Venezuela el azote de EEUU


Directamente empezaré a decir que Estados Unidos de América se siente “amenazado” por la pequeña Venezuela. Sí, la nación norteamericana, con sus gastos militares, sus insolentes intervenciones en países soberanos y su irrespetuoso asentamiento en los más recónditos rincones del planeta con la más sofisticada y asesina maquinaria de guerra que la humanidad haya conocido jamás, está muy preocupada porque Venezuela representa un peligro para su existencia y su poderío.

Las insondables especulaciones que difunden algunas personas pagadas por medios privados en espacios televisivos, radiales e impresos son una cosa risible y a la vez muy seria. La perspectiva de la realidad se ha esfumado de las alucinógenas conciencias de estos ciudadanos que trabajan dentro de los medios privados que deberían comunicar y no engañar a cambio de plata. Sería bueno sugerir a las autoridades nacionales que exijan lo más pronto posible una prueba anti doping a ese tipo de "comunicadores" para descartar el consumo de sustancias psicotrópicas y estupefacientes porque de lo contrario, no podríamos explicar las hartas de sandeces sin sentido haladas por los cabellos que dicen a diario estas personas y que resulta exageradamente sospechosa. Ya no les avergüenza que se piense que son idiotas, analfabetas funcionales o que están drogados. Decir estupideces a través de los medios de comunicación se ha puesto de moda y es ya tan común que hay quienes, en un peor estado de la conciencia, creen todo lo que ven y escuchan sin hacer las investigaciones que el caso requiere o averiguar los diferentes puntos de vista.

Así fue que nos enteramos de una nueva matriz de opinión generada en los laboratorios más deshonestos de la guerra psicológica para bobos: que Estados Unidos le teme, cual ratón al gato, a la pequeña Venezuela. Tremenda idiotez. Sin embargo, el fin no es que las masas se lo crean. Lo importante es suponer que todos los medios que deberían informar difundan y hagan alharaca todos los días con el tema y, he allí cuando una mentira produce daño como cuando decían que una pequeña nación asiática llamada Vietnam, cuyos habitantes no sabían que existía EEUU, representaba una “amenaza” para el imperio estadounidense, no importa que ese pequeño país estuviera del otro lado del planeta. Hubo quienes se convencieron que Vietnam era un peligro.

Ahora se dice que Venezuela e Irán coordinan el establecimiento de un puerto de intercambio comercial en la península de Paraguaná. La imaginación aquí da para todo. Se refieren tal vez a uno de los muelles del complejo refinador de Paraguaná que fue destruido por el voraz incendio de un buque tanquero de bandera estadounidense hace cerca de año y medio. PDVSA recupera afanosamente ese muelle y lo está extendiendo en provecho del espacio y la necesidad de cubrir las futuras demandas de hidrocarburos. Pero las personas que aparecen en los noticieros no dicen esto, solo especulan, inventan y dicen lo que los jefes le piden que digan a cambio de dinero. Ese muelle, derecho exclusivo y soberano de Venezuela para crear nuevas infraestructuras, ha sido objeto de todo tipo de falsedades. Dicen ellos, siempre presumiendo y sin fuentes, que desde allí se hará intercambio de uranio venezolano por misiles iraníes. Son esos misiles (inexistentes y presumibles, que nadie ha visto) a los que EEUU les tiene miedo, mucho, mucho; pero mucho miedo porque representan una amenaza a sus bases militares en Colombia, Curazao y Panamá. Sin embargo, ninguna de esas bases estadounidenses se encuentra en territorio norteamericano. El supuesto muelle, o por lo menos la península de Paraguaná, sí es territorio venezolano y la república tiene soberanos derechos en sus espacios.

Por otro lado, cuando EEUU decidió establecer sus bases militares en estos territorios fuera de sus fronteras, no atendió el llamado de amenaza que representaban para la paz de Latinoamérica y, más bien, se burló y las estableció sin escuchar a nadie, solo sus propios intereses sopesaron para el dominio de la región.

Entonces, Estados Unidos tiene derecho de ir a otros países a establecer bases militares fuera de sus fronteras con comprobada maquinaria de guerra: aviones, barcos, bombas y misiles para amenazar la paz de esas regiones sin escuchar las quejas ni respetar el derecho internacional. Pero Venezuela no tiene derecho a hacer un muelle en su propio territorio para restaurar aquel que fuera destruido por un incendio (si es que es este muelle al que se refiere la canalla mediática) sin que se pueda comprobar ni siquiera la existencia allí de un cartucho 22 milímetros. “La Escuela del Mundo al Revés”.

Yo concluyo: que los medios de comunicación modernos son el vínculo entre la guerra y la paz. Forman parte del conglomerado de intereses para promover las guerras que tanto dinero producen en ventas de armas y restauración de las ciudades destruidas. Y soy partidario de una legislación severa que comprometa a las empresas que deben informar y a las personas naturales que les trabajan con la paz y se les castigue cuando contribuyan a la masacre de pueblos enteros con sus mentiras previas. Este es el punto. Los medios de comunicación buscan de manera desesperada una intervención de Estados Unidos en los países progresistas de América. Los nacionales que contribuyan con el extranjero, a cambio de dinero u oscuros intereses, también deben ser castigados por apátridas. Pero tras un perdón, otra traición. Mientras no haya castigos ejemplares, quienes vienen detrás se sentirán con derecho de vender por unas monedas los intereses de sus propios países o condenarlos a la aniquilación a cambio de bienes, dinero o una cuota de poder terrenal.

La mano floja, permisiva y benigna de esta revolución, podría ser su perdición. Si no se toman acciones ante lo que está a la vista, podríamos volver a ser colonia y mucho ha costado esta independencia verdadera.


Marino Mercante



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