Conflicto universitario ¿Atrapados entre dos bloques políticos intransigentes?

"La memoria es la respuesta para romper el silencio impuesto por la historia que funciona como la ideología que sustenta las clases en el poder."

Pedro Pablo Linárez (2006)

Como están las cosas por estos lares es posible que opinar sobre algo recurriendo a argumentos disidentes sea una herejía para algunos, quizás suficiente excusa para marginar y condenar.

Hay que decir a viva voz lo pensado, franqueando los límites de los 140 ó 160 caracteres a los que nos reduce la "comunicación" reduccionista en la era digital, tan paternalista, con sus imágenes, audios y símbolos ajenos prefabricados, listos para suplir toda necesidad, suerte de prótesis mentales cuando hay carencia de la idea vital propia, con aportes o sin ellos, aunque esta sea quizás otra manera para no provocar nada, es decir otra manera de perder el tiempo.

Con el mismo ánimo, algo contagiado por la inmortal frase del Chino Valera, porque "Amanecí de bala, amanecí bien magníficamente bien todo arisco", también me he dicho que peor que tener ideas poco nobles o atrasadas, si ese fuese el caso, es ser indiferente, que es como ser indolente. Frente al desastre que estamos presenciando en nuestra universidad me voy preguntando ¿Se puede ser indiferente? Definitivamente no. Entonces hay que decirlo y arriesgarse.

Soy un producto de la universidad pública. Para bien y para mal le debo profesión y muchas vivencias que ayudaron a constituirme. En unas me formé y en varias presto mis servicios, sobre todo en una de sus universidades especializadas en formar educadores y educadoras. Creo que en general nos formó con espíritu crítico y democrático, en una etapa que se inició hace ya más de dos décadas y se extiende hasta hoy. Me siento aun en deuda con ella, por eso me duele. Sumergido en esta evocación algo "arisca" recordaba a Gramsci cuando afirmaba que "La indiferencia es abulia, es parasitismo, es cobardía, no es vida. Por eso, odio a los indiferentes. La indiferencia es el peso muerto de la historia" (Revista La ciudad futura, febrero, 1917).

Este último conflicto universitario, reciclado, más tozudo y hostil que los anteriores, ha puesto de relieve la más profunda y devastadora crisis de la universidad venezolana, considero que sin precedentes en nuestra historia educativa. Su magnitud y profundidad de verdad no tiene parangón. Se trata de un fenómeno inédito -sé que esto suena a lugar común. En consecuencia, quizás necesitaremos de mejores medios, distintos, alternativos y creativos para su cabal conocimiento, para comprenderla en su específica magnitud, pero no con la adopción lineal de teorías-comodines, con formulaciones desde el saber muerto, ideas manoseadas ad infinitum, que por lo general ni explican ni comprenden con pertinencia lo que ahora nos está ocurriendo, aquí y ahora, claro está, si es que queremos ir más allá de las apariencias, las consignas y prejuicios políticos. Parece que de tanto repetir un repertorio de ideas-dogmas una comunidad del conocimiento completa, nuestras universidades públicas venezolanas, no quiere conocer, no quiere comprender, no quiere reflexionar, no quiere reaccionar, y hacer su mejor y más ético esfuerzo de combate intelectual para auspiciar soluciones frente a lo que sucede y nos afecta. Todo luce como una estafa. Intentaré una aproximación en este enorme esfuerzo que sería mejor hacerlo necesariamente colectivo para descubrir el entramado de la situación.

