuertemente a todos con la libertad. Esto significa consagrar la libertad económica en toda su amplitud.

¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tus pezuñas de la América de Bolívar de Martí y de Chávez!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!


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Manuel Taibo


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