¿Elogio tardío e innecesario de la Upel y la Ucab o a ser autodidacta?

Personas cercanas que han leído recientemente algún suelto y, al vernos, han abonando la conversa informal en encuentros fortuito con algunos comentarios de diverso tenor. Se refieren, particularmente, al texto De la Upel a la Ucab, (disponible en: www.aporrea.org; 07 de mayo de 2014); todo lo cual uno no puede sino agradecer, sean esos comentarios mordaces o elogiosos. Pues ya es bastante que se tomen la molestia de revisar escritos como el referido, concebidos precisamente para eso: la conversa y la discusión amable y respetuosa en torno a asuntos de la actualidad educativa y política venezolana, en momentos cuando el diálogo se hace cada vez una práctica necesaria en la cotidianidad o el la alta política.

No será con la confrontación callejera sino con el encuentro personal y el reconocimiento del otro como otro auténtico y por la vía electoral como podrán solventarse los asuntos que promueven las diferentes cosmovisiones o pares filosóficos contrapuestos, que como discursos y prácticas sociales animan a uno y otro sector; de donde se entiende que esa ciudadanía correcta e ilustrada ha de comprender y aceptar al fin por qué la oposición con su guarimba ha fracasado estrepitosamente. Que se ha quedado como decimos en Baragua: sin el chivo y sin el mecate, aunque haya ganado las nuevas elecciones éstas recientes de alcaldes del domingo pasado en San Cristóbal y San Diego, no fue por su violencia callejera sino por la vía electoral, ¿podrán aprender semejante lección política y moral?

Volviendo a la entrada inicial, y con perdón por la digresión anterior, decir que los argumentos de estos amigos suelen ser más o menos del siguiente tenor: dado que somos universitarios de mediana edad, bueno otros bastante menos pero igual somos coetáneos; nuestra formación básica, pues, hubimos de alcanzarla en las últimas décadas del siglo XX, ¿pero pretenderán que que uno permanezca estático, que mediante la formación continua no se puedan afianzar ciertas convicciones y enriquecerlas con nuevas perspectivas? Fernando Savater en su libro El Valor de Educar, dice que el hecho de que él se haya educado bajo la filosofía normativa del franquismo en España no quiere decir que tenía necesariamente que ser franquista, siempre hay resquicios para escapar hacia otros espacios de libertad, que posibilitan el desarrollo del pensamiento autónomo.

Aunque no deja de ser verdad, la nuestra fue una formación básica y universitaria y de oficios en los finales de 1980, en el Centro Vocacional San Pablo, primero, con algunos profesores en comunicación social egresados de la Ucab, como los esposos Jacqueline Hurtado de Barrera y Marcos Fidel Barrera, Pedro Cháves, así con S., mexicano, del Golfo, y Antonio Pérez Esclarín, todos al menos vinculados a la orientación cristiana católica universitaria. Estudiábamos comunicación social y catequesis.

Y los años noventa, estudiamos en la UPEL_IPB, cuando después de una lucha en los famosos Comité de bachilleres sin cupo, ingresamos en la especialidad de Ciencias Sociales, mención Historia, de la egresamos en 1995. Ese subsistema de educación superior, como entonces se llamaba, tenía unas características particulares y propias de la época, cual era el desarrollo del pensamiento crítico fundamentado en la lectura y estudio de los clásicos del marxismo, la Escuela de Frankfurt y los teóricos latinoamericanos de la llamada Teoría de la Dependencia, Enzo Falleto, Fernando Enrique Cardozo, Bania Bambirra, Sunker y Paz, Eric From, Marcuse y otros; cuando egresamos ya eran tiempos de los estertores de la democracia representativa; nada era fácil: marchas, huelgas y represión por el medio pasaje estudiantil, alta inflación y liberación de los precios de la cesta básica, etc.; aquella época de la llamada de la República Civil, dicen hoy los historiadores tradicionales como Germán Carrera Damas, e inaugurada en 1958, postuló un modelo educativo que tenía sus cosas buenas y otras que no lo eran tanto, como todo en la vida la mala hierba crece junto a la buena. Tal vez por eso algunos puedan pensar que antes que criticar deberíamos elogiar a los centros de estudio que nos han dado cobijo, nos dijeron por cierto algunos de los más atrevidos en una actitud entre severa y paternal; pues a estas alturas, querámoslo o no, habríamos de ser el producto tangible de esos procesos sociales e institucionales de la educación y la pedagogía, cuyo propósito anunciaba que buscaba formar personas sanas, cultas, críticas y capaces de vivir en democracia. ¿Qué tal? ¿Pero qué democracia podía ser aquello, donde para ingresar a la educación superior y mantenerse en ella había que luchar denodadamente contra los detentores del poder de la denominada Democracia Civil?

