Transición al Socialismo (II): Justicia…del rentismo hacia lo productivo

Socialismo es igualdad, independencia, solidaridad, eficiencia, productividad, armonía, integralidad, democracia, felicidad, seguridad, estabilidad política, trabajo voluntario y Conciencia del Deber Social. También propiedad colectiva sobre los medios de producción, privilegio al valor de uso de las mercancías y respeto por la especie humana y la vida en el planeta. Pero sobre todo es justicia en todos los ámbitos del quehacer comunitario.

En Venezuela venimos avanzando en esa dirección. La siembra petrolera es un excelente ensayo, una fundamental directriz dictada en el camino de la justa distribución de la riqueza y la equidad, en procura de abatir la pobreza y la exclusión, para con ello ir moldeando una verdadera “sociedad de iguales”.

Con el manejo cada vez más soberano e independiente de los recursos petroleros, hemos concretado grandes proyectos dirigidos al desarrollo del país. Viviendas, hospitales, escuelas, universidades, industrias, trenes, autopistas, puertos, redes de telecomunicación, en fin, progreso, éxito, triunfo, avance y prosperidad en función de la Patria. Se ha captado la renta y se ha distribuido en el seno del pueblo.

Pero en esta etapa de transición, para continuar construyendo el Socialismo a lo bolivariano, a lo venezolano, es necesario trascender el agotado modelo rentístico petrolero, desechar el rol de país monoproductor que nos asignó el poder imperial transnacional, y orientar nuestra economía hacia lo productivo, hacia el trabajo y la eficiencia, socializados ya los medios de producción y preservadas las garantías de justicia económica, en particular la tributaria que hoy demanda tanta atención, para que quien más gane, más contribuya con el desarrollo del país.

Cómo hacemos realidad el sueño de Bolívar de darle a nuestro pueblo “la mayor suma de seguridad social, la mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad posible”, si no con la transformación del injusto e irracional sistema económico capital-feudalista que impera en Venezuela. Respondamos desarrollando nuestras fuerzas productivas, con más planificación centralizada y concéntrica, con el fomento de la cultura del trabajo y con la cimentación una sociedad consciente, igualitaria y justa.

Pero para ello los revolucionarios debemos desechar las armas del capitalismo, aquellas calificadas por el Che como “melladas”, aquellas que confunden, que desorientan, que restauran lo viejo y dan pie a los extravíos.

Resucitemos los valores del “ser social colectivo”, del “nuevo hombre”, de la justicia, y a la par enaltezcamos el principio marxista de “a cada quien según sus necesidades…”. Con la siembra petrolera y nuestras capacidades revolucionarias trascendamos hacia lo productivo, así estaremos dando un gran salto hacia el Socialismo.


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