Teoría Crítica, Pedagogía y Didáctica

La teoría crítica como cuerpo de ideas y de conjunciones teóricas  nace en el seno de grandes pensadores de la Escuela de Frankfort,  de la mano de luminarias de distintas disciplinas como, Adorno, Erich From, Benjamin, entre otros, en contraposición a la hegemonía congnitiva del Positivismo, que imponía su peso y dominio en el mundo de las ciencias y desde luego en todas las esferas de la vida.

Esta Corriente filosófica pretendía en sus orígenes demostrar el antagonismo paradigmático de una educación positivista en relación a la dinámica social, la cual es dialéctica y por tanto hay que abordarla de la misma manera.

Los críticos buscamos la conciencia reflexiva, recuperar el carácter político de los seres humanos, que el estudiante, hablando en términos de educación se transforme en un sujeto político, capaz de razonar y actuar en torno a las necesidades "reales" que le presenta la "realidad".

El fin último de esta pléyade de pensadores era una sociedad sin clases sociales, inspirados en las ideas del barbudo y maestro Carlitos Marx, ya que en la socialización de los medios de producción está la clave para una sociedad más justa e igualitaria, una sociedad socialista. Una sociedad bajo el dominio del mundo unipolar del positivismo depositario de conocimientos repetitivo no lograría ni logrará un mundo mejor, eso lo ha ido demostrando las interminables y cada vez más sistemáticas y cíclicas crisis del sistema que sustenta el positivismo, el capitalismo.

El ser crítico supone transformar el hábito en praxis, es decir, convertir nuestro código ideológico en una praxis revolucionaria, que el marxismo deje de ser un dogma y se "viva" se pregone menos y se haga más, no ser filósofos sino sujetos históricos.

Trasladando el tema de la teoría crítica al ámbito de la pedagogía, surge de otra generación importante de educadores como Freire, la pedagogía crítica, para contribuir en los estudiantes en su formación para la vida. El punto central de esta teoría es el cuestionamiento por parte de los estudiantes sobre lo que se estudia, es importante hacerlo para que se pueda romper la barrera que separa a un sujeto crítico de uno alienado, que acepta todo por mandato "divino" de quien lo domina.

Si quien ostenta el poder político, lo hace con el poder económico, es lógico pensar que la educación, siendo una función indeclinable del estado, sea intencionalmente planificada, diseñada y orientada en beneficio de los sectores poderosos; por lo tanto piensa Freire que la pedagogía debe ser planteada desde el oprimido y no para el oprimido. Es cada sujeto quien tiene interrogantes que hacerse y cada quien tiene un mundo en frente que cambiar; siguiendo la receta de los poderosos no vamos a cambiar las relaciones de producción y seguiremos simplemente siendo reproductores del sistema formados como marionetas de sus pretensiones.

La didáctica por su parte como brazo ejecutor de la pedagogía hay que transformarla también, porque los modelos didácticos del orden suelen estar diseñados para que operemos mecánicamente sin detenernos a pensar si es correcto así o, si por el contrario existe algún otro modo de aprender. Estamos rodeados y permeados por un mundo cada vez más técnico, no tecnológico como señalan algunos, todo nos separa cada día más y nos hace menos humanos, somos lo que sentenciaba Einstein, una generación de idiotas, producto de la didáctica de nuestros días, cada día operamos más y analizamos menos, porque estamos en un mundo de mercancías y para hacerlas se necesitan operarios, todo ya está establecido de algún modo u otro y el señor sistema no permite críticas.

Que distinto sería si como pedagogos "inventáramos" formas de construir el conocimiento con nuestros estudiantes y no para ellos, que de ellos surjan, por sus inquietudes, los caminos para alcanzar el conocimiento. Por qué no aplicar las matemáticas para demostrar la desigualdad social, para comprobar que es incorrecto el más personas vivan en menos espacios, que menos personas tienen más y que más personas comen menos.

Resulta a veces hasta "autohipócrita" tratar de demostrarle a nuestros hijos (incluidos los estudiantes, desde luego) del confort que genera el modelo capitalista, cuando es el confort del que ellos gozan producto de la ropa remendada que llevamos puesta hoy en día, sabemos que nunca lograremos el estilo de vida que ellos llevan, gracias a Dios no, pero sin embargo nuestro chip, inserto en nuestra cerviz, nos hace ser "optimistas" y no conduce por el camino del repetitivismo, (si no existe, la invento), acabamos siendo gendarmes de la orden sagrada del Señor Kapital.

Por qué en cambio no le contamos sobre los desastres cometidos en nuestro espléndido Abya Yala, porque no decir que el positivismo representa el saqueo, las conquistas, la búsqueda abusiva del oro, la matanza de aborígenes, la cacería de brujas, la repulsiva colonia, las pestes traídas a nuestra tierra, mal llamada nuevo mundo, hasta olvidamos a veces que en tierras venezolanas, en el escudo guayanés nacieron los tiempos, como mienta una canción; le quitamos lo genuino y legítimo a nuestro ser nuestroamericano, por darle grandilocuencia a una mancha en la historia del mundo que ha traído consigo la amenaza de la destrucción del planeta: el sistema capitalista.

De esta manera se empalman perfectamente la teoría crítica, la pedagogía y didáctica sin buscarle mucho argumento histórico-cognitivo-filosófico-antropológico-social y otros. Lo decía Simón Rodríguez, tenemos que ser originales como originales han de ser nuestros modelos, por tanto no busquemos en la lógica occidental nórdica la solución a nuestros problemas, siendo esta lógica la razón y causa de los mismos. Si educar es prepara para la vida, entonces tomemos en cuenta la vida de cada quien para que este se prepare para ella y no para la que otro quiere imponerle.



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José Barroso


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