Jorge, doblemente maestro…

No era muy alto de estatura aquel niño nacido en Carora, estado Lara el 16 de febrero de 1942, pero que con el tiempo, en su corta vida de apenas 34 años de edad se convirtió en un gigante en todo el sentido de la palabra. En la escuela Normal de Rubio, estado Táchira obtuvo el grado académico de maestro y se largó por los caminos de la patria a derrotar al analfabetismo que nos mantenía mudos y atados de manos sin poder comunicarnos los unos a los otros, siendo pasto fácil de los “ilustrados” que gobernaban a Venezuela como si fuera su propia hacienda, su bodega, su garito. En 1959, Jorge Antonio, el hijo de Eloína Rodríguez, encaramado en la plazoleta del edificio Nacional de Barquisimeto procedió a la quema de un enorme muñeco de trapo que representaba el analfabetismo, anunciando así el inicio de una campaña destinada a derrotar las tinieblas y dar paso a las luces. Tenía apenas 17 años y ya su madurez anunciaba el inicio de un camino irreversible en su lucha por la emancipacipación del pueblo.

Derrotada la dictadura perejimenista, Jorge se viene a Caracas e ingresa a la Facultad de Humanidades de la Universidad Central de Venezuela. Formaba parte de la juventud rebelde de Acción Democrática que se enfrenta a las políticas entreguistas y pro imperialistas de Rómulo Betancourt, lo que a la larga produce la división de ese partido y la fundación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), con el poeta Muñoz, Carmelo Laborit, Domingo Alberto Rangel, Simón Sáez Mérida y otros connotados dirigentes a la cabeza. Jorge, desde la UCV, en su condición de Delegado al Consejo Universitario, junto a Julio Escalona presidente de la FCU, de Freddy Solórzano, Beltrán Hadad, Marcos Gómez, Judith Valencia, Juvencio Pulgar y otros, acompañando al Rector de la dignidad Jesús María Bianco, liderizó reuniones, marchas, asambleas, encuentros nacionales e internacionales, siempre en defensa de los derechos estudiantiles y del pueblo y en contra de la represión, la tortura y las desapariciones políticas, prácticas comunes de la policía política de los gobiernos adeco-copeyanos.

En 1972, Jorge es detenido y enviado a la cárcel de Sabaneta en Maracaibo, estado Zulia. Desde allí lidera una huelga nacional de presos políticos y como resultado, muchos combatientes revolucionarios salieron en libertad. Jorge lo logra en julio de 1973 para salir disparado a recorrer Venezuela impulsando la táctica del voto nulo bajo la consigna de “votar para qué”. El 19 de noviembre de ese mismo año, en la antigua sede la de la Asociación Venezolana de Periodistas Jorge, junto a otros compañeros funda la Liga Socialista, organización que se correspondía con la tesis de que “hay que trabajar sin falta allí donde estén las masas”, combinando las diferentes formas de lucha y organización. Estas tesis, inspiradas en el marxismo.

Testigos fuimos del accionar de aquel gigante. La gran marcha antiimperialista que cruzó la patria desde el Oriente hasta el Zulia para protestar por la “nacionalización farsesca”, fue inspirada y conducida por él. El primer Congreso Obrero celebrado en el Teatro Caracas, allí le escuchamos uno de su más brillante y profundo discurso llamando a elevar el trabajo revolucionario en el seno de la clase obrera convirtiéndola en el centro de toda la política de la Liga Socialista y entender que sin ella la toma del poder no sería posible. En la I Asamblea Nacional de la Liga Socialista realizada en junio de 1975, Jorge, organizador nato, presentó un informe pormenorizado de la situación política; viajó a todas las regiones explicando la necesidad de crear un verdadero partido del proletariado; inaugurando casas de la Liga; creando comités obrero-campesinos; hablándole a los estudiantes que participaban en el Movimiento Estudiantil por la Unidad del Pueblo; creando la Liga de Mujeres; el movimiento de los pioneros; fundando la Escuela de Cuadros; escribiendo junto a Oscar Battaglini profundos análisis que fueron publicados en el periódico El Basirruque; haciendo presencia activa en elecciones sindicales como las de SIDOR, los textileros, las petroleras de Lagunillas, las de frioking, las industrias pesqueras de Cumaná. El internacionalismo proletario lo llevaba en la sangre, así lo demostró ante la caída de Allende y aún más en el asesinato de Miguel Enríquez el Secretario General del MIR chileno; condenando el bloqueo a Cuba y celebrando la victoria del pueblo de Viet Nam contra el imperialismo yanqui.

