Oro parece, que platanazo no sea…

Vuelvo a leer con confusión el aviso de la autorización de un programa de formación en orfebrería y joyería. Por un lado la alegría de ver que se están dando pasos hacia el aprovechamiento de los recursos auríferos que posee el país. Por otro la tristeza de evidenciar el divorcio entre los esfuerzos formativos en ese sentido y los hacedores, en este caso, los orfebres venezolanos, y sobre todos los creativos.

El resto de Latinoamérica tiene una tradición que se enraíza en las culturas precolombinas, algunas de las cuales lograron grados exquisitos de refinamiento técnico y formal. De hecho, Centro y Suramérica usan su orfebrería como medio de difusión de sus valores iconográficos ancestrales, colaborando en el mantenimiento y vigencia de esas imágenes en la colectividad.

Siempre he sostenido que la total ausencia de vestigios de actividad metalúrgica en Venezuela es, por múltiples razones, sospechosa. Siendo cabeza de playa hacia el Caribe de un imperio como el Inca; en vecindad con culturas que lograron impresionar por su desarrollo técnico de la orfebrería, amén de su belleza simbólica; en presencia de grandes lagos y fuentes acuíferas, que siempre estimularon el establecimiento de comunidades sedentarias y, por tanto, capaces de sustentar y alentar los avances tecnológicos requeridos para su desarrollo, es de extrañar tal sequía de hallazgos.

En cuanto al estado actual del sector orfrés, el panorama tampoco es muy estimulante. Luego de la época de la Venezuela saudí las empresas de joyería industrial comenzaron a emigrar hacia países con condiciones laborales más "flexibles", como se dan a conocer los espacios donde se permite esa forma de neoesclavitud que es la maquila. La mayoría estuvo en manos de europeos o sus descendientes, quienes impusieron, como es lógico, no solo sus dinámicas explotadoras sino también su estética.

Los orfebres artesanales tratamos de sobrevivir en medio de condiciones de grave precariedad. Las herramientas y materiales son importados en su totalidad, a pesar de tratarse de útiles que no requieren mayor refinamiento tecno-industrial para su producción. El precio del oro llegó a los niveles inalcanzables que la economía especulativa mundial lo colocó, mientras la plata sufrió un incremento de 422% el año pasado, con un acumulado del ¡más del 16.000% en los últimos 8 años!!!

En medio de todo esto se da la tan esperada noticia, la apertura de una institución educativa para el uso de un recurso tan valioso como el oro, paso que respalda un hecho incontrovertible, tal como lo es que solo aquellas economías que procesan sus materias primas alcanzan a desarrollarse. Sin embargo, no se incluyó, hasta donde sabemos, a los orfebres nacionales en el desarrollo del a idea. Hasta de Italia vinieron, pero fueron incapaces de llamar a la persona que tiene el único reconocimiento oficial a la trayectoria como maestro formador en el área de orfebrería en el país (Premio al Maestro Artesano Orfebre, IV Salón Nacional de Orfebrería, Museo Cruz Diez, Caracas, 2012).

Venezuela posee valiosos orfebres, cuyo trabajo es reconocido incluso a nivel internacional. A duras penas, sobrellevando incluso la inercia institucional, se han realizado 4 salones nacionales. Esperemos que el espacio para formar a las nuevas generaciones cuente con el concurso quienes, durante décadas, han persistido en su empeño de ser orfebres, a pesar de las duras condiciones y el desamparo.

 



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