No hay que taparse los ojos frente a la posibilidad del dolor, la tragedia o que ocurran cosas malas. El revolucionario científico comprende la dialéctica del mundo, es decir, que así como existe el bien, también existe el mal; en consecuencia se debe estar preparado y planificar la respuesta para todos los escenarios posibles. Solo así es posible construir la victoria.
Por amor a mi pueblo y conciencia socialista, fui el primer escritor que advirtió la posible muerte de Hugo Chávez, tan solo minutos después de que el Comandante Eterno designó a Nicolás Maduro como su sucesor en caso de falta absoluta. Muchos chavistas ilusos estallaron en furia, me atacaron y no entendieron que a ese documento yo le diera un nombre muy evidente para preparar estratégicamente al pueblo: “Testamento Político de Hugo Chávez” http://www.aporrea.org/
La dirigencia oposicionista y sus agresivos medios de comunicación se han acostumbrado a chantajearnos mediáticamente. Con cada episodio incómodo o desagradable que sucede con un revolucionario, un aliado aparente o con el proceso socialista venezolano, surgen prensa, radio, televisión, internet y redes sociales para sentenciar que es el final del chavismo; pero lo peor de todo es que hay chavistas que les creen y eso realmente me preocupa.
Al mismo tiempo, hemos adoptado una mala costumbre de calificar todas las críticas como traición, sin darnos cuentas que hay traidores pero también gente honesta que asume el deber de dar advertencias oportunas para evitar males mayores. El fanatismo es una forma de ceguera que acontece en el escenario de la política y conduce a todo el que lo padece a un final de desastrosa derrota.
El tema de la grabación de Mario Silva ha sido asumido por algunos camaradas románticos como un dilema de todo o nada, donde la posibilidad de que tal archivo de audio sea auténtico equivale a un suceso imposible o prácticamente la destrucción de la revolución.
Resulta que un proceso anticapitalista y antiimperialista no se construye simplemente con buenos deseos de un final feliz, tanto en Venezuela como en otras partes del mundo, muchos revolucionarios han cometido errores. Incluso héroes de armas y líderes electos por millones de seres mediante el voto popular se han desviado del camino, del pueblo y de las luchas justas.
Constitucionalmente, Mario Silva tiene derecho a la presunción de inocencia como lo recoge nuestra Carta Magna en su artículo 49, ordinal 2; y rechazamos que se le crucifique mediáticamente. Pero otra cosa es cerrarse los ojos ante la posibilidad de que su voz y sus palabras sean auténticas en esa grabación y que por lo tanto él deba asumir la responsabilidad que de tal material se deriva. Si así fuere, Silva deberá responder tanto en el escenario de la política como ante las leyes. Pero pase lo que pase, su suerte personal nunca jamás deberá comprometer nuestra sólida Revolución Bolivariana.
Si hemos podido sobrevivir como bloque revolucionario luego de la desaparición física de Hugo Chávez, entonces debemos tener muy claro que podemos seguir sin Mario Silva si las “circunstancias sobrevenidas” así lo determinan e incluso deberemos seguir impulsando nuestro Socialismo Bolivariano si cualquiera de los hombres o mujeres señalados por Silva en su supuesta grabación estuvieran realmente involucrados en las conductas allí descritas. Sencillamente deberemos apartarlos y seguir adelante con la Patria de Bolívar y Hugo Chávez.