Es decir, que se sembró no sólo el petróleo mediante la educación formal que amplía su cobertura, sobre todo en la Educación Primaria y otras políticas públicas como aquella reforma agraria, el desarrollo industrial de la sustitución de importaciones sino también que se implantó la cultura del petróleo, en un proceso tardo-modero de legitimación del capitalismo dependiente, donde la educación formal e informal, fue actuando como su aparato ideológico.

Sólo escaparon a ese molino de la historia quienes de modo autodidacta o en paralelo hicieron otra formación, algo así como en una especie de colegios ocultos, que bien podía ser el cuarto particular de cada quien, una esquina, el ambiente comunitario o la casa familiar bajo la rectoría de los abuelos.

Entre estos ejemplos destaca la excepcional figura del Comandante Chávez, como acota Ignacio Ramonet en ese libro inmenso en páginas y en su dimensión trascendental que es su Hugo Chávez. Mi Primera Vida. Conversaciones con Ignacio Ramonet. (Vadell hermanos Edicioines. Caracas-Valencia- Venezuela. 2013. Allí, en efecto, acota Ramonet del Comandante:

En su construcción intelectual coincidieron dos formaciones. La académica, en la que fue siempre brillante. Y la autodidacta, su preferida, que le permitió autoeducarse en paralelo, de una manera que explica en parte la singularidad de su temperamento (P. 16); más adelante agrega: Niño superdotdo, con un cociente intelectual elevado supo sacar, desde su más temprana edad, un formidable provecho a sus lecturas. Ya fueran publicaciones infantiles, como la Revista Tricolor, o enciclopedias autodidactas, como l a Quillet, que casi se aprendió de memoria, imprimía en su mente en su mente todo lo que leía, se empapaba de ello, lo procesaba, lo asimilaba, l digería y lo incorporaba a su capital intelectual, (ídem). Su abuela Rosa, que fue como hoy se dice una Maestra-pueblo, dice Ignacio Ramonet que: Ella lo crió, lo educó y desde niño, le transmitió toda una filosofía de a vida. Le contó la historia popular del país, le trasladó el ejemplo de la solidaridad, le explicó los secretos de la agricultura, le enseñó a trabajar en el pequeño huerto familiar, a cosechar, a cuidar los animales, a cocinar, a limpiar y ordenar la modesta casita de techos de hojas de palma, suelo de tierra y muros de adobe en la que, con su hermano Adán, moraban, ob cit., p. 17).

Así, al final uno no sabe cuál sea el proceso educativo que más influye, si el formal o el informal. Aunque pensándolo mejor, no pasa en vano el proceso curricular a que es sometido uno en la universidad.

Uno entra y al salir de ella ya no es el mismo, el entorno cultural de estas corporaciones y las experiencias vividas en el campus van dibujando unas perspectivas y un horizonte de futuro que proporciona una mayor experticia teórica con vistas a una determinada cosmovisión y prácticas sociales mediadas por una más depurada racionalidad técnica, que definen una identidad muy propia de la modernidad, digamos, capitalista.

Sin embargo, las primeras experiencias infantiles han moldeado una cierta actitud mental y moral o unas capacidades que son revaloradas bajo ese cierto tamiz que es la experiencia universitaria, dominada por la racionalidad científica-técnica, pero que unidas pudieran propender a la innovación, la creatividad y la recreación de viejas perspectivas ante las njevas realidades, con lo que está de acuerdo Chris Lowney cuando dice que es importante abrirse, tener como actitud la disposición a permanecer flexibles y adaptables, a fijar metas y ambiciones, a la creatividad de pensar globalmente, de actuar con rapidez, de asumir riesgos, ( en Chris Lowney. El liderazgo de los jesuitas. Las mejores prácticas de la compañía de 450 años que cambió el mundo. Ediciones Verticales de Bolsillo. Bogotá. 2003. P. 6)

¿Quieres más? Me espetaron algunos de esos amigos ¿Qué no eres crítico porque precisamente así te formaron tus maestras, profesoras y profesores en escuelas y liceos o en esa Upel y esa Ucab, de tus tormentos, que decía José Ignacio Cabrujas de su Tiburones de la Guaira, donde has bebido extasiado los bienes de la cultura? Sí, les he respondido, con el respeto debido, es verdad, he venido participando luengos años en cursos formales o en encuentros de educación y de filosofía, lógica y filosofía para niños en ambas universidades, aunque sean unos dos o tres días.