¿Por qué estamos atrapados? ¿Lo estamos entre bloques políticos intransigentes? En la génesis del conflicto late la lucha de dos posiciones opuestas, que en este problema particular parecen más interesadas en sus propios objetivos políticos, que aprecio como muy mezquinos e inmediatistas, al menos así interpreto las señales. Dos conjuntos institucionales de poder público en esencia enfrentados por diferencias sustantivas (poder gobierno y poder universitario), cada uno de ellos signados por la carencia de auténticos planes estratégicos globales, con dramáticas consecuencias para el país. Planes estratégicos que de acuerdo con su definición especializada deberían estar dotados con proyecciones específicas considerando magnitudes, implicaciones, riesgos, escenarios y objetivos colectivos precisos… pensados seriamente (con la ayuda del saber científico-técnico), responsable, pertinentemente, esto es, siempre en referencia a los grandes intereses nacionales, concebidos en unidades de tiempo de mediato y de largo plazo, siempre con un horizonte de grandes objetivos pensando en un futuro que jamás deberá comprometerse negativamente.

Utilizando un legítimo y justo reclamo laboral por mejores sueldos para el profesorado universitario, tendencialmente depauperados durante las últimas tres décadas, hasta los límites inferiores más dramáticos, como quizás no se había producido nunca, la universidad toda ha sido sometida a un tipo de parálisis-abandono casi absoluto, principalmente por su propio cuerpo profesional académico, sufriendo un estado general parecido al de la cuadriplejía humana, cuyo sector más afectado es el de la docencia del pregrado, provocando con ello una práctica política típicamente discriminatoria, con alevosas intenciones dirigidas para golpear al estamento académico más sensible, buscando así exacerbar el descontento estudiantil hacia el gobierno nacional, el mismo que se ha calificado invariablemente como una perpetua amenaza interventora en potencia de la universidad (el fantasma que da miedo), desde el ya lejano 4 de febrero de 1999, cuando Hugo Chávez asumió la primera magistratura, sin muchas variaciones hasta la fecha de hoy.

En el marco de una constatable depauperación socioeconómica tendencial del trabajador académico universitario, su profesorado, sufrida de manera progresiva y constante en el país, cuyo registro abarca desde los años 80 del siglo XX hasta la actualidad, se ha creado un formidable caldo de cultivo ideológico para el envilecimiento cultural de nuestras casas de estudios: dejando una secuela de decepción, frustración, escepticismo, radicalismo político del tipo más obtuso; deterioro moral y ético generalizado, corrupción, reducción de la capacidad para producir recursos de análisis sociopolítico racional y crítico, como otrora abundaba allí, desplazados por la supremacía de la visceralidad sin mucha inteligencia e innovación, en un estado de dominio de la canibalización de las relaciones intra y extrauniversitarias, por encima del necesario debate y la polémica intelectual constructiva, con la paulatina desaparición casi total de modos de pensar basados en la valoración de la perspectiva crítica-histórica, mientras van incrementándose, proporcionalmente, la existencia de propuestas y productos investigativos (sobre todo en el campo de las ciencias sociales) notablemente sesgados por la urgencia de la agenda político-partidista y el clima de polarización política reinante, siempre con las excepciones del caso.

En este paisaje académico interior poco alentador para nuestras expectativas una de las primeras víctimas es la llamada memoria histórica, ese patrimonio emblemático otrora tan tradicional de la universidad, constitutiva de su identidad esencial, que tenemos el deber de rescatar, preservar y diseminar, ese legado antes considerado un supremo valor espiritual paradigmático de sus aulas y sus actores. Tamaña ausencia carcomió sus pilares de naturaleza humanista y nos sigue llevando a ese gueto autorreferencial, suburbio sub-cultural, donde crece la población universitaria zombie -al peor estilo del espantoso cine comercial gringo-, a costa de la reducción del sujeto académico reflexivo. Esos cuerpos ambulantes aludidos pueden verse y oírse escupiendo su odio (que no de Clase) por sus predios, con frecuencia repitiendo el "razonamiento" propagandístico massmediático de CNN y otros tantos aliados del poder transnacional. Una seudoacademia hegemónica va creciendo, sedienta (metafórica y literalmente hablando), más que de conocimientos, de la sangre de sus "adversarios", los del gobierno bolivariano y los sectores populares que le acompañan, son el enemigo a derrotar, apostando por su caída por cualquier vía o medio como ya ha sido suficientemente demostrado.

