La Universidad venezolana

I

Quienes somos de larga data en los predios universitarios,  (primero como estudiantes y después como profesores), aunque sea en una sede de la provincia de estas corporaciones educativas, llamadas experimentales de vieja data o autónomas con una estructura matricial. Esto es, regadas por varias regiones del territorio nacional, como es el caso del Instituto Pedagógico de Barquisimeto. Ente adscrito a la universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL-IPB); quienes somos, pues de larga data en los predios universitarios, decíamos, podemos a estas alturas de la vida reflexionar sobre esa experiencia.  Tal vez no como una especie de “muestra significativa” sino como una singularidad para describir y comparar someramente  el estado actual de la universidad en Venezuela, con su cúmulo de cosas buenas  (ampliación de la cobertura en toda la república o “municipalización”) Y otras que no lo son tanto (como la falta actual de comedor y transporte, entre otros que en la IV República funcionaban medianamente), por lo que requieren ser transformadas en el marco de la Revolución Bolivariana.

En el convulso año de 1989 nos hacía mucha ilusión ser universitario, sí, 1989, el del llamado “Caracazo” o “Sacudón”, con su secuela de saqueos, represión y muerte. Así como de posteriores marchas, concentraciones y revueltas estudiantiles impresionantes. A veces con saldos mortales. Contemos, para empezar que ingresamos a dicha  institución a través del mecanismo de lucha e intermediación conocido como “Comité de Bachilleres Sin Cupo”. Que hoy ya no se ven en las universidades sino que los cupos sobran. ¡Qué diferencia! ¿No? Se ha roto el maleficio que algún académico de la UCV diera en llamar  “La contracción de la oferta educativa” y la doxa periodística denominaba “cuello de botella del cupo universitario”, en verdad un silicio que golpeaba de forma inmisericordia a los más pobres. Los excluidos de siempre, condenados de la tierra.  

Sin embargo, y para no ser completo, como se dice, el estudiantado del Instituto Pedagógico de Barquisimeto por estos días de Dios ya va para los dos años sin tener el  servicio de comedor, ya veremos por qué.  Transporte con sus rutas tradicionales, convenios con las alcaldías de los municipios foráneos, biblioteca actualizada y bien dotada, laboratorios y talleres con tecnologías de punta y rápido servicio de internet apenas funcionan. Eran otros tiempos los nuestros, los de la llamada década perdida: los años 80, dizque de la “Generación Boba”, de acuerdo con al despectivo apelativo que el entonces rector de la UCV, un tal Edmundo Chirinos (el de “Sangre en el diván”, como también de otras tropelías) y los 90 del neoliberalismo que fue una segura  condena de muerte,  hambre y represión, que prácticamente éramos casi toda la población venezolana.

Sin embargo, esas décadas fueron de aguerridas luchas y de ingentes esfuerzos de formación intelectual-académica y discusión política, así como de organización popular, tanto en las asociaciones de vecinos como en los centros de estudiantes y las federaciones de centros universitarios; espacios estos últimos donde hubieron de foguearse varios de quienes hoy tienen altas responsabilidades en la conducción del Estado-Nación, pues todos hicieron la universidad en esa época. Incluyendo al compañero presidente Nicolás Maduro, ya que hizo su bachillerato y pre-universitario por entonces, hasta decantar por las labores remuneradas como obrero. Cuestión que entonces era muy común. Inclusive ciertas organizaciones políticas de izquierda solían exigir a sus militantes adscribirse a alguna célula en una fábrica, o marcharse a cursos de formación de especialización ideológica o sindical a la Unión Soviética o Cuba. Al respecto hay testimonios varios, de donde se tiene que esa generación, también denominada “del carbón” porque se quemó en las catacumbas y todo parecía oscuro y sin esperanzas, no era tan boba.
 

Así fue cómo nosotros empezáramos formalmente a estudiar en la mencionada sede de la UPEL-IPB, hacia 1990 y egresáramos en 1995, viviendo al menos como testigo indirecto la rebelión de la juventud militar patriótica encabezada por el nunca bien ponderado comandante Hugo Chávez en 1992 y la defenestración del presidente Carlos Andrés Pérez en 1993, así como el gobierno de transición del intelectual tachirense e historiador positivista Dr. Ramón J. Velásquez, además de que nosotros  fuimos parte del chiripero que activó  para votar al Dr. Rafael Caldera, por influencia de un grupo de universitarios de amplia experiencia como el conocido historiador Dr. Federico Brito Figueroa, Freddy Carqués y Luís Fuenmayor Toro entre otros, pues participamos de unas reuniones donde asistíamos solo a oír, porque ¿qué íbamos a estar nosotros hablando antes esa lumbreras?

