Polo Patriótico y Revolucionario: Construir el Instrumento Político para la Nueva Hegemonía Socialista (1)

“Este Programa de Gobierno para la Independencia Nacional y el Socialismo que presentamos, no es más que una convocatoria a un amplio debate de ideas y propuestas en el seno del pueblo venezolano, que sirva para elaborar el II Plan Socialista de la Nación Simón Bolívar (2013-2019) y seguir conformando el Gran Bloque Histórico, democrático y popular integrado por los obreros y obreras, campesinos y campesinas, estudiantes, afrodescendientes, indígenas, académicos y académicas, pequeños y medianos productores y productoras del campo y la ciudad, comerciantes, transportistas, motorizados, maestros y maestras, profesionales de la salud y en general, servidores y servidoras públicos, mujeres, militares, pobladores, pescadores y pescadoras, cultores y cultoras, deportistas, líderes comunales y sindicales y de manera muy especial por la juventud venezolana”

I.- CONSTRUYENDO LA HEGEMONÍA SOCIALISTA-POPULAR-DEMOCRÁTICA:

Uno de los legados fundamentales del liderazgo de Hugo Chávez fue su comprensión de la acumulación de fuerzas y sujetos necesarios para lograr la construcción del Socialismo Bolivariano y Democrático del siglo XXI. Por tal razón, el Comandante Chávez habló de la construcción de un Gran Bloque Histórico Democrático y Popular (BHDP).

Hasta ahora, por múltiples condiciones objetivas y subjetivas, el llamado Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (GPP-SB) no ha logrado aún concretar el sueño de la Unidad Bolivariana, Democrática y Revolucionaria, así como la profundización socialista planteado por Chávez antes de su trágica partida física.

Estos apuntes pretenden ser una contribución a tan necesario debate, pues el instrumento político para la construcción socialista no puede ser exclusivamente una “maquinaria electoral” en clave mono-partidista, sino un vasto esfuerzo colectivo constituyente para reunificar, reagrupar, re-politizar una amplia Plataforma Política de Fuerzas Bolivarianas y Socialistas en un Polo Patriótico y Revolucionario en defensa de la Unidad Bolivariana y el avance revolucionario (PPR) para contruir las condiciones necesarias para la transición al Nuevo Socialismo para el siglo XXI.

II.- LA TAREA ESTRATEGICA DEL POLO REVOLUCIONARIO ES LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO BLOQUE HISTÓRICO DEMOCRÁTICO Y POPULAR:

El proyecto histórico de “construcción socialista” (su horizonte, su utopía concreta, sus diseños, sus planes) significa dar cuenta del proceso de transición post-capitalista, de su orientación, ritmos, posibles etapas y trayectorias; tomando en consideración las circunstancias y condiciones histórico-específicas del país: tanto las condiciones objetivas como las condiciones subjetivas, en el marco de las relaciones y prácticas predominantes del capitalismo dependiente nuestro-americano; y en nuestro caso particular: del Capitalismo Rentista Venezolano.

Las relaciones y prácticas predominantes del capitalismo rentista dependiente venezolano operan en el contexto de una particular combinación y desarrollo desigual de estructuras, procesos y relaciones en la esfera económico-productiva de la sociedad venezolana, una heterogénea composición de sus fuerzas productivas y relaciones sociales de producción, unos particulares procesos de trabajo, con su división social y técnica en diversos sectores y ramas de actividad económica, una específica composición social, étnica y de clases, que desde el punto de vista de la coyuntura da cuenta además de una correlación de fuerzas sociales y políticas, tanto en la llamada “sociedad civil” venezolana  como en la “sociedad política” (el sistema de partidos y los Aparatos de Estado), así como una particular estructura y diseminación de tendencias ideológicas (hegemónicas y subordinadas), de formas de conciencia e imaginarios sociales, así como las características concretas del campo cultural elitista, masivo y transnacionalizado subordinado a la ideología-cultura del consumismo globalizado, con sus “bloques intelectuales” y esferas de comunicación, mercadeo y publicidad de masas.

