Parte IV

¿Qué es la conciencia de clase? (4)

Los socialistas revolucionarios no pueden despreciar la lucha por las reformas en la sociedad capitalista en favor de la clase trabajadora. Los activistas revolucionarios deben preocuparse de los problemas cotidianos que sufren las familias trabajadoras. Los socialistas revolucionarios somos los luchadores más consecuentes por las reformas, pero damos a esta lucha un contenido de clase y socialista, a diferencia de los reformistas. 

Ya que la sociedad capitalista se basa en la explotación de la clase trabajadora y del resto de las clases y capas oprimidas de la sociedad a manos de la clase capitalista, ésta sólo puede tolerar aquellas reformas que no cuestionen su dominación y sus privilegios, es decir, su poder político y económico.

Los socialistas revolucionarios utilizamos la lucha por las reformas para impulsar la lucha de clases hasta su conclusión final, para fortalecer la conciencia de clase de los trabajadores, la confianza en su fuerza y en nosotros mismos.

Los reformistas, en cambio, auto limitan su actividad y la de las masas trabajadoras a lo que el capitalismo puede dar en cada momento, sin cuestionarlo; es decir, sin cuestionar la propiedad de los capitalistas.

En períodos de bonanza económica los capitalistas se pueden permitir conceder algunas mejoras a los trabajadores en lucha, mediante nuestro trabajo duro, con horas extras, arruinando la salud y sacrificando parte de la vida familiar. 

Por el contrario, en momentos de crisis económica, los capitalistas ya no pueden mantener las reformas concedidas anteriormente a los trabajadores, en ese caso, los dirigentes reformistas se limitan a servir a los intereses capitalistas y su Estado burgués. Los reformistas al no cuestionarse los intereses de los capitalistas, la propiedad privada capitalista, se ven obligados a abandonar la lucha por reformas y a justificar la puesta en vigor de medidas contra los intereses de la clase trabajadora. ¿Esta es la realidad de los últimos años en todo el mundo, y en nuestro país ?. 

Todas las medidas que han atentado contra los intereses de las familias trabajadoras en los países desarrollados, y que han sido puestas en vigor por los gobiernos, han contado con el apoyo de los actuales dirigentes reformistas y algunos “socialistas”, muchas de estas medidas consiste en “acuerdos” para:

1) Reducir las pensiones, 2) el abaratamiento y facilidad para el despido de los trabajadores de las empresas, 3) la aceptación complaciente de la tercerización, que funcionan como suministradoras de mano de obra barata y de segunda clase a las grandes empresas, 4) la actitud condescendiente hacia la política de privatizaciones de las empresas públicas, que ha supuesto un saqueo escandaloso a la riqueza estatal para beneficiar a un puñado de capitalistas y especuladores; 5) el silencio hacia la progresiva privatización de la salud y la educación pública, 6)congelamiento y reducción de los salarios, entre otras.

Todo esto ha venido acompañado, además, de una política de desmovilización de los trabajadores, de aceptación de la pérdida de poder adquisitivo de las familias trabajadoras, saboteando las luchas que cuestionaban la política de pactos y consensos con el gobierno capitalista y el patrón.

Aquí es adónde conduce la política reformista: a aceptar lo que hay, a frustar las aspiraciones de los trabajadores, disminuyendo la confianza en sí mismos y en su fuerza, y a debilitar la conciencia de clase.

Esta es la casusa de la desmovilización social y el bajo nivel de luchas, y de que la clase trabajadora haya pasado a un segundo plano en el protagonismo social; y no buscar la causa en los supuestos cambios operados en la composición social de la clase trabajadora.

El hecho de que una situación similar se haya dado en todos los países del mundo, sólo prueba que la misma política y la misma ideología guía a los dirigentes reformistas en todas partes. 

Para los socialistas revolucionarios las luchas por reformas son imprescindibles para movilizar a la clase trabajadora, a los sectores más conscientes y avanzados y a los más inertes con miras a construir el socialismo.

De esta manera, la clase trabajadora se une en la lucha y, a través de la experiencia, el conjunto de la clase eleva su nivel de conciencia.

