El eterno retorno de la historia

Carlos Marighella renuncia al partido

La acción revolucionaria dirigida a la conquista del poder político por el pueblo, no se hace desde alianzas con la burguesía, prepotencias y arbitrariedades de la institucionalidad o de un partido, sino desde la lucha armada. Planteamiento que encontramos tanto en la renuncia al Parlamento de Fabricio Ojeda (1), y en la de Carlos Marighella al partido comunista brasileño (PCB) (2), –uno en un contexto ‘democrático’ el otro, desde una dictadura-. Combatientes asesinados por el terrorismo de Estado de su tiempo. También denuncian el dominio de los intereses y/o protagonismo personales o de grupo sobre lo colectivo.

Leyendo los argumentos de estas renuncias, nos damos cuenta de la repetición de eventos a pesar de las acciones para impedirlo, y nos preguntamos, si estaremos condenados al ‘eterno retorno de lo mismo’. Uróboros, en el esfuerzo inútil por empujar hacia una sociedad Otra, diferente cualitativamente a la actual.

Sustanciando lo anterior, y en el marco del III Congreso Ordinario del PSUV, previsto para julio del año en curso, compartimos la carta renunciando al ejecutivo del Partido Comunista Brasileño de Marighella en 1966, -año del asesinato de Fabricio-. Nos interesa resaltar las causalidades y semejanzas, donde no sólo nos suceden los mismos acontecimientos de otrora, sino también los pensamientos, sentimientos e ideas. ¿Será que los hombres y mujeres, hacedores de la historia, no vamos a superar el castigo que los dioses impusieron a Sísifo? ¿Presenciamos el eterno retorno de la historia? ¿Lo aceptamos como proceso sociopolítico inevitable? ¿O nos esforzamos por vivir la vida como obra, crear luchar y vivir (Estética), oponiéndonos a cualquier orden de la desigualdad y opresión (Ética) (3)?

Les dejamos con la renuncia en cuestión…

Río, 10 de Diciembre de 1966.

A la Comisión Ejecutiva.

Estimados Camaradas:

Les escribo para solicitar mi dimisión del actual Ejecutivo.

El contraste de nuestras posiciones políticas e ideológicas es demasiado grande y existe entre nosotros una situación insustentable.

En la vida de un combatiente, es preferible renunciar a una convivencia formal a tener que vivir en choque con la propia conciencia.

Nada tengo que oponer a los camaradas en lo personal.

En el trabajo bajo el título "Lucha interna y dialéctica", publicado en la "Tribuna de Debate" y en un folleto procuré dejar clara la idea que tengo sobre la innecesario del tono personal en la lucha interna.

En verdad, ninguna persona por sí sola está en condiciones de determinar la marcha de la historia, cosa que compete, sin ninguna duda —y antes de todo— a las masas trabajadoras.

Lo que hace ineficaz el Ejecutivo es su falta de movilidad, es no ejercer el comando efectivo y directo del Partido en las empresas fundamentales del país, es no tener actuación directa entre los campesinos.

El centro de gravedad del trabajo ejecutivo reposa en hacer reuniones, redactor notas políticas y elaborar informes. No hay de este modo acción planeada, la actividad no gira alrededor de la lucha.

En los momentos excepcionales, el Partido inevitablemente estará sin conductos para movilizarse, no oirá la voz de comando, como pasó en ocasión de la renuncia de Janio y la deposición de Goulart.

Solicitando dimisión del actual Ejecutivo —como lo hago aquí— deseo hacer público que mi disposición es luchar revolucionariamente junto con las masas y jamás estar a la espera de las reglas del juego político burocrático y convencional que impera en la dirección.

I. LA CIRCULACIÓN DE LAS IDEAS

Una de las cuestiones en la cual el Ejecutivo se muestra temeroso y conservador es lo que se refiere a la aparición de libros y a la circulación de las ideas.

Hace aproximadamente año y medio publiqué el libro "Por qué resistí a la prisión".

