¿Reaccionarios o Revolucionarios? ¿Qué influencia tenemos? ¡Cuidado Camaradas!

El Artículo 57 de Nuestra Constitución Bolivariana, dice: “Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura. Quien haga uso de este derecho asume plena responsabilidad por todo lo expresado. No se permite el anonimato, ni la propaganda de guerra, ni los mensajes discriminatorios, ni los que promuevan la intolerancia religiosa.”

En la Venezuela de Hoy, gracias al internet, a los medios de comunicación escrita y audio visual, se tiene la información en el momento mismo en que se genera. Fundamentado en este hecho, afirmo que el Pueblo Venezolano, El Pueblo Bolivariano, el Pueblo Chavista viene expresando libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones sobre la situación política, situación económica, situación moral y ética que vive Nuestra Patria.

Mi aporte al lector, es dejar en este artículo, fragmentos del trabajo ideológico de Fabricio Ojeda escrito en el año 1966, conocido como “La Guerra del Pueblo”; ya que convencido estoy, que nos suficiente decir que Fabricio Ojeda fue un Verdadero Revolucionario, que fue un Mártir de las luchas revolucionarias de la década del 60; pero no divulgamos la profundidad de sus Ideas Revolucionarias y de su convicción sobre lo que deben ser las luchas de los Líderes de una Verdadera Revolución. 

En la introducción del mencionado documento, Fabricio Ojeda expresa que la inspiración que da origen a su trabajo,  es una conversación con un fraterno amigo al que define como Revolucionario perteneciente a la Burguesía Patriótica.

Fragmento Uno: “……. Los argumentos expuestos por él, a quien siempre he considerado un revolucionario dentro de la clase social a que pertenece: burguesía patriótica, me revelaron cuán falta hace una mayor claridad sobre el problema general revolucionario; sobre los que afectan a nuestro país como nación dependiente, explotada por el imperialismo y sus intermediarios de las roscas oligárquicas que ejercen el control de la vida republicana. Observé cómo todo su pensamiento lo conduce, igual que a los políticos reformistas, al campo del fatalismo, de la resignación y la impotencia. En su mente, presa de las sostenidas campañas de propaganda reaccionaria, capaz de convertir mentiras en verdades, no cabe otra estrategia que las enmarcadas dentro de los esquemas de la política tradicional. Para este amigo, como para todos los que como él piensan, Venezuela y los países latinoamericanos no pueden modificar sus actuales estructuras sino en forma pausada, lenta; sin violentar el estado actual de cosas; sin chocar de frente contra las fuerzas opresoras. Su opinión es que debe desarrollarse una lucha que a través de la evolución del estado actual pueda transformar progresivamente el régimen de las instituciones políticas, económicas y sociales.

Su argumento fundamental para esta tesis, lo basa en el inmenso poderío del imperialismo y la oligarquía cuya fuerza descomunal sería empleada contra cualquier insurgencia de signo revolucionario o contra cualquier gobierno que trate de modificar la presente situación colonial.

Estas ideas fatalistas no están presentes sólo en la mente de mi amigo. Ellas pueblan el pensamiento político de nutridos grupos, de importantes sectores del mundo colonizado. En Venezuela, incluso arropan a una densa porción de la clase obrera, hoy bajo la influencia directa o indirecta de dirigentes desclasados, al servicio de la reacción. Este no es un caso singular, como tampoco el de mi fraterno amigo o el de las camarillas partidistas tradicionales. La influencia de las ideas reaccionarias en el seno de los pueblos mediatizados es lógico producto del control que ejerce el imperialismo y la gran burguesía intermediaria sobre todos los medios de divulgación y propaganda, que mantienen en sus manos como consecuencia del control del Poder Político.” La Guerra del Pueblo (págs. 15 - 17).

Transcrito este primer fragmento, les digo que la fuerza que me impulso hacer esto, es la gran cantidad de artículos de pensamiento crítico sobre los aciertos, errores, posiciones de dirigentes y funcionarios de la Revolución Bolivariana, que he leído durante este año 2014; y que han despertado en mi conciencia, esa preocupación que en su momento histórico, planteo ese Hombre curtido de luchas revolucionarias, Fabricio Ojeda.