II

Esto es, que paralelo al proceso curricular formal en la universidad uno tenía otras experiencias en espacios que algún autor que ahora olvidamos su nombre diera en llamar “Liceos ocultos”, lugares de aprendizaje, lectura, discusión y planificación de acciones en el ámbito comunitario-local, regional y nacional. Todo bajo la orientación, diríamos hoy, de la “Teoría crítica” de raigambre neomarxista; como núcleos muy pequeños en realidad. En plena época por cierto cuando Chávez estaba preso y una vez, en lo personal, no con gente de ese grupo, fuimos a ver si podíamos verlo allá en el Cuartel San Carlos. Pero no pudimos entrar. Era muy complicado, lástima. Hubiéramos esperado e ideado ciertas estrategias, pero allí sucedió también que nuestro contacto allá era de muy malas pulgas, no tenía paciencia. Un militar que ahora se me hace era el Capitán Eliezer Otaiza, quien vino una vez a Barquisimeto a unas reuniones clandestinas. A mundo Otaiza,  a quien Dios haya perdonado y acogido en su seno,  no lo conocíamos bien ni él a nosotros, entonces. Luego sí pudimos saludarlo brevemente, ahí frente al emblemático Teatro Juárez de Barquisimeto, ello porque habíamos leído su tesis de maestría en ciencias políticas en la USB que fuera publicado como un libro.

Así, en ese contexto egresamos  como Profesor en Ciencias Sociales, mención Historia, con especial énfasis en historia  de Venezuela e Hispanoamérica, además de ser distinguido con  una sorprendente mención honorífica de Cum Laude; entonces los estudios universitarios constituían un esfuerzo muy arduo, en particular de parte de los socialmente más vulnerables. Hoy y como en realidad hemos sido siempre bastante ingenuos, hemos llegado a pensar que las nuevas juventudes no saben valorar lo que tienen. Por ejemplo, el acceso universal a los estudios universitarios y que tienen poco compromiso o ninguno con los ideales de la Revolución Bolivariana, comparándola sin más con la IV República, animados tal vez por quienes añoran aquellos tiempos ya pretéritos “Cuando éramos felices y no lo sabíamos”.

IV

Igualmente consideramos que parte del funcionariado y sus grupos aliados en los centros educacionales del tercer nivel (el llamado Pregrado Universitario, de Lic., o Prof) encargado de desarrollar las políticas educativas universitarias suelen perder la brújula y no trascienden la cuestión política-electoral, con lo que reproducen las prácticas tradicionales clientelares, el amiguismo y los abusos de poder. Así, finalmente creemos que la Revolución Bolivariana parece no haber llegado a ciertas universidades, en particular las experimentales tradicionales y las autónomas. Inclusive muchos confunden esto que decimos con acciones violentas (promovidos por la derecha política misma) de pacillos o violación de los fundamentos legales donde se sustenta la educación en general y la universitaria en particular, porque como dice un conocido articulista hay quienes creen que a los chavistas no nos gusta las cosas buenas.    

Finalmente, queremos decir que así como se hace un lanzamiento extraordinario del años escolar, educación primaria y media general, se debería hacer algo similar con la educación universitaria, ya que comparativamente y aunque las épocas no son iguales ni se repiten, (sino primero como tragedia y luego como una comedia, Marx, dixit);   conviene decir que no  habíamos visto una situación tan difícil como la que padece la universidad venezolana hoy. Y que se nos perdone el utilitarismo. Veinte años después de que nos graduáramos, en 1995, como hemos dicho ya: literalmente si la universidad venezolana no se está muriendo de mengua creemos que requiere de una redimensión de manera urgente. Potenciar sus posibilidades, identificar oportunidades e idear acciones estratégicas con fines de poder desplegar su “potencia en acto”, digámoslo así recordando a uno de los autores de la universidad del medioevo: Tomás de Aquino.

Sinceramente y sin que nos quede nada por dentro, nuestra universidad está en peligro inminente, como diría Carlitos González. Famoso comentarista de los circuitos radiales en la pelota rentada nacional, principalmente por Radio Rumbos; de allí el título de esta nota.  Eso se evidencia con apenas observar de pasada el deterioro de la infraestructura física universitaria y su aspecto paisajístico, la falta o mengua de servicios de comedor, transporte, laboratorio y biblioteca o servicio de internet, donde había unas famosas Salas OPSU, entre otras. Que no es menor.  Como esa especie de actitud derrotista que ha  invadido a buena parte del profesorado  universitario, que como en estampida quieren irse a Ecuador, Colombia, Brasil o Curazao, por ejemplo.