Así se justifica el abandono de sus espacios, con una acción temeraria que llaman impropiamente "paro", donde se auto-clausura toda actividad, se cierran sus puertas, con lo que se niega a sí misma, se queda sin oxigeno la universidad, al conculcar el derecho al estudio de sus participantes, la razón básica de su existencia, tomando una medida autoritaria extrema que jamás le permitiríamos tomar a ningún Estado, a ningún gobierno o a ningún particular. Mediante una acción político-gremial-partidista aplicada sin consciencia, borrando todo aprendizaje sociopolítico universitario del pasado, negando sus caros proyectos históricos, y más triste aun, empeñados, por esa ideología pre-moderna en expansión que les sirve de plataforma, en la restauración de un cierto paraíso sociopolítico nacional que nunca existió, donde, según se afirma, "todos éramos profundamente felices". La proposición de FAPUV: "Sigue el paro porque no hay condiciones para reiniciar actividades en la Universidad" nos recuerda con pena y demasiado dolorosamente las prédicas terroristas de aquella "Coordinadora Democrática" (hoy MUD) durante el Sabotaje Petrolero de 2002-2003 ¿A usted no?

A contracorriente de lo que sostiene el masivo y monocorde discurso justificador del conflicto, considero que este proceso de crisis no se debe solo a razones socioeconómicas, como lo machacan rutinariamente los gremios y sus operadores, aunque, repito, esa razón efectivamente existe, es real, pero ella se mezcla caóticamente con muchos otros componentes que nunca son discutidos sinceramente ni dentro ni fuera de sus recintos, porque ya funcionan como axiomas escolásticos para la razón burocrática, logrando confundir masivamente, sobre todo por la inefable y funestamente antidemocrática FAPUV, esa enorme maquinaria castradora del pensamiento y de la imaginación creativa, la que definitivamente no posee para encausar luchas universitarias por derroteros auténticamente combativos y participativos sin traicionar los supremos intereses populares.

Si fuera solo por auténticas demandas socioeconómicas (por sueldos, y últimamente, por presupuesto universitario justo, que a destiempo han agregado a la agenda del conflicto) creo que sería mucho más fácil resolver el conflicto, para superar la crisis, tanto para éste como para cualquier otro gobierno. Supongo que bastaría disponer del los recursos en dinero por parte del gobierno, aprobarlos ilimitadamente, para poder elevar los sueldos universitarios tal lo exigido, sin ningún criterio de sana administración y al margen de las posibilidades reales del estado venezolano, pero además sin demandar nunca nada a cambio, sin establecer una lógica retribución, sin tocar jamás la discusión acerca de la pertinencia de la universidad, su compromiso con la transformación social, menos aun, con la transformación universitaria. Entregar abundantes recursos financieros de la nación para drenarlos hacia las arcas, siempre sedientas (escasamente controladas por el Estado, por los mismos universitarios o por los ciudadanos) de los jefes-caciques de sus instituciones, ahora casi vitalicios en sus cargos como autoridades, de este poder universitario realmente existente y decadente, obstinadamente cerrado a cualquier mecanismo transparente y participativo requerido en la administración del presupuesto universitario, en todas sus fases, lo que es deber hacerlo porque, recordémoslo, la universidad es de todos, del pueblo y el Estado, nunca patrimonio personal o corporativo de nadie.

Pero lamentablemente nuestro problema no solo está asociado a la precariedad de los recursos financieros actuales para la apropiada remuneración de su personal. Insistimos que es mucho más complejo, contiene muchas aristas administrativas, políticas, pedagógicas, filosóficas, conceptuales, metodológicas, etcétera, pero sobre todo existe entre ellas una arista principal poco ponderada en nuestros ambientes, la cual gira en torno a una crisis de valores, digamos con mayor precisión: en torno a los valores humanistas, democráticos y libertarios que deberían primar en la universidad pública venezolana identificada con los intereses y necesidades de las mayorías sociales nacionales.

