El voto y el mercado

La aventura humana de nuestra época —una exultante aventura—, consiste en crear las organizaciones necesarias para la formulación precisa de las diferentes opciones previas a las decisiones. Todas las realidades pueden dar lugar al ejercicio de la razón. Renunciar a calcular, a medir, a clasificar, lo que puede ser calculado, medido y clasificado, es contentarse con algo inferior al ejercicio completo de la razón.

Donde ni el mercado ni el voto permiten conciliar responsabilidades y libertad de acción, quedan única y sencillamente las reglas modernas del management. Lo que importa es la voluntad de liberar la iniciativa, de confiar en el pueblo, en todos los niveles. Todos los que son capaces de aprender y de actuar y no lo hacen por falta de responsabilidad, aportarían una inapreciable sobredosis de incompetencia.

Aunque nunca, hasta ahora, ningún Gobierno hasta la llegada del Comandante Chávez en 1999 se haya fijado este objetivo, se trata de implementar una empresa económica de producción de alimentos, y sin duda la más urgente, puesto que todo lo demás depende de ella y será modificada por ella. Cierto que se podría esperar que la evolución natural de las costumbres y la disgregación del antiguo sistema lo llevasen a buen término. Pero la Historia nos ofrece demasiados ejemplos de gobiernos que se han hundido poco a poco bajo el peso de su pasado.

La liberación de las iniciativas es uno de esos problemas de que suelen tratar los programas electorales. Y también, es la operación política más decisiva. No se llevará a cabo si no es querida, y para que lo sea es preciso, ante todo, que los responsables rechacen por su propia cuenta el escepticismo que impregna nuestra vida colectiva. El mismo hilo conductor debería guiarlos en la búsqueda de técnicos y de gerentes probos, capaces, cada vez más conscientes de las grandes orientaciones de la economía.

La aceleración del ritmo de crecimiento y los progresos de la previsión requieren cada vez más firme orientación a largo plazo. La elevación de los niveles de vida pone de manifiesto el retraso de los equipos colectivos —de los que depende cada vez más el bienestar, la “calidad” de la existencia—en relación con los consumos individuales. El mercado, útil revelador de una amplia gama de necesidades, no expresa las que habría que satisfacer con prioridad para organizar una sociedad más habitable. Operaciones tan cruciales como la expansión de la investigación en materia de alimentación, alcanza una envergadura tal que las empresas sólo pueden colaborar en ella, bajo la dirección del Estado. No es, pues, el momento de sugerir un “desentendimiento” del Estado, sino de proponer que éste se concentre en las supremas responsabilidades que nadie es capaz de asumir en su lugar.

Podemos pedir más planificación y más libertad sin caer en la logomaquia electoral. A pesar de las formas de pensar de la derecha, la liberación de las iniciativas y el dominio de los actos que afectan al futuro son ramas de una misma emancipación. Es indudable que no siempre es fácil conciliar la libertad de los oposicionistas con la estrategia del Estado socialista. Pero la experiencia rebate la creencia de un antagonismo de principios entre los dos términos. La lógica del liberalismo y la lógica de la planificación detallada andan igualmente cojas, porque una y otra amputan a los pueblos una parte de su poder creador.

La confianza y la libertad están ligadas por una inspiración común, la misma que definía Jaurès cuando resumía en estos términos los, a su modo de ver objetivos del marxismo:

“Marx declaró que, hasta ahora, las sociedades humanas han sido únicamente gobernadas por la fatalidad, por el ciego movimiento de las fuerzas económicas; las instituciones, las ideas, no han sido obra consciente de hombres libres, sino reflejo de la vida social consciente en el cerebro humano. Todavía nos hallamos en la prehistoria. La historia humana sólo empezará de veras cuando el hombre, escapando a la tiranía de las fuerzas inconscientes, gobierne la producción y la distribucción con su razón y su voluntad”.

¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los antiterroristas cubanos Héroes de la Humanidad!

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

¡Patria Socialista o Muerte!

¡Venceremos!


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Manuel Taibo


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