Una vez, viajando juntos en su Ford Falcón, conocí su ciudad natal, Carora. Allí comprendí de manera cabal el por qué Jorge era un maestro. Primero visitamos la casa de un familiar suyo de buena posición económica. Nos ofrecieron tomar café y desayunar y el maestro amablemente se excusó. Luego llegamos a una humilde vivienda que tenía en el patio un fogón que todo lo tiznaba y saliendo detrás de una cortina una mujer morena, delgada pero fuerte, con el pelo negro durmiéndole en la espalda le abrió los brazos y Jorge se dejó atrapar como un niño. Era su madre Eloína que lo llenó de besos y luego se sumó una hermana y los tres juntos se me acercaron y allí fue donde Jorge, muy contento dijo: “compae Félix, aquí sí nos tomaremos un pocillo de café, en este hogar proletario”.

Jorge fue y lo seguirá siendo un revolucionario en toda la extensión de la palabra, el eslabón más alto al cual puede alcanzar un luchador político. Como escribe David Nieves Banchs en el prólogo al libro “El pensamiento de Jorge Rodríguez”, “Hubiese querido ser yo el muerto porque la vida de Jorge no tenía precio, y valía más que la mía”. Quienes le conocimos podemos afirmar que no había mancha en aquel hombre inquieto, estudioso, sagaz, que siempre andaba con el cuchillo en la boca como él solía decir, intrépido que se enfrentó a sus asesinos sin soltarles una sola palabra a no ser aquellas donde les dijo “ ¿Y piensas que somos libres, creen que sus grises alambradas, sus garitas con ojos de miedo, sus guardianes que no son libres, sus consciencias que son abismos de oscuridad, sus mentes que son torbellinos de maldad, pueden detener el viento de la libertad, la inmensa felicidad que sentimos de luchar?”. Cuando nos dio la clase inaugural en la Escuela de Cuadros, con la sencillez más breve y a la vez profunda, hizo un repaso por la historia de Venezuela; habló de nuestros aborígenes; de Bolívar y su proyecto traicionado por la oligarquía; nos dijo quién fue Zamora y la Guerra Federal. Nos presentó a Marx, Lenin, Ernesto Guevara, Fidel, Mao. Nos invitó a leer a los autores nacionales de novelas y cuentos y de poesía. Pero por sobre todas las cosas nos invitó a amar al pueblo, a no defraudarles, a confiar en él, atrabajar por su felicidad, a no robar los dineros públicos, a no ser arrogantes en los cargos. Nos dijo que no se podía ser revolucionario si no se practicaba con la verdad, con la ética y la moral socialista. Nos dijo que debíamos ser militantes críticos y autocríticos pero leales.

Jorge, en apenas 34 años de vida terrenal nos deja como legado su ejemplo imperecedero. Este maestro de escuela y de la calle debe ser referencia obligada en cada acto que como revolucionarios hagamos. Este hombre que con su ejemplo vital nos enseñó a no ser mezquinos ni intrigantes, a ser verdaderos camaradas en la palabra y en la acción, a respetarnos los unos a los otros, a no ser falsos para poder mirarnos como él nos miraba a todos, con bondad, con cariño, con su modestia a toda prueba. Por todo esto y mucho más, la palabra de Jorge Antonio Rodríguez, mi maestro, nuestro querido maestro, en momentos difíciles debe salir a flote para recordarnos que “Debemos perseverar en el camino de la unidad, desplegando con vigor y defendiendo con acertada decisión nuestra política, aplicándola en forma perseverante y teniendo ilimitada confianza en las masas. Nuestra política es justa, ella aprenderá aún más de las masas, se corregirá, enriquecerá y perfeccionará y por consiguiente ayudará a la unidad”.

Con Jorge digamos pues, seamos consecuentes con nuestro grito de combate: el socialismo se conquista peleando, peleando hasta vencer que el pueblo organizado conquistará el poder. No desmayemos ni un minuto de esa pelea que tiene como límite la victoria o la muerte. Al cumplirse este 25 de julio de 2014 el 38° aniversario de tu siembra, vivirás por siembre en el recuerdo de este pueblo cimarrón que te enseñó a luchar y a quien le dejaste por siempre y para siempre tu ejemplo de revolucionario insigne, sin mancha y sin copia.

 

canaimaprofundo@hotmail.com



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