Cuando te ponen "esposas" se te acaba la libertad. Este término, sin embargo, no aparece como sinónimo de "manillas" o "grilletes" hasta la Edad Media, en que se utilizan estas herramientas para atar las manos de los reos.
Parece que las ideas del período asociaban el concepto de matrimonio directamente a la idea de falta de libertad.
Por supuesto, desde la perspectiva del hombre, evidentemente, heterosexual. Es él quien, al contraer matrimonio con una mujer, se siente preso, atado, y ella, la "mujer" es la culpable de este encarcelamiento.
Pero la etimología de la palabra dista mucho de este significado. Para seguir su rastro, hay que remontarse a la antigua Grecia, donde adquirió el sentido de "acuerdo".
La razón: cuando se sellaba un contrato, se derramaban unas gotas de una bebida (acción que en griego, se denominaba "spendo"), en concreto, de vino.
Como tantas otras palabras, el latín la recogió y la deformó, de manera que el nuevo término "sponsus" pasó a denominarse "aquella persona que adquiría un compromiso con alguien o con algo".
Del latín al inglés, y luego en lenguas romances como el castellano, si alguien se compromete a patrocinar una iniciativa se le llama "sponsor" (patrocinador). Y, finalmente, si alguien se compromete a casarse con otra persona, se convierte en una "sponsa" o un "sponsus".
Actualmente, el castellano conserva los sustantivos "mujer" y "marido" con este mismo significado, pero también las "esposas" como utensilios de represión, de privación de libertad.
Mireia Chavarria
@miretxebarria
Militante de En Lucha
Publicado originalmente en En Lucha