La experiencia de las direcciones pasadas en materia de apariciones de libros, no es buena. Las direcciones ejecutivas dificultaban o impedían tal cosa por intermedio de subterfugios, al retener los originales o ejercer la censura previa.

Los camaradas del Ejecutivo actual reclamaron, sin embargo, que sólo a posteriori a tomarían conocimiento del mencionado libro.

Aun así, no lo discutieron; sobre el mismo no emitieron ninguna opinión, a pesar de que fueron interpelados por militantes y otros dirigentes.

Ahora, pasado ya más de un año, los compañeros hacen autocrítica por la omisión, y opinan sobre el libro y considerando buena la primera parte (la cual hace el relato de la prisión). No están de acuerdo, sin embargo, con la segunda parte (la que expone los asuntos ideológicos y políticos), porque ésta —según piensan— es contra la actual línea del Partido.

Parece extraño condenar una parte del libro y no condenar igualmente la otra.

Las dos partes son indivisibles. Una es la secuencia de la otra. Hay una interacción entre ellas, una relación causa-efecto. La resistencia a la prisión no habría ocurrido si los motivos políticos expuestos en el libro no la justificasen.

Pero los compañeros no atienden a esta evidencia. Entran por el terreno de la abstracción y del agnosticismo kantista y separan cosas que son inseparables.

Y van más allá aún, al sostener la tesis de que un miembro de la dirección no puede escribir públicamente, discrepando.

La tesis es stalinista, pero ahí la tenemos de vuelta.

La discrepancia nunca es un hecho repentino, sino la maduración de un proceso contradictorio, que ayuda siempre a que se abra el debate, sobre todo cuando el último fue trabado hace seis años atrás.

Y es exactamente en este momento —con los debates abiertos— que los compañeros afirman la imposibilidad de la discrepancia pública.

Se recae, así, en la "teoría de la unanimidad" la cual tanto daño hizo en el pasado. Se vuelve a la concepción anti-marxista y anti-dialéctica del "núcleo dirigente" monolítico, sobrepuesto al colectivo. En suma, se trata de una tentativa de intimidación ideológica, el recurso a una forma de coacción para evitar la circulación de las ideas que son temidas.

Sin embargo, revelar las contradicciones es una forma y hasta un mismo método para superarlas, siempre y cuando las ideas entren en confrontación una con las otras y la práctica es tomada como criterio para atestiguar la verdad.

2. DE DONDE VIENEN LAS DISCREPANCIAS

Nuestras discrepancias no son de ahora. Vienen de mucho antes. Crecieron a partir de los acontecimientos subsecuentes a la renuncia de Janio, cuando nuestra falta de preparación política e ideológica quedó demostrada.

En 1962, ante el colectivo del Partido, critiqué los métodos no marxistas, los residuos del individualismo en la dirección y la ausencia de a toma de posiciones ideológicas frente a nuestra falta da preparación.

El golpe de abril —victorioso sin ninguna resistencia— mostró una vez más que política y sobre todo ideológicamente no estábamos de hecho, preparados.

La resistencia a la prisión y el libro que trató del asunto sólo significaban aquella toma de posición frente a la falta de preparación y a la perplejidad general.

Esa falta de preparación ideológica y política del Ejecutivo —según pienso— se revela en sus concepciones, ya ahora puestas en duda por muchos militantes.

Son concepciones imbuidas del fatalismo histórico de que la burguesía es la fuerza dirigente de la revolución brasileña. El Ejecutivo subordina la táctica del proletariado a la burguesía, abandona las posiciones de clase del proletariado. Con esto, pierde la iniciativa, se queda a la espera de los acontecimientos.

El libro que publiqué bajo el título "La crisis brasileña" (ensayos políticos) es exactamente una contribución al debate ahora abierto sobre las posiciones de la dirección, posiciones que vengo combatiendo públicamente, amparado en el principio de la libre discusión.

No veo mal en combatir tales posiciones, pues lo que todos deseamos es un Ejecutivo en condiciones de ir hacia la acción y manejar el método dialéctico-materialista.