Bueno, ahí está, y prosiguen impertérritos: ¿No es pedir peras al almo que a unas universidades de estructuras mentales y administrativas tan conservadora se les pida ahora que acompañen a la revolución bolivariana, la misma que aspira refundar la institucionalidad de república? ¿Cómo pedirles eso así, sin esperar reacciones cuando las universidades, tanto las públicas como las privadas, son parte de los elementos que sostienen el régimen democrático de ogaño y antaño? ... Nos cantaron socarronamente esa cuerdita de contertulios de ocasión, pero antes que pelearnos más bien amigamos puntos de vista, ¿cómo es que alguien dice que no sabemos discutir en la Upel?

Por otra parte, nos enteramos de boca de una autoridad, la Vicerrectora de Investigadora de Investigación y Postgrado de la Upel, al inscribirnos como participantes en el I Congreso Regional de Investigación y Pedagogía, realizado en Barquisimeto del 12 al 15 de mayo de 2014, que el Ministerio del Poder popular para la Educación llamó a la UPEl a fin de que participara en una mesa sobre la Encuesta nacional sobre la calidad educativa y antes, parece que, el Ejecutivo ha solicitado a la universidad pedagógica, su colaboración en cuanto a la aplicación de algunos aspectos de la filosofía normativa actual, propia de la transformación universitaria, particularmente en tópicos como:

la red de trabajo comunitario, investigación en educación ambiental, recuento histórico de la educación ambiental en Venezuela, Universidades sustentables y la cooperación en la Maestría en Educación Mención Orientación y Maestría en Recreación, en las políticas públicas en educación; además de la necesidad de replantear el modelo de investigación de la Upel y, en ese sentido, ya se está en proceso de modificación del Manual de Trabajos de Grado de Especializaciones, Maestrías y Tesis Doctorales, que incorporaría trabajos bajos enfoques colaborativos, multi-método, de investigación acción participativa, por ejemplo entre otros.

Junto a eso, la Upel está de acuerdo con la reivindicación de nuevos paradigmas en la ciencia, la tecnología y las humanidades, acordes con el estado del arte, que se entiende impulsa el Estado Venezolano a través del llamado Proyecto 9 que a lude a los principios de la territorialización y municipalización de la educación universitaria, lo cual supone en la práctica la necesidad de validar los programas de maestría o de pregrado con un currículo por competencias, con un 60% de contenido nacional y el otro 30% local y regional, con un espectro de investigaciones que tributen a la solución de problemas concretos de la educación como proceso social e institucional en la coyuntura actual o en el campo de la teoría pedagógica y la dicatica, con modelos explicativos de los hechos sociales, la emocionalidad y los fundamentos biológicos de las conducta; realizar encuentros de saberes en contextos reales de aprendizajes, como liceos, escuelas o aldeas universitarias, que tributen a la formación docente y la producción de conocimientos en el marco de los nuevos contenidos curriculares y las nuevas políticas públicas que en educación impulsa el Estado-Nación, de donde se desprende que la Upel, aunque sea tangencialmente mantiene su colaboración activa como universidad asesora del Estado en materia de educación y pedagogía, aunque manteniendo cierta autonomía. ¿Habremos entendido mal? Eso rezan los apuntes allí tomados.

Ampliando el horizonte. La democracia representativa y su aparato escolar, con diversas variantes de ligeros matices, se mantuvo hasta 1998, dominado en sentido amplio por la ampliación de la cobertura escolar o la masificación y en lucha constante por la buena educación, de contenidos técnico-científicos y humanísticos relevantes y con pertinencia social suficiente; y cuyos paradigmas o modelos exitosos lo vendrían a representar, precisamente, la Upel y la Ucab. Instituciones donde y eso porque Dios es grande y no por méritos propios, hemos seguido cursos formales o informales (en congresos y encuentros de educación y filosofía, por ejemplo); o nos hemos nutrido con sus publicaciones.