El colmo de la hipocresía y ejemplo de lo anterior es cuando con demagogia se exhorta al pueblo o se le pide a nuestros estudiantes, convidados de piedra, movilizarse para defender "la universidad autónoma, democrática, científica y popular" (consigna que asumimos pero no con ellos), por parte de estas élites académico-político-partidistas, que usufructúan nuestro patrimonio cual hacienda o empresa privada, de muchas maneras, por ejemplo traficando con los cupos universitarios cada año académico; esas mismas élites que se entregan complacientes a los requerimientos y presiones de los sectores empresariales privados, por medio de convenios o con adaptaciones curriculares a la medida, pero rehúyen cualquier posibilidad de diálogo con las comunidades, con el poder popular y con el Ejecutivo; las mismas que se niegan a convocar a elecciones para renovar autoridades, hace rato ilegales e ilegítimas, con el voto uno a uno de los universitarios (LOE 2009); la élite depredadora que favorece el ingreso abrumador de los estudiantes de los grupos sociales más privilegiados en sus principales universidades nacionales (Estratos sociales "A" y "B") en desmedro de los sectores populares ("C", "D" y "E"); el mismo estamento de poder constituido que silencia, estigmatiza y margina toda opinión disidente en sus predios; y quizás lo más cuestionable en la coyuntura, la existencia de un universo de trabajadores universitarios: profesores, empleados y obreros, que ha estado cobrando íntegros, puntuales, estos últimos meses (de paro) sus sueldos y demás beneficios contractuales (de la II Convención Colectiva Única del Sector Universitario suscrita en septiembre último), en muchos casos sin ni siquiera haber asistido a sus instalaciones durante estos meses de conflicto, como si de vacaciones colectivas se tratara, sosteniendo una paralización-abandono definitivamente criminal, con esta acción política a todas luces articulada a la estrategia golpista-electoral de la oposicionista MUD en esta época de legislativas.

La estrategia del gobierno bolivariano (el poder político nacional).

Debo comenzar esta parte de mi exposición señalando la que es para mí quizás la más increíble de todas las contradicciones existentes en los gobiernos bolivarianos durante estos últimos diecisiete años de vida política nacional. El período de los gobiernos del Chavismo (Chávez y Maduro) ha sido sin duda alguna el momento de nuestra historia que más recursos presupuestarios del Estado y en menor tiempo se han derogado para la educación pública, dentro de un crecimiento general del gasto social (eso no es un simple dato estadístico adosado, es una decisión política de enorme impacto social y cultural, que ningún gobierno, de ningún tipo y orientación, tomó antes en Venezuela), sosteniendo año a año una inversión que ha oscilado entre el 24% y el 35% de la Inversión Social (o si se prefiere entre el 5% y el 6,9% promedio del PIB) siendo el promedio europeo de 5,6% para el 2010[1].

Estos datos se proyectan socialmente, cuantitativa y cualitativamente, a favor de la revolución bolivariana en políticas educativas, evidentes al analizar indicadores como Matrícula, Cobertura, Prosecución, Deserción, Repitencia, Tasa de Escolaridad, Alimentación Escolar, Planteles Construidos, Planteles Recuperados, Dotación Didáctica (donde se destaca programas como la dotación masiva de "Canaimitas" para Educación Primaria y las Tablas para estudiantes universitarios), Unidades de Transporte Escolar, Creación de Nuevas Universidades, Programas de Bienestar Estudiantil (Bibliotecas, Comedores, Becas), Pasaje Estudiantil con cobertura nacional, Misiones Educativas de Inclusión Social (Robinson, Ribas, Sucre, Alma Mater…), entre otros indicadores socioeducativos. Sin embargo, es nuestra apreciación, consideramos que en materia de políticas públicas universitarias estos gobiernos han errado la estrategia general adoptada. Digo esto incluso expresando dudas acerca de que sea apropiado hablar de la existencia de una "estrategia" oficial, en singular, dirigida a este sector educativo para toda la etapa, porque, observando atentamente en retrospectiva, parece que no puede identificarse que haya habido una sino varias estrategias aplicadas en este periodo por la revolución bolivariana. Pero si se me permite me atrevo a decir un poco más, aventuro aun otras apreciaciones tentativas: en algunos momentos y casos durante esta etapa, ponderando mejor el fenómeno, pareciera que ni siquiera existió una auténtica estrategia integral, que tuviera como supremo objetivo lograr la imbricación de universidad pública venezolana (todo el sistema universitario nacional) con los planes planteados por el gobierno, quizás como esté ocurriendo de manera más acentuada en la actualidad. En mi opinión, siempre sujeta a la discusión y a la existencia de específicas investigaciones y reflexiones acerca de esta extremadamente sensible problemática de interés nacional, considero que ello ha ocurrido por las siguientes razones:

  • No existió en esta etapa una comprensión plena de la premisa capital según la cual el sistema de la educación universitaria es una parte constituyente y sustantiva irremplazable de carácter estratégico del concepto de Estado Nacional, pero no del Gobierno, por tanto, su existencia y desempeño resultan imprescindibles para los planes de desarrollo puestos en marcha por la nación y operados por el poder político desde las instituciones del gobierno.
  • El énfasis puesto por la revolución en el impulso y el fortalecimiento de numerosas instituciones universitarias alternativas a las universidades tradicionales, de innegable relevancia, pendientes aún de una rigurosa evaluación educativa global, no tenía porque hacerse a costa del deterioro extremo y el predominio de la confrontación a gran escala en el campo de las relaciones entre gobierno y las universidades nacionales, condiciones que si le interesaba provocar, por su esencia mercantilista y parasitaria, a la derecha reaccionaria extendida por nuestras universidades, para alejarlas de todo diálogo con el gobierno nacional en el impulso de un proyecto de transformación que tiene el socialismo y el poder popular como grandes objetivos históricos.
  • La carencia de una política educativa innovadora, sistemática y continua, por parte del gobierno bolivariano para estimular relaciones de encuentro y colaboración con estas universidades, como le correspondía auspiciarlo por su carácter de poder político nacional, para buscar el trascendente objetivo político de vencer y reducir las atrasadas tendencias internas a éstas, alentadas por la derecha política junto a sus patrocinantes imperiales, claramente definidas desde un principio del proceso, por sus deliberados propósitos contrarios a la experiencia político y social sustentada en la CRBV del año 1999.
  • Por el contrario, lo que se impuso progresivamente, haciéndose modelo de acción asfixiante en la práctica, fue una tipología de relacionamiento distante y las más de las veces hasta nulo, en el que el gobierno prácticamente abandonó atribuciones y prerrogativas históricas de ascendencia democrática sobre las universidades, con lo que se fortaleció la visión de una especie de independencia separatista ilegítima e ilegal, no la autonomía universitaria constitucional, la radicalización generalizada de posiciones anti-gobierno en la comunidad universitaria, particularmente en la academia, la consolidación de éstas como últimos enclaves de la vieja política partidista del sistema político nacional, la misma especie dirigente retrógrada que ya había sido arrasada por la irrupción popular, pacífica y democrática de la revolución bolivariana a fines del siglo pasado. Vista así la situación estimo que el gobierno y la dirección política-ideológica de la revolución dejaron libre y sin necesidad de resistencia interna alguna la reconstrucción político-partidista de la derecha y sobre todo de corrientes del anticomunismo, como fórmula de intolerancia fascistoide, en nuestras universidades tradicionales. A estas alturas supongo que esas élites político-académicas burocráticas y corporativas del poder universitario deben estar muy agradecidas de tan significativo error político-histórico cometido por la revolución. Carísimo error cometido, tendríamos que agregar con pesar.