La lucha exitosa por reformas sirve para dar confianza a los trabajadores en sus fuerzas, que si nosotros no queremos no funciona la sociedad burguesa; y, al mismo tiempo todo avance en las condiciones de vida y trabajo, en nuestros barrios, en las leyes, etc., actúan favorablemente en nuestra conciencia y dignidad al hacernos sentir algo más que materia prima para la explotación de un patrón, para elevarnos a la categoría de hombres y mujeres que piensan y actúan por sí mismos, haciéndonos comprender mejor los objetivos finales por los que luchamos: el socialismo. 

Lo que nos diferencia a los socialistas revolucionarios de los reformistas es que, explicamos sin mentiras a la clase trabajadora que lo que hoy nos da el capitalismo, mañana nos lo va a quitar, que toda conquista es temporal cuando eventualmente cambia la correlación de fuerzas entre las clases, y que la única manera de disfrutar permanentemente de nuestros avances sociales y de mejorarlos indefinidamente es cambiando radicalmente la sociedad capitalista por una socialista.

Es precisamente la experiencia acumulada en años de permanente tránsito del crecimiento económico a la crisis, y viceversa, lo que genera incertidumbre ante el futuro, lo que estimula el proceso de toma de conciencia de los trabajadores y lo que, tarde o temprano, hace disminuir en su mente las ilusiones depositadas en este sistema de explotación

Los revolucionarios explicamos que además de la lucha económica o sindical por reformas, hay que luchar políticamente, que no existe una lucha económica, que a su vez no sea una lucha política, en las instituciones y en la calle, hasta alcanzar la fuerza necesaria entre los trabajadores y resto de capas oprimidas para expropiar a los grandes capitalistas, y poner estos recursos bajo el control democrático de los trabajadores y su Estado revolucionario. Así estableceríamos las bases para organizar una auténtica y genuina sociedad socialista, libre de la explotación, miseria, guerras “preventivas”, y destrucción del ambiente.

En este sentido, apoyamos las posiciones que se puedan alcanzar en la Asamblea Nacional y en otras instituciones, pero las utilizamos para defender nuestro programa de la revolución del socialismo bolivariano. Así mismo, el trabajo en las instituciones burguesas debe ser un complemento a la lucha de masas que es la única que transformará radicalmente la sociedad a la que aspiramos. Los trabajadores y trabajadoras sabemos por experiencia que sólo mediante la lucha y la organización en los sindicatos y partidos revolucionarios es cómo se cambian la sociedad.

La historia demuestra que además de la rutina normal diaria, hay momentos en que la sociedad capitalista entra en crisis, bajo el peso de sus contradicciones económicas, políticas y sociales y entonces la mayoría de la gente comienza a cuestionarse el orden establecido abandonando las viejas creencias y prejuicios de toda la vida, buscando organizarse y luchar por cambiar la sociedad. Ejemplos: los movimientos de los indignados en todos el mundo, la revolución en Grecia, el cambio de la situación en los Estados Unidos. Especialmente el movimiento de los indignados de Wall Street que luchan contra el incremento de los impuestos a los millonarios. 

Los reformistas piensan que gradualmente se podrá conseguir una mayoría suficiente en un parlamento burgués para poder emprender los cambios revolucionarios en la sociedad capitalista. Los revolucionarios decimos que sólo en una situación de fermento revolucionario es posible que una organización revolucionaria que se propone transformar la sociedad, puede obtener una mayoría suficiente en las instituciones políticas burguesas, ayudar a la clase trabajadora a crear paralelamente sus propios órganos de poder proletarios y populares (comités de lucha y consejos de trabajadores en cada fábrica y empresa, en los barrios y ciudades, etc.) y, junto con la presión popular en la calle, edificar un gobierno de la clase trabajadora que debe expropiar los monopolios, la banca y los latifundios para iniciar la transformación socialista de la sociedad.

He ahí el contraste entre reforma o revolución, entre socialismo o barbarie. En la revolución bolivariana se ha operado un cambio de conciencia y un ejemplo de este proceso, es que estamos disertando el tema en las líneas precedentes.

lucidiowx@gmail.com

garcialwx@pdvsa.com

(*) asesor del sindicato unitario de trabajadores de PDVSA Intevep

Corriente de trabajadores y trabajadoras marxistas de PDVSA.



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Lucidio García


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