Y por vía de anécdota vamos a sostener de manera factual la afirmación anterior. Cuando éramos felices y no lo sabíamos, (sí, Luís). Aunque haya quienes así lo creen. Pero lo cierto es que al menos lo que se denomina proveedurías estudiantiles son un legado de las luchas de esos años de 1980 y 1990 y desde entonces han funcionado medianamente.  No habían desaparecido hasta ser hoy un recuerdo nostálgico.  O  ser, por el contrario en la práctica, un libelo acusatorio contra quienes en el tiempo actual de la Revolución Bolivariana “dirigen” (es un decir) la educación universitaria en Venezuela. ¿Cuándo irán a reaccionar el  ministro,  viceministros y demás miembros del funcionariado?

Aunque muchos propalan orgullosamente datos acerca de que “tenemos no sé cuántos  estudiantes universitarios, (2800 0 3000)”,  pero ahora son cifras que tendrán que revisar porque encuestas tipo  flash en ambientes cotidianos o la observación participante señalan que hay deserción significativa en los microambientes de clase.  Algunos, como el actual rector de la UCLA, Francesco Leone, (va de retro satanás) la   ubican por el orden del 20%, aproximadamente. Aunque uno no sabe bien porque a ese señor casi no se le entiende cuando habla.

En el caso de mi centro de trabajo, el Instituto Pedagógico de Barquisimeto, se tiene la impresión  que “ya casi no hay alumnos”.  Literalmente en los Cursos Intensivos de Nivelación y Avance, desarrollados en el mes de agosto, Paena 2016, nuestros alumnos regulares se podían contar con la mano, dicho sea sin faltar a la verdad, aunque en la lista aparecían inscritos muchos, pero después de los primeros días de clases brillaron por su ausencia. Pero el ministro Jorge Arreaza y su funcionariado tan eficientes  no se dan por enterados. ¿Duermen en los laureles y mieles del poder? 

Aunque estos días ha dado unas curiosas declaraciones, veámosla, porque con esa forma típica de titular que tiene Últimas Noticias este miércoles trae que “Aprobaron un realero para las universidades/ Bs 3 mil millones están destinados a respaldar proyectos de investigación”. “El Gobierno nacional ha invertido en educación universitaria hasta la fecha bs 196 mil 460 millones, cifra que supera la del año 2015 en 168 %, informó Jorge Arreaza, ministro para la Educación universitaria, Ciencia y Tecnología, al salir de la reunión del CNU en Miranda, quien calificó como buenas noticias, pese a un año de dificultad económica” (Últimas Noticias, Caracas, 28 de septiembre de 2016, p. 3).

Con esa cifras pareciera que se desmiente todo lo que hemos dicho aquí sobre la crisis que padecemos en la universidad venezolana, que no hay comedor, etc., etc., pero en realidad y que se nos perdone, pero tales números globales esconden muchas ambigüedades y hasta falacias de atingencia, en particular la diferencia de 168 % entre los años 2014 y 2015, sin considerar que la inflación ha sido galopante. Pero vienen más cifras:
“Refirió (el ministro del MPEUCT, Dr. Jorge Arreaza) que en comparación al año pasado, a esta fecha se entregaron a las casas de estudios Bs 73 mil 369 millones, precisó que en las vacaciones escolares se hicieron cursos intensivos de actualización de asignaturas. Con una inversión de casi bs 300 millones se realizaron los cursos”… (Ídem).

Al respecto sólo una consideración: ¿cómo es eso que en los cursos intensivos o vacacionales el MPUECT invirtió 300 millones de bolívares si todavía no han  cancelado  el estipendio al personal docente, empleados y obreros, al menos en la UPEL-IPB? ¿Dónde están esos reales? O es que como en aquel personaje del Show de Joselo, el Dr. Pensemos decía que “pensaban hacer esto o aquello”, pero sólo pensaban (invertir casi 300 millones en los cursos intensivos pero tienen problemas para que los trabajadores universitarios hagan efectivo el esfuerzo de su trabajo).
 
Por ahí se ha leído al decano UPEL-IPB, que en la prensa local señaló que el MPPEUCT  o la OPSU, prometió bandejas a 750 bolívares, cuestión harto insuficiente; pues uno sabe que cualquier “Almuerzo ejecutivo”, que dicen, lo valoran al menos en bs. 1500. Ningún proveedor dizque  puede ofrecer  bandejas de comida a ese precio, perdiendo. El tiempo pasa y no hay soluciones a esta problemática, a la que habría que agregar que nuestro sueldo como profesores se ha pulverizado, como ha dicho gente de la FAPUV.  Y estamos verdaderamente desmotivados.  Y según un amigo “Ya casi vamos a transformarnos  en parte de una especie de orden laica mendicante, que con las uñas iremos a cumplir labores de docencia, investigación y extensión”. Ya está pasando.