  • Por cierto, el impacto de esta realidad en la evolución de la oposición política venezolana, más allá de los predios educacionales universitarios, principalmente en las importantes zonas urbanas y entre sectores sociodemográficos medios y profesionales, aguarda todavía por una evaluación sociohistórica, con el rigor de la metodología científica en el campo de la investigación social crítica, en tanto consideramos la hipótesis según la cual la situación universitaria antes esbozada ha tenido una enorme repercusión en el deterioro y la deslegitimación del proyecto bolivariano en todo el período. Pensemos por ejemplo en lo siguiente:
  • Uno, la cíclica agenda violenta opositora (Terrorismo de todo género: "guarimbas", sabotaje petrolero y eléctrico, "La salida", "Manos Blancas", Golpe "suave" y revolución de colores…), se ha apoyado de manera constante en sus activos juveniles radicalizados extraídos sobre todo de los campus universitarios del país, para caotizar la vida social y política en los grandes centros urbanos, como en Caracas, Valencia, San Cristóbal, Maracay, Maracaibo, Puerto Ordaz, Mérida, Barquisimeto, Barcelona-Puerto la Cruz, etcétera.
  • Dos, hay que preguntarse: ¿Cuántos recursos financiados por el gobierno para que funciones las universidades, todas, se han drenado subrepticiamente hacia las cuentas particulares de las estructuras de las organizaciones políticas de la oposición, desviados desde las universidades, de su presupuesto asignado o de los recursos que manejan los gremios y sindicatos internos, por conceptos de cotizaciones de afiliados, los ingresos propios por las empresas universitarias, las "costas sindicales", entre otras fuentes, contribuyendo a fortalecer de ese modo, vía financiamiento, su funcionamiento y movilización en el escenario extrauniversitario? ¿Quién ha financiado a los directivos de las asociaciones de profesores, por ejemplo, en tantas de sus giras nacionales para promover la confrontación y conspiración contra el gobierno disfrazada de lucha académico-reivindicativa? ¿Cuántos recursos financieros de las asociaciones de profesores sirven para movilizar a dirigentes político-gremiales FAPUVISTAS-CETEVISTAS para realizar agendas internas de sus propios partidos, como AD, COPEI, Nuevo Tiempo, Primero Justicia, Voluntad Popular…? ¿Alguna vez será posible que los afiliados de estas asociaciones gremiales y sindicatos universitarios podremos pedir cuentas a sus dirigentes, para recibirlas oportunamente, transparentemente, sobre la ejecución de los recursos financieros que contribuimos a sustentar con nuestros sueldos, sin necesidad de ser (des)calificados como "traidores", "esquiroles" o "infiltrados del chavismo" y sin que ellos se sientan "terriblemente ofendidos" por el ejercicio de este derecho elemental de los trabajadores y deber también elemental de los dirigentes?

