De Allende a Chávez: Revisar la praxis para profundizar la revolución

Es revolucionario conmemorar el martirio de Salvador Allende a manos de la burguesía chilena y del imperio, pero es más urgente, importante, necesario, ahondar en su praxis de manera tal que contribuya a perfeccionar nuestro proceso, a partir del mejoramiento de nuestra propia praxis. Salvador Allende, hace aproximadamente 39 años, platea en su Testamento Político una reflexión que orienta toda su acción como hombre revolucionario, socialista y estadista. Sin pretender ser esquemáticos, creemos que esas notas pueden servir para realizar una retroalimentación en nuestro proceso revolucionario, hecha desde una profunda crítica y autocrítica a nuestro proceso. No perdemos de vista la afirmación de Simón Rodríguez “inventamos o herramos” y la de Mariátegui por aquello de no podemos hacer “calco y copia”. El mismo Allende afirmó en el Testamento citado que las transformaciones se deben realizar a partir de la realidad de cada país.

Salvador Allende toca el problema de la Guía ideológica que de modo transversal atraviesa las tareas centrales de la Revolución que conduce con la Unidad Popular: “Yo sé perfectamente bien que no hay acción revolucionaria sin teoría revolucionaria”. Es decir, la nueva sociedad tiene un basamento cuya perspectiva radical es la construcción de la nueva sociedad y del hombre y mujer nueva. Esta guía ideológica es asumida como construcción de consenso por las grandes mayorías populares para que sea hegemónica, construya identidad y destruya paulatinamente la moral burguesa y los vicios que nos atan a la vieja sociedad capitalista y al hombre viejo. Entonces, es una tarea revolucionaria difundir y masificar esta guía ideológica para que construyamos identidad, nos cohesionemos y miremos juntos hacia un mismo horizonte. Precisamente por eso es guía, porque de no existir tendríamos al interior del proceso innumerables grupos de poder que se apropiarían de visiones subjetivas que sustentan intereses particulares disfrazados en la Revolución.

Allende avanza en sus planteamientos y afirma que su fuerte no es la capacidad teórica, sino su habilidad para transformar la realidad “soy un hombre que actúa”. Y por ello plantea las siguientes afirmaciones categóricas, “habremos conquistado el poder cuando el cobre nos pertenezca, cuando el salitre sea verdaderamente nuestro, cuando hayamos hecho una profunda y rápida reforma agraria, cuando controlemos el comercio de exportación e importación, cuando hayamos colectivizado una gran parte de nuestra producción, tendremos el poder de modo cierto cuando Chile sea un país económicamente independiente”. Es esta decisión política la que genera la reacción inmediata del imperio porque tocó las raíces del modo de producción capitalista, en la formación socioeconómica chilena. Allende tenía claro un programa máximo para la revolución, un programa socialista. Pero también tenía claro el modo cómo aplicaría el programa.

¿Cual es la vía nuestra, hoy, para la construcción del socialismo, desde lo económico?, ¿nacionalizaciones?, ¿expropiaciones?, ¿reforma agraria, a partir de las leyes del mercado de tierra?, ¿regulación a partir de las reformas legales?, ¿emular –por no decir, competir- con el capitalismo en el proceso productivo?

La ideología es el reflejo de las condiciones materiales de una sociedad, en donde la estructura económica y las relaciones sociales de producción desempeñan un papel determinante en la configuración de la misma. La ideología es determinada por el modo dominante de producción. En otras palabras, si el modo dominante en Venezuela es capitalista, la ética, los valores, los símbolos y representaciones, el modo de ser y actuar, debe ser en consecuencia capitalista. Es decir, la única vía para construir la moral revolucionaria y el hombre nuevo es sobre la base de la destrucción de las formas capitalistas de producción. Es cierto que el pueblo ha ido construyendo lo que denominamos cultura popular como forma de resistencia a la dominación capitalista e imperial, pero esta no podrá avanzar como cultura revolucionaria si no es sobre la base de las nuevas relaciones de producción que elimine la explotación, la dominación y la dependencia. Allende afirma “nuestra línea esencial, vital, debe ser enteramente difundida como estado inicial de transformación de estructuras”. En este horizonte está la revolución bolivariana, pero tiene la traba de desarrollar la causa bajo las reglas de juego de la legalidad burguesa que hace lento el proceso de transformación de la estructura económica y jurídico-política.

Allende hasta aquí ha planteado en su Testamento político, el problema de la Teoría revolucionaria y Guía Ideológica, el Programa de la revolución e inmediatamente introduce el tema del Sujeto histórico de la revolución. Y dice textualmente: “No soy ni un Mesías, ni un caudillo; sabemos que el poder popular nace en la base. Primeramente debemos contener la sedición con la fuerza de su propia ley, debemos responder a la violencia reaccionaria con la violencia revolucionaria, porque sabemos que los reaccionarios quieren violar las reglas del juego. Si partimos del hecho esencial de la lucha de clases, sabemos que los grupos oligárquicos y plutocráticos, los grupos feudales, ensayarán la defensa de sus privilegios a cualquier precio”.

En este tema hay mayor coincidencia entre la experiencia de Allende y lo que plantea el Comandante Chávez para la revolución bolivariana. Es sobre la base de la construcción del poder popular como avanzaremos en la consolidación de la nueva sociedad socialista. Pero esto es a partir del avance de la lucha de clases, que como dice Marx, es el motor que desarrolla la historia.

Hay que identificar en nuestra formación socioeconómica, capitalista dependiente, cuáles son esos grupos oligárquicos, los grandes industriales, terratenientes, grupos financieros, etc., para poder orientar debidamente la lucha y desarrollar las contradicciones de clase. En este sentido es urgente desarrollar el trabajo con el movimiento obrero, campesinos sin tierra, pequeños y medianos productores del campo, pescadores, construyendo alianza con el movimiento indígena y la juventud y estudiantes.

Los procesos revolucionarios en América Latina nos dejan claro que “la burguesía no se detiene ante nada". El proceso liderado por Allende es lo más parecido al nuestro. Hoy somos conscientes que la burguesía nacional ha buscado unos aliados implacables que no harán ninguna concesión. Obama se propuso recomponer su hegemonía en el hemisferio y para ello organiza el golpe en Honduras, fracasa con el golpe en el Ecuador y realiza el de Paraguay.

Es el poder popular, en una fuerte alianza cívico-militar, el que tiene la respuesta a los propósitos de la burguesía venezolana y del imperialismo en esta coyuntura. Esto impedirá que seamos otro Chile en el continente. Y es en esta batalla electoral donde consolidaremos la correlación de fuerzas que permitirá el salto cualitativo y cuantitativo definitivo de la revolución bolivariana.

Lic.

Vocero Corriente Bolivariana Guevarista, CBG

jrglunacbg@hotmail.com


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