Un análisis en profundidad de todos estos ámbitos da cuenta del carácter predominantemente capitalista de la sociedad, aun luego de 15 años de amplia movilización de una coalición política y social bolivariana, de 10 años después de haber declarado el carácter anti-imperialista y anticapitalista de la revolución, y de 8 años después de la puesta en ejecutese del Primer Plan Socialista de la Nación. De modo, que los resultados alcanzados muestran el contraste entre los avances revolucionarios, las inercias de las cultura política de la cuarta república y las resistencias históricas de la estructura económico social capitalista.

Todo esto además marca sus perfiles con el despliegue aun incipiente e insuficiente de estructuras, procesos, relaciones y prácticas sociales prefiguradoras del Socialismo Bolivariano del siglo XXI en la esfera económica-social, asumidas por nuevos “factores políticos” y “bloques sociales e intelectuales anti-capitalistas”, que participan con distintos grados de organicidad tanto en las “fuerzas motrices”, “fuerzas principales” y “fuerzas dirigentes” del proceso bolivariano, en sus movimientos sociales, colectivos y franja de partidos, bajo programas con orientaciones “patrióticas, anti-neoliberales y progresistas” en términos generales, con algunas corrientes y organizaciones que se declaran abirtamente como revolucionarias, socialistas  e inspiradas en alguna u otra interpretación del marxismo; así como un campo cultural marcado por las tensiones entre lo masivo y lo popular alternativo, la propaganda de Estado y los esfuerzos contra-culturales, algunos alcances contra-hegemónicos, pero aún con un fuerte marcaje de la cultura polìtica clientelista y consumista; lo cual permite comprender la naturaleza de los conflictos, alianzas, oposiciones y antagonismos entre un viejo Bloque Histórico Venezolano (Pacto de dominación de elites), con sus Sistema de dirección hegemónica que no termina de morir y un nuevo Bloque Histórico (Programa “Independencia y Patria Socialista” 2013-2019) que no termina aun de nacer y consolidarse. Para nadie es un secreto que la perdida del estratéga del cambio revolucionario significó el riesgo del estancamiento del proceso, la dilatación de sus ritmos de avance, e incluso el peligro de severos retrocesos y reflujos del accionar del pueblo bolivariano. ¿Cómo avanzar en estas circunstancias?

Señala Gramsci para otro contexto histórico: “Si la clase dominante ha perdido el consentimiento, o sea, ya no es "dirigente", sino sólo "dominante", detentadora de la mera fuerza coactiva, ello significa que las grandes masas se han desprendido de las ideologías tradicionales, no creen ya en aquello en lo cual antes creían, etc. La crisis consiste precisamente en que muere lo viejo sin que pueda nacer lo nuevo, y en ese interregno ocurren los más diversos fenómenos morbosos”.

Mucho se ha citado a Gramsci para hablar de lo viejo que no termina de morir y de lo nuevo que no termina de nacer y desplazar a lo viejo. Pero lo cierto es que no se ha profundizado en las condiciones que explican por qué lo viejo sigue teniendo tal capacidad de gravitación en las situaciones. Mucho menos se reconoce como lo viejo se trasvasa a lo aparentemente nuevo; es decir, cómo lo nuevo aparece facilmente capturado y podrido por lo viejo que se niega a morir. Allí juega un papel fundamental aquel componente que inició el Primer Plan Socialista de la Nación: la “Ética Socialista”, tan olvidada en los discursos del presente, como un aspecto central del nuevo sistema hegemónico y de la ideología socialista que debería sustentarla. Para nadie es un secreto que uno de los mayores peligros de una revoluciòn es su des-moralización; es decir, cuando sus fuerzas dirigentes no aparecen revestidas de autoridad, prestigio y ejemplaridad revolucionaria.

Justo en este interregno, se le abren todas las oportunidades a la recuperación de la derecha, porque las bases sociales se desilusionan, se desencantan, pierden el entusiasmo pues las fuerzas dirigentes no muestran consistencia entre lo que dicen y lo que hacen, entre su modo de vida y los intereses reales que dicen defender. Y en este contexto, el peor error es suponer que la autoridad  consiste en el ejercicio autoritario del poder, en sustituir el convencimiento y el ejemplo, con el uso de la fuerza o la intimidación. Gran peligro se corre al no corregir tales desvaríos y momentos de debilitamiento de la fibra moral de las fuerzas dirigentes.

