Convocatoria a la eliminación del odio político en Venezuela

Como las etnias africanas de hutus y tutsis que se mataron los unos a los otros y protagonizaron una de las contrataciones más brutales entre pueblos hermanos, hay locos en Venezuela que pretenden que hagamos lo mismo entre chavistas y antichavistas para luego conquistar el gobierno en un país lleno de cadáveres.

Enfermos de odio político aspiran callar a millones de venezolanos que no piensan como ellos. ¿Entonces dónde queda la libertad de expresión que predican sus dirigentes? Chavistas y no chavistas somos seres humanos.

Por iniciativa propia asumimos la tarea revolucionaria de brindar nuestros humildes conocimientos en Derecho Constitucional al servicio del proceso bolivariano y la defensa de la democracia y lo seguiremos haciendo. Buscamos para nuestros hijos una Patria de igualdad y paz como la soñada por mi padre que fue preso político durante esos gobiernos adecos y copeyanos.

Cuando el odio político se despliega por todo el país con varias semanas de mortales guarimbas, empiezas a darte cuenta que el peligro de una guerra civil no es una fantasía en Venezuela. Ha sido tanto el odio inyectado en las venas de miles o millones de venezolanos, que si hoy muchos ven normal el insulto, mañana podrían también justificar el asesinato por absurdas posturas partidistas. Veamos el ejemplo de las guerras en otras partes del mundo para caer en el mismo abismo, una de ellas ocurre actualmente en la República Centroafricana.

Venezuela debe retornar su conciencia de tolerancia y convivencia. Lamentablemente hoy es terriblemente complejo establecer una zona no confrontativa para el diálogo ciudadano, sobre todo cuando se aproximan eventos electorales, tal como sucede en Venezuela. Sin embargo, más allá de ese evento coyuntural, el Estado como paradigma universal en sí mismo ha sido confeccionado para jugarse el todo o nada, a favor o en contra, de un liderazgo político. Es entonces cuando el juego electoral deja de ser tal y adquiere características de guerra radical entre polos.

Construir una política sin agresividad y ánimos de triturar al adversario parece una aspiración quimérica que termina consumiendo a idealistas, impacientes y románticos en su necedad peregrina. No se trata de la confrontación entre el capital y el trabajo, una lucha que persiste hasta nuestros días, sino de un fetichismo por grupos y candidaturas que sustraen a los pueblos de la real posibilidad de resolver su destino al margen de rencillas, convulsiones sociales y traumas históricos.

Eso que llaman la agitación electoral promovida por los polos a través de tácticas de toda naturaleza, genera un ambiente de crispación que hace mella en el sosiego de los ciudadanos. Sólo cuando llegue ese futuro ideal que la filosofía social describe como la sociedad sin clases o la sociedad del hombre y la mujer nueva, tal vez la especie humana se haya elevado intelectual y culturalmente suficientemente para implementar una forma de organización comunitaria que no dependa de cíclicas guerras electorales ni vencedores, ni vencidos.

La humanidad deberá desarrollar una sociedad que se base en el consenso entre sus miembros y ya no en la conquista de la mitad más uno, que siempre deja inconformidades y reconcomios en los minoritarios y también entre quienes ganan. Pero mientras acumulamos fuerzas hacia ese estadio ideal, quienes propongamos el sueño de un diálogo humanista entre todos sin exclusión, ni distingo de credo, raza, religión o política.


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Jesús Silva R.

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

 jesussilva2001@gmail.com      @Jesus_Silva_R

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