3. LAS ILUSIONES DE CLASE

Las ilusiones del Ejecutivo —perdónenme los compañeros— permanecen intactas. Por eso es que las vimos reflejadas en las ilusiones de una buena parte de los dirigentes y militantes que creían en líderes burgueses, como Juscelino, Ademar, Amaurí Kruel, Justino Alves y otros y tenían esperanzas en la resistencia que prometían hacer contra la dictadura. El episodio de la eliminación de la vida política de Ademar no fue, sin embargo, la última decepción.

Tenemos ahora el caso del "frente amplio"(4). El Ejecutivo se manifestó con inequívocas simpatías por el "frente amplio", renunciando a criticarlo y a esclarecer a las masas su significado.

Lacerda —líder fascista— quiere hacer su propio partido, exhibiéndose como popular y reformista.

El Ejecutivo encuentra que todo eso es "un hecho político positivo" ("Voz Operária", no. 22, nov. de 1966) (5) admitiendo que el "frente amplio" venga a tener la capacidad de luchar contra la dictadura, por las libertades y los intereses reales del pueblo brasileño.

La jugada de Lacerda es abrir nuevos caminos para servir al imperialismo norteamericano y evitar la liberación nacional de nuestro pueblo. Lacerda es incapaz —por su situación de clase— de luchar realmente por el pueblo, contra el latifundio y el monopolio de la propiedad privada de la tierra, en favor de los campesinos y en favor de la clase obrera. Lo que Lacerda pretende —según se deduce de los hechos— es la colaboración de clases, es la conciliación que lleve apoyar a Costa e Silva.

El Ejecutivo calla sobre eso, ayuda a sembrar ilusiones.

Las ilusiones son justificadas en nombre de la divulgación política amplia, en nombre del combate al sectarismo y al izquierdismo, mientras se desprecia la lucha en favor de la ideología del proletariado. Se olvida el papel del Partido marxista, de su independencia de clase y se cae en el servilismo ante la burguesía.

En vez de combatir las ilusiones, el Ejecutivo se apresuró en combatir con revanchismo, adoptando una posición burguesa; como si no debiéramos señalar al proletariado los crímenes golpistas, denunciar sus crímenes y llamar a sus autores a la responsabilidad. Como si no debiéramos ajustar cuentas con la dictadura a la manera proletaria, o "a la manera plebeya", según diría Marx en su tiempo.

4. CAMINO ELECTORAL O CAMINO ARMADO

El Ejecutivo piensa aún infligir a la dictadura "derrotas electorales" capaces de debilitarla. Y da gran importancia al MDB (Movimiento Democrático Brasileño) señalándolo como capaz de permitir la aglutinación da amplias fuerzas contra la dictadura. O entonces apoya el "frente amplio" de Lacerda.

¿Eso no significa querer deshacerse de la dictadura delicadamente, sin ofender a los golpistas, uniendo griegos y troyanos?

En lugar de una estrategia y táctica revolucionaria, todo es reducido -abierta o veladamente-, a una imposible e inaceptable salida pacífica, a una ilusoria redemocratización (impropia hasta en su término).

Parece que no se comprendió a Lenin, cuando en Dos Tácticas afirma que "los grandes problemas de la vida de los pueblos se resuelven solamente por la fuerza".

En otra parte, hablando sobre la victoria, agrega Lenin, que ésta "deberá apoyarse inevitablemente en la fuerza armada de las masas, en la insurrección y no en tales o cuales instituciones creadas "por vía legal" y "pacífica".

Después de haberse hablado tanto que a la violencia de las clases dominantes se respondería con la violencia de las masas, nada fue hecho para que las palabras coincidieran con los hechos. Se olvida lo prometido y se continúa predicando el pacifismo.

Hace falta el impulso revolucionario, la conciencia revolucionaria, la cual es generada por la lucha.

La salida en el Brasil —la experiencia actual lo está demostrando— sólo puede ser la lucha armada, el camino revolucionario, la preparación de la insurrección armada del pueblo, con todas las consecuencias e implicaciones que de ahí resulten.

