PDVSA es de todos

               Las consecuencias nefastas que trae consigo, atender lo secundario ante que lo fundamental, engullen con asombrosa voracidad la PDVSA de todos los venezolanos. Sólo la sostiene un débil estilóbato mediático, mientras que los proxenetas políticos-empresariales, que se benefician de su tragedia, se mantienen impávidos, confiados en que la estupidez política que envuelve a nuestro país, los salvará de cualquier aprieto legal. Los miasmas sindicales que participan en el pútrido festín, también hacen lo suyo, e intentan con “grandes sacrificios” maquillar la lóbrega realidad. Pero ésta, es tan obvia y contundente, que no existe maquillaje, ni maquillador, que pueda eliminar de su semblante, el estrago que ha causado en su interior, la pertinaz depauperación.

               Por su parte la fuerza trabajadora, secuestrada y aturdida por la politización ruidosa y mediocre que discurre por el interior de PDVSA, acepta como argumento revolucionario cualquier bodrio. Habla de lo delicado de la situación, muestra signo de indignación por lo que está sucediendo, profetiza el aciago desenlace, pero sigue ahí, inmóvil, absorta ante su propia indiferencia como testigo ciego de la inevitable destrucción. Y solo despierta de su letargo cómplice para preguntar: “¿Y cuándo hay cobre?”

               Es posible, que mis palabras, exasperen el ánimo de los arribistas y diletantes que tienen dentro de PDVSA las mafias políticas-empresariales, y éstos, salgan de inmediato a enfrentar con grandes sofismas a la diáfana verdad que les acusa. Para ello, tienen a su disposición, al famoso “permiso político”. Es así, que nadie se ofenda, el relajo en la industria petrolera ha llegado a niveles tan alarmantes, que ya se escucha decir al trabajador con acre cinismo, “PDVSA se está cayendo a pedazos, pero mientras nos paguen a nosotros, todo está bien”. Esta ominosa sentencia, pletórica de indolencia, es propia de la involución. Aunque muchos insistan en venderla como revolucionaria; y donde está presente la involución, todo se detiene, todo se deteriora, todo se destruye por sí mismo, y los sueños revolucionarios, terminan devorados por las fauces venenosas de la frustración.

               Lo anterior nos permite otear con indignación, la ingente y grabe realidad que azota PDVSA, y nos muestra desafiante la robustez de los vicios que le atormentan. Pero también, debería llamarnos a todos a una profunda reflexión, recordar que es un deber de todos los venezolanos, defender con denuedo patrio, la principal fuente de ingreso económico del país, para esto no debería existir excusa política que nos exima del cumplimiento de esta responsabilidad. Por ello, debemos exigir, aun corriendo el riesgo que implica enfrentar a la corriente destructora, el restablecimiento sin condición de lo fundamental a su lugar de origen. Fue el desplazamiento del mismo, quien provocó todo este descalabro. Es propicio aclarar que cuando aludo a lo fundamental, me refiero estrictamente a los procedimientos técnicos, administrativos, laborales y financieros que en el presente deberían dirigir a nuestra estatal.      

               Solo así, podríamos permitirle al fulgor omnipotente que irradia la acción revolucionaria, echar hasta del más recóndito lugar de PDVSA, a la oscuridad frustrante de la involución. Y esto nos llevaría, a retomar el hermoso camino que conduce a la excelencia y a lo extraordinario. Y entenderían, quienes dirigen la política en el país, que de seguir concienciando a la fuerza trabajadora con politiquería mediocre; terminara siendo como dijo nuestro libertador hace más de doscientos años, “Instrumento ciego de su propia destrucción”.

ottoepm@gmail.com

Trabajador Petrolero - Articulista

 



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