La política ejercida de manera racional y científica obliga a evaluar todos los escenarios posibles, sobre todo si estos comprometen a toda una nación. Hugo Chávez ha demostrado que enfrenta con coraje los desafíos que plantea la lucha revolucionaria y eventos críticos en 1992 y 2002 son algunas de las evidencias que han consolidado su prestigio.
Ahora en lucha contra su enfermedad, Chávez asume los dos escenarios de un paciente: La curación o el agravamiento. Su infinito amor por la patria y su grandeza política le permiten imaginar un país más allá de su existencia personal si las circunstancias lo impusieren, pues su prioridad es defender la Venezuela Bolivariana frente al enemigo burgués e imperialista que intenta reimplantar sus privilegios.
La mayoría que se manifestó el pasado 7 de octubre eligiéndolo para un nuevo período de seis años, así como los que no votaron por él pero quieren la paz nacional, coinciden al desear el pronto restablecimiento y retorno del relegitimado presidente, porque 14 años de revolución con inclusión social han demostrado que podemos vivir armónicamente en el pluralismo y la diversidad de ideas.
No obstante la cosmovisión del comandante es siempre amplia y consciente de los riesgos, porque así como existe el bien también existe el mal. El comandante sabe que hay una minoría violenta y desbocada que practica el asalto, el golpismo y cual ave de rapiña permanece al acecho de cualquier instante de confusión o desorden en la revolución para ensayar un ataque.
Contra ese sector fascista, Chávez responsablemente ha preparado el escenario de su eventual ausencia física, demostrando que la Revolución Bolivariana es hoy una obra extraordinaria que trasciende a su persona, porque hay pueblo, fuerza armada y dirigencia revolucionaria para defenderla.
Constitucionalista. Profesor de estudios políticos e internacionales UCV.
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