La estrategia de las autoridades y del gremio profesoral universitario (el poder político universitario).

Como muchos otros gremios en Venezuela durante los años recientes, la FAPUV y sus asociaciones filiales, constituyen, por regla general, parte de los brazos operativos-tácticos de la estrategia política global de la oposición política desarrollada en el sector laboral del país contra el proyecto bolivariano. Como se sabe están férreamente controlados por la militancia de sus partidos políticos y por otros entes organizados nacionales y locales afines. Como tales, su línea oposicionista se ha hecho sentir patéticamente desde muy temprano del proceso bolivariano, desde el primer triunfo electoral de Hugo Chávez en 1998. Apenas cuatro años después esta federación de profesores universitarios fue de las instituciones más apresuradas (desbocadas) en reconocer al gobierno de facto de Carmona, durante el Golpe de Abril del 2002 ("Carta Pública a Venezuela" Diario El Nacional, p.D/5, 12-04-2002), por una decisión cupular, por tanto inconsulta, abiertamente comprometida con la conspiración empresarial-mediática-militar violenta que depuso de manera transitoria a un Presidente constitucional en ejercicio democrático del poder, acción que además arrasó con la Constitución Bolivariana y con toda la institucionalidad democrática vigente.

Su línea de acción ha sido constante y sólo ha variado con ligeros ajustes, solo para adaptarse a cada nueva coyuntura, durante los últimos 16 años. Su "evangelio" ha sido el apego dogmático y demagógico a las llamadas Normas de Homologación, tan inviables, demagógicas y descontextualizadas, tal cual sería ofrecer palacios sauditas como viviendas para los treinta millones de venezolanos. Por eso aburre y jamás sorprende con algo novedoso. Pero como jugada ideológica dogmática de aplicación prolongada ha sido eficiente alcanzado sus metas antipopulares, ha atraído a todos aquellos que en nuestras universidades estuvieron dispuestos a sacrificar todo vestigio de debate racional para jerarquizar por el derrocamiento del "régimen dictatorial" del chavismo, cueste lo que cueste.

Mientras tanto, haciéndose cada vez más virulenta y sectaria en sus posiciones, arrebatada por un mal espíritu antidemocrático impuesto por sus camarillas, la universidad poco a poco fue adormitándose y aislándose (cual oso invernando) más y más del país real, de sus urgencias y sus latidos Intentado algo muy grave pero que poco ha preocupado ahora al gobierno, a la sociedad toda y los propios universitarios todavía inconformes pero sensatos: la pretensión de crear de facto un Estado dentro de otro, aspirando a una especie de absoluta independencia del Estado nacional que nada tiene que ver con la constitucional autonomía universitaria. Poniéndose en toda ocasión que le es posible al margen de la institucionalidad vigente, por ejemplo, desconociendo los mandatos y orientaciones del Estado nacional dictados a través del Consejo Nacional de Universidades (CNU), ejerciendo en la práctica el interesadamente invocado Artículo 350, como es el caso de las políticas del sistema nacional de acceso a las universidades o con el insubordinado incumplimiento de la nuevas pautas legales para la elección democrática de las autoridades universitarias según la LOE del 2009.

Al parecer, le ha sido más fácil a la burocracia anómica de nuestros centros de estudios acoger las políticas neoliberales del sector empresarial que favorecer un acercamiento con el gobierno nacional, todo en sintonía con las demandas colonialistas de la globalización capitalista (como lo sostiene Boaventura de Sousa en "La universidad en el siglo XXI", 2008), la misma que avanza ramificando agresivamente hacia la academia, instalándose a sus anchas mediante múltiples iniciativas, poniéndola al servicio de sus intereses mercantiles particulares, estableciendo "alianzas", donde la hegemonía ideológica, claro está, siempre responde a la razón capitalista globalizada del empresariado nacional y transnacional, que transfieren sin disimulo, explotando a su gusto, a las instituciones educativas, usufructuando abundante plusvalía ideológica (Ludovico Silva dixit), de estas nuestras universidades nacionales que se sostienen gracias a la inversión multimillonaria consentimiento del estado venezolano, es decir, gracias al pueblo venezolano, que ha legitimado y confiado en tales marcos de decisiones oficiales en favor de nuestras casas de estudios universitarias, creyendo que obrarán a favor de la independencia y la soberanía.

Pero el éxito ideológico para legitimar tales políticas desde las universidades es absolutamente contrario a los intereses públicos nacionales, igualmente contrarios son para una institución educativa que sienta amor propio, que posea convicciones plenas sobre su transcendente misión social, que debe cumplir más allá de la confrontación política pasajera o permanente, que debe estar enteramente identificada con la misión de formar, de crear, de producir saberes, expandirlos, confrontarlos, sumarse a una lucha vital de nuestra especie por humanizar el mundo que tenemos, ayudando a comprenderlo, para resistirnos con creatividad y rebeldía a esa loca carrera hacia la destrucción, tema que ya es prioritario en la agenda de todos los pueblos que luchan por hacerla sobrevivir. Una misión dirigida a buscar decididamente soluciones, oportunidades, alternativas, hasta allí donde se le nieguen, si ese fuera el caso.

