Venezuela entre la utopía Revolucionaria y la Distopia Opositora

“...los Estados Unidos que parecen destinados por la Providencia

para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad...!”.

(Simón Bolívar)





En Venezuela se vive un momento dialéctico profundamente Gramsciano, que se revela en claves de tesis y antitesis ideológicas, impulsado por la grave crisis ideológica y ahora económica que ha catapultado la pugna de dos sectores políticos antagónicos, los cuales sostienen cada uno de ellos dos modelos de mundo, economía, cultura, sociedad y país, distintos e irreconciliables. Esto nos trae de manera directa a Fukuyama, quien anunció el fin de las historia al preveer él equivocadamente el fin de las ideologías, con la caída de la Unión Soviética.

Fukuyama, escribió el libro El fin de la Historia y el último hombre de 1992, en el que defiende que la historia humana como lucha entre ideologías ha concluido, se ha iniciado un mundo basado en la política y economía neoliberal que se ha impuesto a las utopías tras el fin de la Guerra Fría. Inspirado en Hegel y en sus exégetas del siglo XX, como Alexandre Kojève, afirma que lo que impulsa a la historia, que es el deseo de reconocimiento, el thymos platónico, se ha paralizado en la actualidad con el fracaso del régimen comunista, que demuestra que la única opción es el liberalismo democrático, constituyéndose así en el llamado pensamiento único. Según él las ideologías ya no son necesarias y han sido sustituidas por la Economía.

La Ultraderecha en el mundo se apresuró a concebir de manera teórica, una distopía de un mundo gobernado y controlado desde los grandes centros de poder y comercio neoliberal, en contraposición de la visión tradicional del mundo bipolar en pugna permanente y en careos guerreristas que repartía el poder entre dos grandes centros ideológicos supuestamente antagónicos, Moscú y Washington. Podemos hacer alegoría de un mundo y una sociedad mundial o global, gobernada por el comercio a través de las trasnacionales.

Desaparecida la Unión Soviética, se replantea el mundo desde una perspectiva unipolar, casi de fantasía, en la cual los Estados Unidos se convertirían en la centralidad Política, económica y cultural del nuevo sistema mundial de gobierno y en el gran “hermano” o gendarme del mundo.

Tiempos en los cuales, no harían falta los ejércitos para aplastar a una nación, con las solas políticas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, se acabaría con la economía y el comercio de toda una nación, luego de eso la ocupación cultural e ideológica a través de los grandes medios de Comunicación, vendría a ser suficiente para someter a los pueblos.

El mundo unipolar, es la distopia que todavía sueñan los grandes centros de poder económico del mundo. La Pax Mercantil, sustituiría a la Pax Norteamericana, como a su tiempo esta sustituyó a la Pax Hispánica y a la Pax Romana.

En Venezuela, vivimos esa tensión dialéctica- gramsciana, no solo por como el presidente Chávez define a la crisis, sino que en verdad vivimos dos visiones distintas e irreconciliables de un país. Vivimos la realidad del Gobierno que define el actual momento como momento de transición del capitalismo dependiente al socialismo autosuficiente, basado en el desarrollo endógeno. Por otro lado está la visión de una oposición que tiene una visión de una sociedad capitalista dependiente que tiene en los modelos neoliberales su paradigma económico y social.

Para unos, el país se está cayendo, otros ven en la economía socialista la solución a tantos años de exclusión. Unos ven en Chávez, a un dictador de un extraño corte fascista- comunista- populista, otros ven a un demócrata, socialista popular. Una visión pesimista de un sector del país en contraposición de una visión alegre, esperanzada de las grandes masas por siglos marginadas.

Una Venezuela que quiere regresar a exclusión de otros tiempos, y la Venezuela de las Misiones de los logros deportivos. La utopia de la posición versus la utopia oficialista, contradicciones que han definirse en la arena de las elecciones, y no de las encuestas e intromisiones de las grandes trasnacionales de la información y del comercio.

Lo que sucede en Venezuela, va mas allá que el enfrentamiento de dos corrientes políticas, tiene que ver con la pugna ideológica que Fukuyama creía extinta y por la cual predicaba el fin de la historia. No contaba Fukuyama con el Socialismo del Siglo XXI., no contaba con la resurrección de los nuevos grupos políticos y sociales emergentes en América Latina.

El resurgimiento de las ideologías, puso en jaque a todo el sistema capitalista mundial, los nuevos protagonistas sociales surgen desde los grupos de mujeres, de afrodescendientes, indígenas, y superan en sus fines y medios a los partidos políticos tradicionales, dando una nueva visión de las luchas y logros sociales. Estas cosas no fueron previstas por los teóricos de la unipolaridad ni del capital, quienes fueron excesivamente rápidos para decretar la muerte del pensamiento y de la acción de los pueblos.

No les funcionó la visión distópica a la derecha internacional, a los grandes centros de poder económico. Fukuyama fracasó en su visión de mediano y largo plazo. La muerte o desaparición de la Unión Soviética, no podía representar la muerte de las Utopías, porque la crisis de los partidos políticos en todo el mundo y en especial en America latina, marcó el inicio de los movimientos sociales que surgen como nuevos actores, más vigorosos y pertinentes y con mayor presencia en las bases, pero también le aseguró al capitalismo su mas grande crisis económica, prevista por los teóricos del marxismo y que está vigente en esta década.

La ultraderecha no se dio cuenta que la muerte de la Unión Soviética, era también la crisis muerte del capitalismo, ambos sistemas eran antagónicamente dependientes, ambos se necesitaban. La caída del Bloque Socialista dio inicio dentro de la izquierda internacional a una revisión profunda de los viejos paradigmas ideológicos, cosa que no sucedió en la derecha.

Surgen nuevos actores sociales, culturales, políticos, que asumen la vanguardia de las luchas sociales desde una nueva perspectiva popular, las mujeres, afrodescendientes, indígenas, inmigrantes, son los nuevos rostros del quehacer político, dando sentido a una visión posmodernistas de las transformaciones sociales.


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Obed Juan Vizcaíno Nájera


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