Por otra parte, entre los recursos con los que cuentan los sectores económicos dominantes y sus soportes de apoyo internacionales para imponer su concepción del mundo y su política en la actualidad están:

a)  el sabotaje económico que afecta las condiciones materiales de vida del pueblo,

b)  el control de las palancas y circuitos económicos esenciales del país,

c)  la permanente “guerra mediática” por imponer matrices de percepción, sentimientos, imágenes e ideas negativas sobre la realidad nacional, y

d)  la preparación de una intervención de factores militares (activos y retirados) contrarios al proceso bolivariano revolucionario.

Para evitar que la tendencia victoriosa sea la restauración de la vieja democracia representativa de partidos, propia del sistema populista de conciliación de elites; o peor aún, la emergencia de una derecha autoritaria y neo-fascista avalada por factores imperiales, es preciso evitar el predominio de éstas últimas amenazas políticas “morbosas, nocivas o malsanas”.

Eso sólo es posible si existe auténtica fortaleza intelectual, moral y política en la dirección revolucionaria, si existe además un reagrupamiento y articulación política de las fuerzas patrióticas, democráticas y revolucionarias (Unidad Bolivariana), alrededor de la consolidación y profundización del legado histórico de Chávez y la valoración unitaria de la significación geo-estratégica de la Revolución Bolivariana para las luchas anti-colonialistas, anti-imperialistas, anti-capitalistas continentales y mundiales.

De no ser así, el lento declive de la revolución podría cruzarse con la sorpresa de un esporádico auge del malestar y el descontento social, abriendo una extraordinaria oportunidad a una estrategia de “roll-back”; es decir, una estrategia de desmantelamiento del proceso bolivariano, para forzar el cambio en las principales políticas del Estado Venezolano, imponer un esquema de transición post-chavista, que implica por lo general la sustitución del régimen en el poder; estrategia que contrasta con la llamada “contención” que fue utilizada entre 1998-2001 para la prevención del surgimiento o expansión de un “Estado revolucionario”, o la distensión, que significa trabajar en función de una relación de cooperación mutuamente provechosa con un Estado considerado oponente de la política de Washington. ¿Estaremos ante un intento de desmantelamiento del legado de Chávez y de la revolución bolivariana?

III. SUPERAR LA CONCEPCIÓN SOBRE-ESTRUCTURAL DE LA HEGEMONÍA:

En anteriores documentos, hemos planteado la necesidad de superar una concepción sobre-estructural de la hegemonía en la construcción del nuevo Bloque Histórico; aquella concepción que la reduce al ámbito de la dirección cultural, intelectual y comunicacional de los “Aparatos Ideológicos de Estado”, desvinculándola de la Hegemonía en el terreno de la Sociedad Política y de los Aparatos Económicos: de las Grandes Empresas, Fábricas, Pequeñas y Medianas empresas, Comercios, Bancos, Seguros, Unidades de Producción, Talleres, Cooperativas, Empresas Familiares, etc.; es decir, en el terreno de las estructuras económico-sociales, de sus relaciones sociales de producción, distribución, intercambio y consumo de satisfactores (bienes y servicios); en la dirección e influencia del nuevo Sistema Hegemónico  en el “mundo económico-social”, en sus estructuras, procesos, relaciones y prácticas.

De nuevo citaremos a Gramsci: "...si la hegemonía es ético-política no puede no ser también económica, no puede no tener su fundamento en la función decisiva que ejerce el grupo dirigente en el núcleo decisivo de la actividad económica".

No hay que perder de vista tales palabras. La correlación de fuerzas en el campo económico-social sigue favoreciendo a las fuerzas económicas capitalistas, pues el análisis permite establecer precisamente esto: ¿Cuáles son las fuerzas dirigentes y dominantes en los espacios decisivos de la actividad económica de la sociedad venezolana en la actual coyuntura? ¿Cómo acumular fuerzas y a través de qué tipo de instrumentos organizativos de lucha, para modificar el predominio de la hegemonía capitalista en la dirección del proceso económico venezolano?

