La clase media ¿un saco de gatos? (II)

En realidad la clase media es una actitud mental con rituales, símbolos, metalenguaje, signos y fetiches que le sirve para auto identificarse y existir en la apariencia. Por ejemplo, en los templos del consumo (los grandes centros comerciales, entre los demás espacios de su confluencia pública) donde adoran la religión del dios dinero. Allí entran en éxtasis y creen por momentos que forman parte de la burguesía, el estrato al que por naturaleza aspiran acceder, los dueños de los medios de producción. De tal condición intrascendente Ludovico Silva escribió: “la alienación es, en su última raíz, una suerte de separación de sí mismo, un desdoblamiento”.           

Entre ella no es extraño que se adversen en descarnada competencia, el pez gordo engulle al flaco y se pisan la manguera. La ética es flexible hasta fracturarla, se admira al pícaro sin importar de dónde proviene la fortuna, ser honesto es ser un pendejo. Se miran entre ellos por encima del hombro y la subestimación es normal. En algunos casos de sicopatía presumen de una especie de orgullo feudal, como de sangre azul y discriminación étnica por no decir racial; concepción absurda en esta época.

Miran de reojo, como “caldo `e pescao”, a la clase popular de a pie, a través de los “vidrios ahumaos” en sus automóviles de lujo. Asunto más que risible porque la dignidad de la cultura aristocrática no tiene nada que ver con riquezas ni bienes materiales ni el color de la piel, es una virtud de índole espiritual que se edifica al paso de las generaciones. Se puede ser un proletario aristócrata y viceversa. Ese sería otro relato.

Esta reflexión surge al oír el discurso del Comandante Presidente Chávez donde le hace continuas invitaciones a la clase media para que haga conciencia de la realidad política, se incorpore y participe en la Revolución Bolivariana. Sin embargo, se observa que son integrantes de la clase media los que ocupan la totalidad de los cargos, “los jefes”         --como les gusta a algunos que los llamen--, de tomas de decisión y de ejecución del Estado aún burgués.

No olvidemos que la clase media se desenvuelve en la lógica del Capitalismo. Cuando a  ojos de los revolucionarios traicionan o interpretan el proceso a su modo es porque son pragmáticos, la única ideología que tienen y así miran la utilidad personal de sus actos.

Si bien la clase popular, dialéctica, altruista, plena de esperanzas, la que no pertenece a la clase media [como los obreros, los campesinos, los empleados, estudiantes, artesanos, artistas e intelectuales, entre los demás del conglomerado, la base mayoritaria de la pirámide social] inclina la balanza de los resultados electorales, es la del compromiso revolucionario y progresista.

En verdad los estamentos medios son aliados tácticos temporales en las primeras fases para hacer la revolución y más adelante si con conciencia mantienen el deber revolucionario, porque los sectores populares están llamados a consumarla por deducción obvia. Pero esta cuestión, además de histórica, tiene su razón de ser. Veamos algunos ¿por qué?

Con la rebelión del 4F, el revolucionario proyecto de la Agenda Bolivariana y el Árbol de las Tres Raíces, se conforma el Movimiento V República (MVR) como aparato político cívico militar y electoral derivado del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200). Aquí se incorporó la generalidad del pueblo (nótese que no se dice “la masa”, porque esa palabra parece insultante), la clase trabajadora desempleada, obreros y campesinos, que no tenía nada que perder pero sí de ganar. La que conoció que el hambre y la pobreza tienen “cara `e perro”.

En tal situación muy pocas personas, de la menguada clase media por efecto del paquetazo económico luego del Viernes Negro, aparte de las que ya participaban en el MVR. Tímidas pero progresistas se acercaban a las asambleas iniciales para organizar la plataforma del movimiento revolucionario.

No era para menos porque el aparato represivo de la IV República estaba vivo y era intimidante. Las demás, en general, preferían mantenerse lejos por incredulidad, al parecer confundidas no entendían los sucesos históricos, no querían al Comandante Chávez y lo despreciaban por varias sinrazones. En la actualidad continúan en el mismo talante y es el voto duro de la oposición.

Pero el mayoritario sector popular más intuitivo comprendió la coyuntura política. En esa circunstancia se colaron muchos oportunistas de la clase media. Que superaron el desconcierto y fueron desplazando a dirigentes revolucionarios, trabajadores urbanos y del campo, aún ingenuos pero con dignidad política, para ocupar posiciones relevantes en la estructura partidista. Haciendo uso de sus relaciones de clase, familiar, de poder, académico, de zancadillas y tácticas excluyentes adeco-copeyanas; además de actitudes reformistas frente al original proyecto bolivariano.

No se olvide que el colectivo de la clase media podía acceder a la educación universitaria y lograr no sólo títulos de grado sino de maestría, doctorado y postdoctorado. A diferencia que el pueblo de la clase menos privilegiada sólo tenía tiempo para pensar en ¿cómo sobrevivir al hambre, al desempleo y a las intensas penurias?

Asimismo, el estudiante de la clase popular y trabajadora que con gran esfuerzo y voluntad alcanzaba algún título universitario venciendo la necesidad, la debilidad de la anemia y la miseria, era un héroe minoritario y excepcional. A pesar de ello, una vez egresado de la universidad llevaba el estigma de pertenecer al sector oprimido y las oportunidades para avanzar eran escasas sino comulgaba con AD o Copey. De allí la ventaja política de los grupos medios, aún hoy, sobre la clase baja como también suelen llamarla.

De todos modos, sobre los estratos medios se pueden agregar innumerables elementos objetivos a favor y en contra. Uno es que amplias porciones de compatriotas pertenecientes a ese estrato están incorporados al proceso y trabajan por el éxito de la Revolución Bolivariana; otra, en consecuencia, contravienen a sus pares de la oposición apátrida y contra revolucionaria.

No obstante, la diferencia de clase es una ley sociológica que justifica el neoliberalismo. En Venezuela y el planeta avanzamos hacia una civilización sin la odiosa distinción social, de iguales, más humana, democrática y por ende socialista. 


vazquez_chavez@hotmail.com



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