EL Consejo del Gobierno Popular del MPPEU: ¿Sacudón o gatopardismo?

Ante el cúmulo de acciones políticas incumplidas y de los retrocesos reaccionarios luego de incipientes avances progresistas por parte de nuestros dirigentes gubernamentales, se adquiere la predisposición de precaver ante nuevas acciones anunciadas y de jugar adelantado para intentar evitar que pase eso otra vez. Tratando de empeñar todo el esfuerzo posible para que se materialicen en logros efectivos de consolidación revolucionaria. No se nos escapa que muchos de los incumplimientos y retrocesos son producto de la lucha de tendencias o corrientes al interior del proceso y del gobierno en la que los grupos de la “derecha endógena” enquistada en la burocracia gubernamental y la dirección del PSUV se sobreponen y logran bloquear avances y profundizaciones socialistas de la revolución. Suelen encubrir sus acciones bajo la táctica del gatopardismo: “cambiar para que todo sigua igual”. Se hacen pasar como favorables a los cambios pero los desfiguran, tergiversan y neutralizan en el camino. Del color rojo vivo pasan las cosas a la pálida tonalidad del amarillo apio. Esto es, desnaturalizan las transformaciones socialistas al convertirlas en reformas burguesas. Por ello es que ante toda propuesta de cambio hay que repetir siempre la pregunta del Comandante Chávez: “En esa propuesta, dónde está el socialismo?”

A partir de lo dicho, podemos entender que el convocado sacudón antiburocrático en el gobierno es producido para atenuar o hacer desaparecer (dependerá de su alcance), la contradicción pueblo-gobierno y base-dirección del PSUV. Se intenta con ello entrar nuevamente en sintonía con las expectativas e intereses populares con el propósito de que nuestro pueblo sea la base fundamental de sustentación y expansión del cambio socialista y no exprese su descontento por la ineficiencia gubernamental y contra la burocracia alejándose del respaldo al gobierno revolucionario.

De allí que es vital que el sacudón antiburocrático en el gobierno se realice plenamente. De este modo desalojaríamos a la derecha endógena y rescataríamos aumentándolo el respaldo popular a la vez. Ahora bien, el rescate y aumento del apoyo popular, para que sea realmente revolucionario, debe lograrse con su efectiva participación decisoria y contralora en todas las instancias de gobierno. Por consiguiente, la propuesta de constituir los Consejos de Gobierno Popular en los ministerios y otras instancias gubernamentales no debe derivar en meros apéndices administrativos obedientes o de simple consulta, a semejanza de los decorativos jarrones chinos, como los quiere la derecha endógena y la burocracia. Deben ser expresión del poder dual o popular autónomo. Esto es parte del elemental ABC del socialismo revolucionario: SIN PODER DUAL O POPULAR AUTÓNOMO NO HAY REVOLUCION. El poder popular no puede ser subordinado al poder del Estado ya que lo anula por más articulación que deban tener mientras dure la confrontación con la burguesía endógena y la imperialista. Debe ser al revés: el poder del Estado se va transfiriendo progresivamente al pueblo organizado en “soviets” o Consejos Populares de Gobierno. Cuya característica más resaltante de su poder es la práctica prevaleciente del ejercicio directo y no-representativo de la democracia en la toma de decisiones que conlleva a la consulta permanente, rendición periódica de cuentas y la revocabilidad inmediata de quienes momentánea o transitoriamente deban ser delegados para cumplir funciones. El socialismo para serlo, redefine todas las relaciones sociales emancipadoramente, entre éstas, las relaciones sociopolíticas. Es decir, durante la transición socialista se van eliminando las mediaciones administrativo-burocráticas que mediatizan el ejercicio directo de la nueva ciudadanía colectiva y su institucionalidad. Se elimina, por ejemplo, la mediación o representación de los abogados ante los tribunales populares, lo que supone una apropiación de saberes y haceres de legalidad justiciera por el pueblo frente al monopolio de quienes se los han apropiado. Asimismo los sindicatos y federaciones de los trabajadores que se han apropiado burocráticamente de prácticas defensivas que en el pasado eran colectivas, para defender sus reivindicaciones; y de esa misma manera todas aquellas interposiciones (p. e. los centros estudiantiles y FCU) que obstaculicen la participación directa. Todas estas mediaciones burocráticas por ser funcionales al Estado burgués, son parte del Estado a derruir por el Poder Dual del Pueblo quien será, al apropiarse del destino de sus vidas autónomamente, el único poder que podrá sustituir al Estado Burgués y cuya reforma revolucionaria consiste en su progresiva desaparición al ir absorbiendo sus funciones en la nueva por autónoma, institucionalidad popular.

Por lo expuesto, creemos que la convocatoria hecha por el MPPEU a la constitución de su Consejo de Gobierno Popular no debe manifestarse en una instancia reducida a la consulta del Ministro como está contemplada en el organigrama propuesto. Esta instancia debe ser la expresión última decisoria, contralora y coordinadora, no tan solo de consulta, de una vasta red de Consejos de Gobierno Popular que la sujeta en sus decisiones para evitar una nueva cúpula burocrática, constituidos o conformados democráticamente a nivel de cada institución universitaria e integrados en una coordinadora, a su vez, por los Consejos de los Trabajadores docentes, administrativos y obreros, que junto a los Consejos Estudiantiles y los Consejos Comunales de cada territorialidad universitaria, cogobernarían al lado de las autoridades designadas o electas. De suyo esta estructura político-organizacional consejista implicaría una transformación revolucionaria de las instituciones universitarias de carácter popular que se pudiera resumir en la consigna UNIVERSIDAD CONSEJISTA como lo ha propuesto el Movimiento 3 de Octubre de la UNESR. Dicha estructura de nueva institucionalidad universitaria sería el soporte posibilitador de todas las demás transformaciones: académica, de investigación, de relacionamiento comunitario, de gestión funcional, etcétera.



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Jorge Díaz Piña

Doctor en Ciencias de la Educación (ULAC), Magister en Enseñanza de la Geografía (UPEL), Licenciado en Ciencias Sociales (UPEL). Profesor universitario de la UNESR

 diazjorge47@gmail.com

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