A propósito de armas melladas. Calidad educativa y el dueto enseñanza aprendizaje

A propósito de armas melladas. Calidad educativa y el dueto enseñanza aprendizaje.

Aldo Colmenares. aldocolmenares@gmail.com

 

No voy a escribir sobre el asesinato de los camaradas Serra y Herrera y su significado en la lucha que seguimos. Considero que, entonces, debería incorporar sobre los ciento y tantos campesinos asesinados por sicarios de los terratenientes y de otros muertos en hechos recientes de la violencia de derecha. Para ellos el mejor homenaje es, como dijo Salvador de la Plaza ante la invasión de Estados Unidos a la República Dominicana (1965), trabajar en lo que sabemos o podemos hacer. Lo otro sería ir al frente de combate, cosa que desconozco en su hacer.

En este caso y, por supuesto, en relación con la discusión sobre la calidad educativa, considero aportar sobre la necesidad del dueto enseñanza-aprendizaje como vía de ese proceso. Como dice el título es, en mi argumento, una de las armas melladas del capitalismo. Más bien de su expresión político social, la sociedad ilustrada, la sociedad liberal.

En lo que conozco, los críticos de la educación consideran que su crisis lo es de la escolaridad, donde el elemento central es la enseñanza. La escuela está hecha para la enseñanza. Toda su armazón, su estructura, dirían los estudios sociales, es con ese objetivo. No tiene otro, los demás son acomodaciones para intentar salvar su crisis: los niños, pero sobre todo los jóvenes no quieren seguir en la escolaridad. Les es inútil para vivir, para construir vivir, más allá de la reproducción de riqueza para el inversionista.

Comienzo por señalar algo de Marx, que creo informativo del asunto, para lo que utilizo una lectura del profesor Luis Bonilla, cuando escribe que alguna crítica a la educación consideran “una educación que desvinculaba la enseñanza de conceptos, contenidos, saberes, praxis en el mundo material del trabajo. Marx se refería fundamentalmente a la educación de los trabajadores (as).” (Aporrea. Miércoles, 09/04/2014 02:09 PM). Me pregunto ¿es que hay otra educación?, porque, también Marx, dijo que la producción, el trabajo es ontológico, es parte impresindible de la sociedad. Pero, por supuesto, no el de la industria capitalista. La socialista, prefiero usar bolivariana, para evitar universalismos, debe ser distinta. Parafraseando a Gyorgi Lukas, la del capitalismo sólo es para la reproducción del capital. Para Marx, el trabajo del ser humano es para la creación de un producto para el servicio social, del que somos todos y es para todos.

Ahora bien, ¿dónde está el dilema en relación a la enseñanza?.

Según el principio liberal se enseña para que se aprenda. Cuestión en la que supongo muchos críticos han disentido. Yo sólo conozco algunos de ellos.

Un ejemplo de la casa: en muchos liceos está en pancartas y vallas una frase central en el pensamiento de Simón Rodríguez que creo aleccionadora: “si enseñas sabrán, si educas harán [república].” El autor considera, en mi interpretación, que la enseñanza es instrucción, es habilitación. Permite manejar operaciones, de un mecanismo, de una secuencia, pero, la educación permite construir ideas para, en su frase, la guerra de independencia. No sólo la independencia del imperio español, sino de toda la cultura europea. Recuerdan: “Inventamos o erramos”, como norte de nuestras acciones. Por tanto la instrucción ocurre en la escuela, la educación ocurre en la vida.

En este sentido, regresando a Marx, ¿acaso la conciencia de clase ocurre en la escuela?. Creo, aclara, ocurre es en el sitio donde se concreta el modo de producción: la fábrica, donde muestra su carga de mentira, de alienación, muestra lo que sí es su conciencia: como, utilizando el salario como fetiche, concluye que es la inversión capitalista y no el trabajo quien crea riqueza.

¿Por qué la creación de conciencia del vivir ocurriría en la escuela?

Permítanme la figura: cierro la puerta del aula, en horario preestablecido y les digo (enseño) a los alumnos la verdad de la vida que está afuera.

El profesor Bonilla, en el artículo arriba citado, alude a la importancia del enseñante: el maestro, el profesor, de lo que me permito disentir, apoyado en autores críticos (Ivan Illich, Pablo Freire, Michel Foucault, Magaldy Téllez, Simón Rodríguez, Armando Rojas, etc.)  pero también en los continuos llamados y fallidos resultados a la reforma, mejora, cambio, etc. de la educación, de los cuales, el llamado actual se plantea con mucha mayor amplitud. Como antes dije (Calidad educativa y armas melladas del capitalismo. Aporrea 0-10-2014) se amplía la convocatoria, pero se mantiene el área de discusión dentro de su condición escolar.

Un ejemplo muy utilizado, para ejemplificar un comienzo de la actividad docente, es el de los discursos de Platón, Aristóteles y otros de los llamados filósofos griegos, sin embargo, estos pensadores decían el resultado de sus búsquedas intelectivas, sin que nadie los interrumpiera, pero sus escuchas no podían utilizar ese mismo pensamiento, tenían que generar uno nuevo, de ellos. Debían arriesgarse a decir la verdad, tal y como había cambiado según el nuevo discurso (Parresía).

Por supuesto, no tengo la receta para esa otra educación, posiblemente, ni siquiera para la vía de cambio, sólo aludo al hecho de que si la calidad educativa es para cambiarla, no podemos seguir utilizando la que invento, quizás es más cónsono “creó” el liberalismo moderno, capitalista en su esencia. Según lo que se repite para la economía y la política, es un arma mellada, no porque no sirve, como diría Einstein de la física newtoniana, sino porque es reductora de la realidad. Fue creada para ese objetivo reducido: producir y reproducir la riqueza del capitalista, disciplinando al participante en ello. Pero, los interpretes, musicales por ejemplo, los deportistas, etc., también se disciplinan de manera forzada y cuanto gusto y deseo tienen de ello.

  aldocolmenares@gmail.com



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