Lenin ya había dicho en su obra mencionada:

"Es verdad que nuestra influencia, la de los socialdemócratas (es decir, la de los comunistas) sobre la masa del proletariado aún es muy insuficiente: la influencia revolucionaria sobre la masa campesina es insignificante; la dispersión, la falta de desarrollo, la ignorancia del proletariado y sobre todo la de los campesinos aún son terriblemente enormes. Pero la revolución aglutina las fuerzas con rapidez y las instruye con la misma velocidad. Cada paso dado en su desarrollo despierta la masa y la atrae con una fuerza irresistible hacia el programa revolucionario, el único que expresa de un modo consecuente y completo sus verdaderos intereses, sus intereses vitales".

5. RAZONES IRREVERSIBLES

El Ejecutivo cree en la dirección de la burguesía y este hecho es decisivo en la toma de posiciones. Según el punto de partida a propósito de esta cuestión, las demás cuestiones serán resueltas de una forma o de otra. La cuestión más importante, la fundamental, es la cuestión del poder. Los revolucionarios en Brasil no se pueden proponer otra cosa que no sea la toma del poder, conjuntamente con las masas. No hay por qué luchar para que el poder sea entregado a la burguesía, para que sea constituido un gobierno bajo la hegemonía burguesa. Fue lo que se pretendió con el gobierno nacionalista democrático. Es lo que se pretende ahora, proponiéndose la conquista de un "gobierno más o menos avanzado", eufemismo que traduce la esperanza de un gobierno bajo la hegemonía burguesa, destinado a resolver los problemas del pueblo.

Eso significa la renuncia a la lucha por el poder a través de la acción revolucionaria, la confianza en el camino pacífico y electoral, la capitulación ante la burguesía.

La constitución fascista, autoritaria, que elimina el monopolio estatal, sustenta la actual estructura agraria retrógrada, que asegura la total entrega del país a los Estados Unidos, que reduce el Parlamento y la Justicia a instrumentos débiles del Poder Ejecutivo —tal constitución no permitirá ningún gobierno democrático por vía electoral.

Es necesario poner bajo tal constitución, derribar a la dictadura, establecer un gobierno apoyado en otra base, en otra estructura. Fuera de eso es permanecer diez, veinte años más, haciendo acuerdos electorales y ayudando a las clases dominantes y al imperialismo norteamericano a mantener el Brasil como una dictadura institucionalizada, al servicio de la represión del movimiento de liberación de los pueblos latinoamericanos.

La conclusión no puede ser diferente, sobre todo frente a veinte años de acuerdos electorales hechos en el pasado, acuerdos electorales sin principios, los cuales nos desacreditaron y desgastaron junto a las masas. Son tentativas inviables, práctica y teóricamente, pues la época de las revoluciones democráticoliberales ya está ultrapasada.

Temeroso de la revolución cubana, el imperialismo norteamericano ahora, apoyado en las fuerzas armadas convencionales, no vacila en desencadenar los golpes militares, a la menor señal de avance en el camino de la liberación de los pueblos de nuestro continente. Y ni siquiera desiste o retrocede en el empleo de la guerra de agresión más brutal, como en Viet Nam.

La lucha por las reformas de base no es posible pacíficamente, a no ser a través de la toma del poder por vía revolucionaria y con la consecuente modificación de la estructura militar que sirve a las clases dominantes. El abandono del camino revolucionario lleva a la pérdida de confianza en el proletariado, transformado, a partir de entonces, en auxiliar de la burguesía, mientras el partido marxista pasa a ser apéndice de los partidos burgueses. La subordinación y la perplejidad ante la burguesía y su dirección conducen al menosprecio del campesinado en la revolución brasileña. De eso resulta la causa por la cual el trabajo en el campo, jamás se constituyó en actitud prioritaria, chocándose los esfuerzos en ese sentido con la indiferencia y la mala voluntad del Ejecutivo.

El campesino, sin embargo, es el fiel de la balanza de la revolución brasileña y sin él, el proletariado tendré que gravitar en la órbita de la burguesía, como pasa entre nosotros, en la más flagrante negación del marxismo.