Fragmento Dos: “Por mucho tiempo yo también participé de esta ideas. Creí honestamente que nuestro país y los de igual estructura, enclavados en el Hemisferio Occidental, en el área geográfica de Estados Unidos, tenia reservada una inmanente situación de dependencia. Creí igualmente que, como en el seno de una misma familia – la familia interamericana – el hermano mayor no rehusaría cualquier ayuda, cualquier desprendimiento generoso para llevar del brazo a sus demás hermanos y conducirlos a nivel superior, hacia un estado de pleno desarrollo que los colocara en capacidad de decidir por sus propios medio la existencia independiente. Esta conformación mental mía, que mucho me costó transformar, fue modelada principalmente por aquellas personas por las cuales, en el despertar de mis inquietudes intelectuales y políticas, sentí mayor admiración. A los 17 años ingresé a URD en Boconó, mi pueblo natal y del que nunca había salido.

Mi inscripción en el partido siguió a un elocuente discurso de Jóvito Villalba, a quien conocí ese día y por quien sentía profunda admiración debido a sus luchas el 28 y 36. En 1948, después de un año trabajando como maestro de escuela de la Creole Petroleum Corporation, trabajo que compartía con el estudio en el Liceo Hermágoras Chávez, de Cabimas, conocí Caracas y convertí en realidad el sueño de todo provinciano. Allí viví por mucho tiempo en la Casa Nacional Urredista,………. Jóvito asumió hacia mí una actitud casi paternal en sus deseos de ayudar a mi superación política, a mi formación Urredista. ……………. Mi cerebro giraba alrededor de sus consejos, charlas y libros que ponía en mis manos. Para mí el mundo era el mundo de Jóvito. Llegué a imitar sus gestos y hasta su tono de voz. …………….. A él le escuché las primeras tesis sobre la geopolítica y el destino de América constituida en gran nación. Y con él aprendí a ver nuestra política desde su punto de vista. Hay cosas que se hacen – decía constantemente – pero que no se dicen. Y éstas en el orden político, sólo se pueden realizar después de conquistar el poder. Más, si se dicen antes, nunca se podrá conquistarlo porque lo impide el poderío de la reacción.

URD – me dijo un día a propósito de un discurso que pronuncié en Cumaná – es un partido para llegar al poder y este objetivo no podremos  lograrlo si asustamos a la burguesía y a los americanos, con planteamientos muy radicales. Eso que dices – añadió – guardémoslo para hacerlo en el gobierno, no lo digamos ahora, pues de expresarlo, nunca lo podremos hacer.

Acepté tímidamente la recriminación del Maestro. Y solo de algún tiempo para acá vengo a comprenderla en su exacto significado. Es la misma tesis que hoy sostienen densos sectores del país bajo la misma influencia a que yo estuve sometido mientras no leí otros libros que los recomendados por los dirigentes urredistas; mientras no traté de buscar la verdad por mis propios medios, y romper las amarras intelectuales.

El caso personal que he relatado no es un hecho aislado. Es la razón por la cual la mayoría de los oradores adecos imitan a Rómulo Betancourt, los copeyanos a Caldera, y densos sectores de la población hacen suyas las ideas políticas del fatalismo y el reformismo. Así como mi cerebro giró alrededor de consejos, charlas y libros que me proporcionaban los dirigentes urredistas, los cerebros de una gran porción de la humanidad giran a torno del mundo creado por los ideólogos del IMPERIALISMO y divulgado por medio de sus películas, su literatura, su televisión, sus centros educativos, sus revistas, sus periódicos y sus líderes políticos.” La Guerra del Pueblo (págs. 18 - 21).

Cuando este Hombre Revolucionario escribió “La Guerra del Pueblo”, Yo, Dámaso Reyes apenas contaba con 6 años cumplidos. Sin embargo, aunque en ese momento no tenía conciencia política; leyendo el relato en el presente, pienso que su relato sigue teniendo vigencia. En mi ignorancia política, creo que muchas y muchos de los que hoy tienen responsabilidades de dirección y de decisión en el gobierno revolucionario y todos los que apoyamos el Proyecto Patria que nos dejo el Comandante Supremo Eterno Hugo Chávez – para fortalecer la Patria que nos entrego – deberíamos ver si en nuestro comportamiento están presente esas influencias de las que habla Fabricio Ojeda y pasar – como el mismo lo dice – de la política reaccionaria a la política revolucionaria, para así hacer la verdadera Revolución Bolivariana.

Casigua59@gmail.com



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