En el supuesto de que fueran ciertas las premisas distorsionadas de esta élite académico-gremial actual que sufrimos, siempre nos hemos preguntado, qué sería de nuestras casas de estudios, si los líderes universitarios y la digna academia de ayer en vez de luchar con mística hubiese respondido como ellos ahora lo hacen, durante esos otros tantos momentos dramáticos y asfixiantes sucedidos en el pasado histórico venezolano, violentados al extremo, por ejemplo, bajo la dictadura primitiva del gomecismo, con el régimen militarista de Pérez Jiménez, o con la nefasta vida del terror institucionalizado del régimen adeco-copeyano, sustentado por Fedecámaras, la jerarquía eclesiástica y la CTV, todos ellos regímenes serviles al imperialismo yanqui, cuando el cerco presupuestario, la represión sistemática física y simbólica, los allanamientos a gran escala contra la universidad, el desconocimiento y atropello deliberado de los derechos humanos, etcétera, eran la doctrina oficial que fundamentaba los tratos de los gobiernos con ellas y con el pueblo en general.

Me temo que sé la respuesta: jamás la universidad habría investigado, ni hubiese producido conocimientos y saberes, ni ciencias, ni tecnologías, quizás el humanismo y demás doctrinas progresistas, junto con los pensadores nuestros más lúcidos, jamás hubiesen prosperado en nuestro patio, porque tales productos culturales solo serían conocidos por bibliografías foráneas. En tales condiciones, a las fuerzas anti-universidad, (gubernamentales, de las clases explotadoras) del pasado, se les habría presentado la oportunidad más afortunada para alcanzar sus obsesiones: la parálisis y controlar del quehacer libérrimo del pensamiento y la cultura: la invención, la innovación, el arte, la filosofía, la reflexión, la disidencia activa, la formación integral de las nuevas generaciones, el mundo de los libros y las revistas, la producción intelectual, los foros y conferencias, la polémica y el debate, esto es, la cultura material e intangible en movimiento que construye un país, que es como decir todo para el existir humano. Todo esto hubiera estado condenado a no existir o morir pronto, si se hubiese razonado ayer como razona la burocracia universitaria hoy, porque nunca había condiciones mínimas para abrir la universidad y activarla. Abrir sus puertas siempre, como debe hacerlo, es su más sagrado deber a cumplir, hasta en las más extremas circunstancias, para democráticamente sostener su vigencia, porque ¿Qué tal y las condiciones óptimas nunca llegan?

El penúltimo cierre, con allanamiento e intervención total de nuestra primera universidad nacional, recuérdese, lo ejecutó a sangre y fuego militar-policial, el "ilustre" y "culto" universitario Dr. Rafael Caldera (Operación Canguro, 1969). Sofocó así, autorizado por las élites político-empresariales-religiosas de entonces, un significativo y esperanzador movimiento colectivo de espíritu renovador libertario de aquellos años que estremeció sus caducas estructuras, porque sencillamente representaba para las clases en el poder una "amenaza" para el orden dominante, hace ya más de cuatro décadas. Pero, ¡oh paradojas! los últimos cierres de nuestra universidad pública, no provienen del Estado, tienen el talante de un suicidio cuasi-surrealista de pésimo gusto, porque han sido impuestos por el fanatismo político-partidista oposicionista interno, sin militares, ni tanquetas, ni policías, ni balazos, sino mediante los llamados conflictos universitarios, tanto en el año 2013 como durante estos tres recientes meses del 2015, con un muy desagradable tufo electoralista-conspirativo, nada disimulado.

¡A donde nos ha llevado y continuará llevando esta impresionante crisis en la vida universitaria! ¡Es tiempo de repensar la universidad que tenemos, comprendamos su crisis profunda para transformarla radicalmente!


[1] Según el Sistema Integrado de Estadísticas de Venezuela, del Ministerio del Poder Popular para la Planificación. También tomados del Informe de Seguimiento de la Educación Para Todos (EPT) en el Mundo 2015, de la UNESCO, y del informe Situación Educativa de América Latina y el Caribe (2012) de la OREALC/UNESCO.

 

 



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