Pero de eso el Sr. ministro parce no se da por  enterado.  Como será que ni ha enviado los recursos para el pago de los profesores que  sacrificaron sus vacaciones con el fin de ganar un “dinerito extra” y quisieron acompañar solidariamente  al estudiantado en este semestre que en otras partes  del mundo dan en llamar “Cursos de Verano”. Y en la UPEL-IPB,  Paena 2016. Que fue todo de gratis para el estudiante, como debe ser según el concepto de “Estado docente”.  

En Venezuela la universidad se está en peligro y según se oye decir por los pasillos se está  muriendo de mengua.  Tendrá que reinventarse.  Hacer convenios con las empresas privadas. Aquellas que aún quedan por ahí eventualmente. Realizar proyectos de ingresos propios, ha dicho en los medios regionales y locales la actual rectora dela UNEXPO Rita Añez.  Como en las escuelas bolivarianas, donde grupos de madres preparan los alimentos: desayuno y el almuerzo,  aunque parezca estrafalaria parece ser una de las salidas o que un grupo de vendedores de arepas rellenas las autoridades  les compre toda su producción;  que grupos de estudiantes preparen sus propios alimentos, entre otras opciones pero tendrán que buscar salidas, repite el amigo.

La dieta de Maduro, por la cual todos estamos más flacos, también ha afectado los comedores de todas las universidades.  Y pensar que antes   ¿éramos felices y no lo sabíamos?  Hoy no habrá  abundancia pero habrá que inventar, ¿no? Hubo en tiempo, sobre todo del año 2003 en adelante hasta el 2012, aproximadamente, nos dábamos el lujo de despreciar las bandejas servidas en nuestros comedores educativos.  Nos consta que en liceos y escuelas los estudiantes tiraban la comida.  
Hasta que nos cayó la gota fría, como cantan por ahí, ¿Cómo transformar esta crisis en oportunidades? ¿Por qué no se ha creado otra estructura alternativa para solventar esta problemática? Creemos que el ministro Arreaza, parsimonioso como es él,  está  en proceso  para resolver esa situación.

V

En 1998,  empezamos a dar clases, siempre en el querido Instituto Pedagógico de Barquisimeto:   Introducción a la Filosofía, Filosofía de la Educación o Ética y docencia; Sociología de la Educación, Historia de la Educación y la Pedagogía, Sistema Educativo Venezolano y  los salones eran insuficientes para albergar a los bachilleres. Fue cuando el comandante Chávez pidió dar cupo a todos, que  la universidad se vestiría de pueblo; y así una vez tuvimos hasta 60 estudiantes en un salón. Inclusive cuando ingresamos por concurso de oposición como personal docente y de investigación, en 2005, aquello era una poblada que repletaba los pasillos y salones.  No faltaron  “naturalmente” los brotes de anarquía. Hasta se abrió un turno nocturno en la UPEL-IPB. Todo aquello era un emporio y hasta  mucho lumpen promovió la violencia en el campus, todo a nombre de la Revolución Bolivariana.  O contra ella. ¿Qué tal?

 Luego creemos que la universidad ha sido, como se dice ahora, una zona de “silencio”, sobre todo después del fracasado intento de Ley de Universidades, de 2010, que nadie recuerda ya y el inaplicable (o inaplicado) artículo 34, numeral 8, (¿es la cosa?),  de la novísima Ley Orgánica de Educación, de 2009; que manda el voto igualitario en la elección de las autoridades universidades. Sin embargo, poco se ha vuelto a hacer en ese sentido.  Pareciera que el Gobierno Bolivariano ha abandonado a su suerte al sector universitario, se ha retirado de esos espacios. De hecho lo  dijo una vez el apreciado luchador Rafael Uzcátegui, del PPT, según testimonios.

Hoy los jóvenes compatriotas   no pasan de 12  o 15 valientes entusiastas de la carrera docente, por ambiente de clase queremos decir, algunos de los cuales manifiestan que al concluir sus estudios formales se marcharán del país. Es su testimonio recogido en observaciones participantes. En el aula de clase, pues.

Se quieren ir aunque sea a limpiar pisos, pasar coleto y lavar las porquerías de otros.  El país cree que se les está cayendo  en las cabezas. Y no hallan respuesta ni horizonte de futuro en Venezuela. Maduro y sus ministros tienen la palabra. Andan como desorientados. Aunque como dijo hace poco Jesús Farías, ministro de no sé qué de la economía,  él y seguramente las demás “mentes” del gobierno, no leen estas vainas del portal www.aporrea.org, cuyos colaboradores están en estado de sospecha: guerreros del teclado encabezados por el tarambana Nicmer Evans. Por lo que  estas letras, al final,  no son sino monólogos, conversaciones con uno mismo, que dice Wittgenstein., como en la canción de Julio Iglesias: todo sigue igual, tropezamos siempre con la misma piedra.



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Luis B. Saavedra M.

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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