Sin el campesino, el Partido no hará otra cosa sino acuerdos políticos y acuerdos electorales de cúpula, para no hablar en patrañas.

Son razones que no pueden dejar de contribuir para mi pedido de dimisión, haciéndose imposible aceptar cualquier conciliación ideológica.

6. EL PROBLEMA DE SAO PAULO

El Ejecutivo —según me parece— subestima el Partido en las empresas, no ayuda a construirlo en ella con una fuerza indestructible.

Quien piensa en hacer la revolución tiene que apoyarse en las empresas y en la clase obrera. En Brasil, tiene que apoyarse en Sao Paulo, la concentración obrera fundamental y decisiva del país.

Sin embargo la situación del Partido en Sao Paulo es desastrosa, alejado como se encuentra de las empresas y alcanzado por las influencias ideológicas de la burguesía.

El Ejecutivo asistió indiferente al declive del Partido en Sao Paulo. Se inquietó, no obstante, y dio señal de contrariedad, cuando sin que su opinión fuera tomada en cuenta —los militantes de Sao Paulo eligieron para la dirección estatal a uno de los miembros del Ejecutivo y a otro dirigente nacional.

Intentando rechazar la iniciativa de los militantes, el Ejecutivo invocó una resolución inexistente, que prohibía a cualquiera de sus miembros pertenecer a una dirección estatal.

Lo que sería transformar el Ejecutivo en una especie de torre de marfil, sin actuación directa junto a las bases de empresas o del campo.

Inconformes los militantes de Sao Paulo ya habían alejado de su dirección estadual a todos los cuadros para ella designados por el Ejecutivo, los que no habían correspondido. Tanto más cuanto el Partido tomó el camino de apéndice de la burguesía, habiendo sido permitida en sus filas fuerte penetración e influencia de la ideología burguesa, particularmente del janismo y del ademarismo.

Ganaban terreno entonces en Sao Paulo, las tesis de la burguesía, sintetizadas sobre todo en la llamada "conquista del poder local" y en la existencia de un Partido, cuyo nombre era evitado y substituido por la denominación de "movimiento comunista" en el cual no debía haber lugar "para los hombres cuya revuelta es llevar hacia el desajuste y el alejamiento de la convivencia social".

En vez de un partido revolucionario de masas, las tesis preconizaban un partido pacífico, bueno para entendimientos y acuerdos electorales. Uno de los objetivos programáticos de esas tesis en circulación, en Sao Paulo, era "una restructuración democrática de la máquina administrativa, de los órganos judiciales y del aparato policial".

Las tesis mencionadas contribuían para descaracterizar y deformar el Partido y eran, al mismo tiempo una consecuencia de eso.

La conferencia estatal realizada en Sao Paulo, reaccionó contra las deformaciones y la influencia ideológica de la burguesía y rechazó in totum, aquellas tesis oportunistas.

En lugar de aplaudir la conferencia y sus resultados, el rechazo de semejantes tesis y la posición de los militantes eligiendo cuadros de su confianza para la dirección, aunque —sin consultar al Ejecutivo y sin llevar en consideración sus veredictos— el Ejecutivo se disgusta y trata de actuar en Sao Paulo, pasando por arriba de la dirección estatal.

Solamente ahora el Ejecutivo llegó a la conclusión de que precisa discutir el problema de Sao Paulo después que el Partido fue allí casi destruido y las tesis de la burguesía penetraron profundamente.

Si así es, que se definan las responsabilidades, que sean señaladas las causas que condujeron al Partido a la pérdida de sus bases en las empresas, que se diga por qué no se realizaba trabajo entre los campesinos y no se apoyaba el esfuerzo revolucionario de los estudiantes, por qué los intelectuales se distanciaban del Partido y por qué eran preferidos los acuerdos y entendimientos electorales.

Son deformaciones evidentes.

La causa principal de esas deformaciones se encuentra —según creo— en la debilidad teórica e ideológica del Ejecutivo.