Y es así. Nada más por estos días en la casi vacía librería de un gran centro comercial de Barquisimeto compramos el único ejemplar que había de la obra: Cómo hacer sociología en Venezuela con Alberto Gruson, un profesor emérito de la Ucab, fundador de los estudios sociales de la iglesia venezolana y cuyas páginas no tienen pérdida, aunque el precio no es tan barato, Bs. 280 es verdad, pero ¿qué se le va a hacer con esta inflación que nos está matando los aumentos salariales; son cosas que uno debe agradecer.

En conclusión la Upel y la Ucab, en la persona de algunos de sus profesores han sido nuestros bienhechores, y por eso queremos tanto a esas instituciones. Pero es una cuestión que no nos exime de escribir con plena libertad, sin que por ello formemos parte de algunas campañas que al parecer existe con fines de dañar la imagen de una u otro centro universitario, cuyo prestigio se lo han ganado precisamente por la excelencia de sus procesos.

Esta tal excelencia educativa, por cierto término que proviene del llamado modelo tecnocrático que cubrió un amplio espectro, en las décadas de 1980 y 1990, en su filosofía normativa, con sus dimensiones teleológicas: relativas a los fines de una educación vinculada más a las necesidades de las empresas y negocios que requerían mano de obra ampliamente calificada que a una formación humana integral, crítica y emancipadora; con una axiología de raíz pragmática, donde se identifica lo bueno necesariamente con lo útil y el beneficio de las ganancias, del vulgar cuánto hay pa´ eso; cual dijera el el ahora ex presidente Piñera de Chile:

Nada es gratis es esta vida; de una epistemología más de tipo funcional estructuralista y de razón instrumental, que un conocimiento reflexivo; una antropología hedonista y del confort capitalista, derrochador, con saberes fragmentarios, con poca sensibilidad hacia la ecología y sus semejantes; y metodológicas operativas que no enseñan a pensar sino que propugnar ser meros ejecutores de los diseños estratégicas de las cúpulas de las organizaciones empresariales, del comercio o del mismo gobierno, que constituyen los lineamientos de cualquier sistema educativo de la modernidad y que si uno agudiza la mirada suficientemente, cosa que puede hacer con una mínima con una experticia, siempre va a estar frente al peligro de repetir.

Al respecto hay un trabajo del recientemente fallecido profesor de la Ucab y filósofo Masimo Desiato y María Fernando Guevara denominado El hombre en la teoría de la administración; antropología y ética, 1998, (gumilla.org//COM2010150.pdf), que resulta de capital importancia para quien desee profundizar en estos aspectos.

María del Pilar Quintero y otros en el libro El modelo tecnocrático y la Educción Superior en Venezuela (Editorial La Enseñanza Viva. Caracas. 1980) describen de la siguiente manera el desarrollo de este modelo educativo:

En las condiciones históricas del subdesarrollo del capitalismo dependiente en nuestro país, y con la hegemonía de la burguesía industrial asociada (Vasconi, T. El Estado y las clases dominantes en la Venezuela actual. Cambios de un proyecto nacional-burgués dependiente. Caracas. 1975), se empieza a desarrollar en el decenio del 60- una política educativa que responde a sus exigencias: el modelo educativo desarrollista tecnocrático, creado para llevar a cabo los planes y proyectos de formación de personal, que se ajusten a las necesidades económicas, políticas e ideológicas de ese proceso y a la reproducción en general de la relaciones de producción del capitalismo en su momento actual, (ob cit. P. 7).

Esa es parte de la tradición educativa en Venezuela, por eso a nosotros creemos que aún no nos deslastramos de esa especie de cultura organizacional, donde la escuela es vista como una empresa y el actual ministro del poder popular para la educación universitaria, Dr. Menéndez ha señalado recientemente que el problema de del déficit presupuestario es de larga data, a lo que hay que agregar que muchos rectores y gremios universitarios creen que todo se puede solucionar con inyectar más plata, lo mismo se podría decir del modelo curricular que se sigue con sus prácticas pedagógicas inveteradas, al respecto el documental La educación prohibida es muy revelador y puede ser recomendable su visualización ahora que se discute arduamente sobre educación de calidad en Venezuela.



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Luís Saavedra

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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