Y en el terreno de las políticas económicas: ¿Cuáles son los bloques intelectuales e ideológicos que dirigen las concepciones hegemónicas de política económica que aparecen en la esfera de la opinión pública como “medidas económicas inevitables”? ¿A cuáles sectores, grupos y clases son favorables las “medidas económicas inevitables” que se anuncian desde ciertos “bloques intelectuales” para corregir los rezagos y desajustes del sistema socioeconómico venezolano?

La Revolución Bolivariana ha planteado que la Democracia Participativa y Protagónica (DPP) y el Poder Popular (PP) son palancas esenciales del Nuevo Socialismo Bolivariano para el siglo XXI, que deben desplegarse no sólo en el ámbito de la democracia política o cultural, sino en el terreno de la transformación material: la democracia social y económica. ¿Cumple acaso la revolución con la democratización del poder económico y social?

De manera que hay que hacerse varias preguntas: ¿Cómo participa el Poder Popular y la Democracia Participativa en la conformación de un nuevo Bloque Histórico y en el Sistema Hegemónico que dirige los procesos y relaciones económico-sociales? ¿Dirigen efectivamente el Poder Popular y las clases trabajadoras las actividades económicas decisivas de la sociedad venezolana? ¿Cuáles sectores, grupos y clases tienen no sólo la propiedad, sino la posesión efectiva de los espacios de comando de la estructura, procesos, relaciones, prácticas y políticas económicas en Venezuela? ¿Quiénes ejercen el poder económico y social en Venezuela: cuáles fuerzas sociales y políticas, cuáles “Grupos Económicos de Poder? ¿Cuentan las fuerzas revolucionarias con un adecuado mapa del poder económico y social del país, caracterizando sus sectores económicos y fracciones de clases fundamentales, sus índices de concentración monopólica y oligopólica en sectores, sus alianzas y tensiones internas, sus espacios territoriales, sus alianzas internacionales?

La transformación de las relaciones de poder en el sistema económico-social es esencial y fundamental para avanzar en la transición post-capitalista. Este es el ABC de cualquier transición al socialismo. Suponer que en lo inmediato sólo con el despliegue del una red de Comunas que prefiguran el Sistema Económico Comunal, aún sin escalamientos productivos, sin grandes coeficientes técnico-productivos, sin capacidad de construir una vasta área de economía social y propiedad social directa e indirecta, se podrá contener y derrotar a las fuerzas económicas capitalistas, sus monopolios y oligopolios, es o una gran ingenuidad o una gigantesca dosis de cinismo. ¿Puede derrotarse una campaña sistemática de sabotaje económico sin la movilización revolucionaria del pueblo bolivariano?

Por tanto, no basta desplazar del Gobierno a los representantes políticos tradicionales de los sectores económicos dominantes (AD-COPEI, ahora la MUD-MID), sin alterar el ejercicio de poder, el gobierno y las relaciones de poder en las funciones de acumulación, crecimiento y distribución económica (FEDECAMARAS-VENANCHAM-GRUPOS ECONÓMICOS DE PODER), así como la  función de legitimación y regulación política que cumple el Estado capitalista sobre las “condiciones generales externas del modo de producción capitalista”. No podrá derrumbarse el Estado Burgués, por más autonomía relativa que tenga, si permanecen intactas las relaciones de producción capitalistas; en fín, las relaciones de poder capitalistas en la estructura económico-social de la sociedad venezolana.

Más allá de la retórica socialista en la elaboración legislativa, en los nombres de los Ministerios o Aparatos de Estado, o en la intencionalidad subjetiva de algunos de los agentes decisores del Gabinete de Gobierno; el asunto clave es responder a la siguiente interrogante: ¿Se superan o no las relaciones de poder, las prácticas y políticas favorables al capitalismo, favorables a la reproducción ampliada de la “estructura de comando y valorización-explotación capitalista” en las funciones del Estado Venezolano?



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Nahual Zapata


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