Fue eso lo que lo llevó a no mantener vigilancia de clase, a permitir que cayeran documentos en las manos de la policía. La gravedad de la cuestión no está solamente en nombres revelados, sino también en permitirse —por inadvertencia— la revelación a la policía de asuntos internos del Partido.

La verdad es que el Ejecutivo está ausente del trato con el marxismoleninismo, no escribe trabajos teóricos, no generaliza la experiencia de la revolución brasileña, teme la publicación de libros y las ideas en ellos expuestas, se omite frente a cuestiones fundamentales, prefiriendo la conciliación y el ejercicio del patemalismo.

Es doloroso para mí escribirles como lo hago en este momento. Pero no sería de mi modo de ser dejarles de decir a Uds. ante el colectivo partidario y la opinión pública, lo que realmente siento.

No creo que el individualismo o la acción personal puedan solucionar todos estos problemas.

Las ideas son las que desempeñarán el papel decisivo. Y solamente ellas encontraran eco.

La causa revolucionaría brasileña, la liberación de nuestro pueblo del yugo de los Estados Unidos, el empeño de la unidad del Partido alrededor de las ideas marxistas, están por arriba de cualquier acomodación, sobre todo cuando lo que más se exige de nosotros, comunistas, es justamente el coraje de decir y de hacer.

Sin más con saludos proletarios.

Carlos Marighella.

*Militante de CARIACO (Colectivo Ampliado para la Retoma e Investigación de la Agricultura Campesina y Originaria, correo: cariaco.vzla@yahoo.com.ve), y docente Fagro-UCV. Correo: polanco.delia@yahoo.es y @deliapolanco

Notas

(1) Renuncia de Fabricio Ojeda al Congreso de la República. 1962. Disponible en: http://blog.chavez.org.ve/wp-content/uploads/2010/06/renuncia.pdf

(2) Carlos Marighella. Carta al ejecutivo del PCB. Habana, No, 7, agosto de 1967. Año del Viet Nam Heroico. Páginas 209-218. Disponible en: http://www.filosofia.org/rev/pch/1967/pdf/n07p209.pdf Véase también los Escritos en portugués de Carlos MarighellaS.P., Ed. Livramento, 1ª. Edición en 1979. São Paulo. Carta al ejecutivo del PCB en páginas 89-97 Disponible en: https://www.marxists.org/portugues/marighella/ano/mes/escritos.pdf

(3) Planteamiento de Pedro García Olivo, quien apuesta “en este contexto cínico de las falsas luchas y de las oposiciones integradas”, por una lucha nacida y creada por “la posibilidad misma del sujeto crítico”: ¿quién no conoce o ha conocido individuos que componen su biografía como los capítulos de una novela, concibiéndola como “obra”, como creación estética consciente, persuadidos, con Jaspers, de que “la vida es la ocasión para un experimento” (90) y llevando esa “vida decidida”, que diría Heidegger, con alegría y con dolor, a los puertos indefectiblemente éticos de la lucha que no cesa y de la resistencia inasimilable?”.(Socialcinismos. Aproximación al orden de la desobediencia inducida. En: El dulce Leviatán. Críticos y antagonistas del Estado de Bienestar. Bardo Ediciones, Barcelona, España). Indudablemente que Fabricio Ojeda y Carlos Marighella, fueron uno de estos individuos.

(4) Frente Amplio, aprobado por la nueva constitución de 1967, el líder fascista Carlos Lacerda inicia una campaña por una ‘verdadera’ constitución. En diciembre su movimiento contaba con amplia mayoría de las sesiones regionales del MDB. En el primer semestre de 1968, un portavoz del Ministro de Justicia declararía ilegal al ‘Frente Amplio’ de Lacerda y el movimiento se disiparía (Nota de la edición original)

(5) El diario Voz Operaria es el órgano oficial del PCB (Nota de la edición original).

 

polanco.delia@yahoo.es



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Delia Polanco Loaiza

Militante de CARIACO (Colectivo Ampliado para la Retoma e Investigación de la Agricultura Campesina y Originaria. Docente Fagro-UCV

  polanco.delia@yahoo.es      @deliapolanco

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