Podemos señalar sin temor a equivoco que, desplazar a la burguesía del poder después de innumerables intentos, luego de la traición al ideal bolivariano desde 1830, hasta finales del siglo XX, es la gesta heroica más importante que pueblo alguno haya logrado obtener con las vías y mecanismos disponibles en el marco del estado burgués, ¡la toma del poder por la vía pacífica electoral!. En este contexto se hizo visible la figura indiscutible de un líder que ofreció a su pueblo la posibilidad de redención, cuando para la llamada izquierda parecía que todo estaba perdido y en consecuencia se aceptaba la imposibilidad de realización de las utopías, como si una suerte de fatalismo condenaba los sueños de ser libres.
El basamento de esta reflexión se origina a partir del artículo publicado en Aporrea el 28/3/2014. “ Dos autocracias al interior del fascismo y el gobierno y el rol insurgente del poder popular”, del compañero Rolan Denis quien tuve la oportunidad de conocerlo a través de un camarada quien perteneció a la junta reestructuradora de CORPOANDES año 2003.
Al respecto debo expresar la inquietud que me deja el escrito, por cuanto si bien es cierto que el compañero “Denis” intenta desde el análisis sociológico caracterizar lo que para él denomina las “autocracias” diferenciándolas en su contenido y acción, quisiera que en el fondo respondiera ¿cuál sería la forma de organización de todos los componentes que configuran una sociedad en lo concreto-real, que en la actualidad se juega el destino de la revolución en el tránsito de una lucha contra los poderes de dominación internos y mundiales?.
El debate está abierto, y tiene que ver con el “Estado, la sociedad, la revolución”. Jamás debemos subestimar el “poder creador del pueblo”, sin embargo el comandante supremo hizo un esfuerzo sin precedentes, en dejar los mecanismos de ese contrato social que hoy conocemos como la constitución, ¡criticada o no!. Fue la que aprobó el pueblo. De ella nos valemos para dirimir diferencias puntuales en la lucha de clase que a diario vivimos. El pueblo movilizado es la mayor garantía de autodefensa revolucionaria en la que estamos de acuerdo, sin embargo ese pueblo sin conducción revolucionaria desde sus propias entrañas, volvería a ser, la presa fácil que permitió a los fascistas el 27/2/89, masacrarlo. Por lo tanto compañero, con toda franqueza después de leer su artículo, sin negar la dialéctica contradictoria de sus fundamentos, intenta subestimar ese pueblo que ha sido <
*Prof. Universidad Bolivariana de Venezuela
stimachado@hotmail.com