Cero jala bolas, Presidente

Una cosa es que alguien pretenda enaltecer las victorias de los demás y otra es que la cosa llegue a colocarse a nivel de alfombra. Es decir se cuelgue de las bolas de esos enaltecidos como un niño en un columpio. Hace poco tiempo salió una canción de evidente sonido criollo en la cual el intérprete de la misma se soltaba el moño con el orgullo de que “él si es un jala bolas”. La jaladera de bolas es algo histórico. Uno lo ha venido observando desde años.

En los trabajos, por ejemplo, algunos jala bolas le echan gamelote a los compañeros con el jefe para estar bien con él. Pero normalmente a quien le jalan bola no le gusta eso a nivel personal y termina ofendiendo a ese jala bola cuando se encuentra en una tertulia con sus amigos.

Los que son nombrados a algún cargo importante son víctimas número uno de los jala bola. Hay un axioma popular que enaltece a estos que se balancean en un escroto “Es mejor jalar bola bajo la sombra que escardilla bajo el sol”, Normalmente el jala bola tiene un figura dicharachera, jocosa, es su código para que alguien le cuente algo y ahí mismo salir disparado a decirle al jefe o al aludido en el chisme lo que escuchó. Hay jala bolas tímidos que les dejan notas a la jefa o al jefe debajo de sus oficinas, Cuando el chisme escrito hace efecto y el jefe (a) invita una reunión para tratar el asunto que dejó el pajúo en el papel, el jala bola está ahí; se siente orgulloso de que el que fue su víctima sea censurado, o botado del lugar. Verta que peligroso es un jala bolas.

Recordamos igualmente que los jala bolas tienen instintos para mirar el futuro. Después que Chávez fue preso a Yare, demostrando antes que era un hombre responsable al admitir su culpa de la rebeldía, esto le gustó al pueblo, el Sindicato de Jalabolas del Dto. Federal, el estado Miranda y afines, llamaron a sus afiliados para que in situ, agarraran un autobús que los llevara a donde se encontraba esta prisión, con la “digna” misión de no perder un segundo jalándoles las bolas al Comandante Inmortal. Llevaron hasta “foto matón”. Ponían sus mejores sonrisas, algunos se refilaron el bigote, se tiñeron el pelo con un poco de “igotín “, se pintaron las barbas y las melenas, todos querían salir abrazando al Comandante, sonriéndole, dándole las manos.

Y LES SURTIÓ EFECTO. Después de 1998 los jala bolas se fueron en cambote a mostrarles las fotos que en la HORRIBLE PRISIÓN DE YARE, ellos en una muestra de inconfesable patriotismo se hicieron con él, sin importarles el alto precio de un rollo “koda” el pasaje de un autobús y el carísimo costo para revelarlo en la esquina de Coliseo. Los jala bolas son astutos. Pedían un lugar en el gobierno, una chambita, una pensión, una bequita para el hijo que tenía tan mala suerte que llevaba 20 años buscando trabajo y no conseguía, y que porque era “ñángara “El Presidente en verdad no encontraba que hacer. A muchos les dio trabajo y creemos que desde ese día nació aquello que dice “Amor con amor se paga”…en este caso, “El amor de un jala bola se paga”

Traemos a colación esta narración para pedirle al Presidente Nicolás Maduro que se mantenga al margen de los jala bolas. Esos que hablan “fisno” que deshojan situaciones, que han leído a “chaikoski” y se han bebido, literalmente toda la música de “mikimau”, sin dejar de agregar que “Mi canción preferida es un andante allegro que interpreta “chakil onil”. Los jala bolas en realidad son esos sujetos que se lanzan al suelo para que el indiciado en la tarea le pase por encima. No les dé muchos espacios a los jala bolas Presidente Nicolás Maduro. Esos bichos son más peligroso que “drenen sus arrecheras”, Los jala bolas si es que al que le jalan con el tiempo cae en desgracia ni lo miran, nunca lo han conocido “¿quién es?” Es mejor que les diga a esas sujetas y sujetos que si saben manejar patines se vayan bien lejos, ah, Presidente caray que bien les quedan esos bigotes, bien finos…

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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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