La impunidad actual de la V república, vivita y muerta de risa, proviene de la degenerada IV

El ex rector José Mendoza Angulo pasó por uno de los procesos judiciales más voluminosos, ampliamente reseñado por la prensa nacional. Fue cuando se destapó la apestosa olla de FUNDAULA, el invento de una fundación a la que la ULA pasaría a donarle parte de sus mejores terrenos y algunos inmuebles (los estacionamientos de la Facultad de Ingeniería, la hacienda La Campiña, etc) a un grupo de togados delincuentes. La Fundación en estas circunstancias era totalmente ilegal, y los representantes de la ULA en ella tendrían derecho a voz, pero no a votar. Descubierto el enorme timo, sin asidero legal alguno, los delincuentes se buscaron a Gonzalo Barrios para que les remendara el estropicio comprando a jueces bandidos. Entonces eso no era difícil. Sobre la marcha se constituyó también Inversora Fundación Universidad de Los Andes C.A. (INVERFULA).

Cuando yo llegué a Mérida, en septiembre de 1984, acababa de terminar el período rectoral de José Mendoza Angulo, y volvía a su trono Pedro Rincón Gutiérrez. Poco después estalló el impresionante escándalo de FUNDAULA, una organización para-institucional, creada por un grupo de políticos durante el rectorado de Mendoza Angulo, con el fin de despojar a la ULA de sus mejores terrenos, y con ello realizar los negocios necesarios para mantenerse en la cúspide del poder local. FUNDAULA nace como una gran estafa, y muere como una gran estafa, cuando su presidente es llevado a los tribunales por el fraude espantoso que se dio con la urbanización La Campiña, en Ejido.

El nefasto asunto se fue desvelando poco a poco, y la razón de su origen parece tener hoy varias versiones. El apocado barinés, José, que a pulso había logrado hacerse con el rectorado, y con aquella consigna de que nuestra ULA era grande, pero que era necesario hacer de ella una gran universidad, había entrevisto de modo clarísimo que su destino de ahora en adelante era llegar tan lejos como las maquinaciones políticas pudiesen permitírselo. Pero estas maquinaciones necesitaban capital y amigos con mucho dinero. Pensó que tenía que ganarse el afecto profundo de lo que se ha dado en llamar entre nosotros la godarria merideña. Empezando por allí, el resto de lo que ansiaba se le daría por añadidura. Y lo mejor sería pues, crear una especie de universidad paralela, y entregarla a los que más mearan entre ciertos godos relacionados con la Cámara de la Construcción, por ejemplo. Figuraba mucho entonces aquel colombiano, Carlos Baena, uno de los jefes del Country Club, donde acudían las 50 familias más poderosas de la ciudad.

Ser de los asiduos al Country se consideraba entonces un gran paso para debutar en sociedad, y estar en la mira de los grandes proyectos políticos y económicos. A lo mejor fue en este Club donde se urdió esa pavorosa trama de crear FUNDAULA, pues la Cámara de Comercio vivía solicitándole a la ULA que urbanizara parte de sus extensos y ricos terrenos.

Pronto comenzaron a formar parte de FUNDAULA figuras de gran preponderancia local, con linaje de altura; unos como don Eloy Dávila Celis; pero también ingresaron los Rimer, Michel Rodríguez, Néstor López Rodríguez, Julián Aguirre Pe, Pedro Quesada (que desde entonces se hizo pieza clave del mendocismo, y ha ido tirando con tino por entre los vericuetos de los últimos cuatro rectorados). Algunos estuvieron allí, engañados, como los doctores Julián Aguirre Pe y José Humberto Ocariz.

Entre los objetivos prioritarios de esta Fundación, estaba construir La Campiña, con programa de vivienda unifamiliar de interés social concebido... para los miembros de la Fundación que no fueran propietarios de viviendas preferentemente que pertenezcan a la Universidad; fondos de Becas para los Universitarios, un Convenio con el Instituto de Investigaciones Agropecuarias y el compromiso de construir residencias de Post-grado, residencia Las Águilas y la Casa Internacional de Congresos Mucucharastí. Nada de eso se hizo y los culpables que deberían estar presos por peculado, siguen siendo famosos y respetables, y hasta simpatizantes de V República.

Cuando Perucho vuelve por sus desafueros en 1984, llega maleado por el mismo desgano institucional de su antecesor. Entiende que lo que prima en los altos cargos es la manipulación. Entonces su política es dejar hacer. Que todo avance según las ambiciones y pareceres de sus amigazos. Es falso, como luego se regó, que era antimendocista. Lo era tanto como Leonel: porque buscaban y aspiraban a lo mismo: utilizar el rectorado como el gran trampolín hacia cargos cada vez más altos.

Es así como sin querer, un día, se descubre en los archivos de la ULA el fiasco. Se trata de un documento de la ministra de Educación, Ruth Lerner de Almea, de cuatro páginas densas y concisas, en la que advierte, que por ser los terrenos y bienes de la ULA los son de la Nación, y no pueden ser por consiguiente donados a una fundación particular. Aún cuando el Consejo Universitario conociese la creación de FUNDAULA, ignoraba el contenido fulminante de la carta de la doctora Ruth de Almea. Esa comunicación iba dirigida al doctor Moisés Troconis, representante del Ministerio de Educación ante el CU de la ULA (y redactor del acta constitutiva y de los estatutos de FUNDAULA).

La doctora Lerner les advertía a los involucrados en el patuque, que los aportes encubiertos eran ilegales y que, conforme a la Ley de Salvaguarda del Patrimonio Público, los funcionarios que ordenaran pagos por obras o servicios con el presupuesto de la Universidad, cuando el resultado de esos pagos no los recibiese la ULA sino la Fundación, estarían incurriendo en un grave delito, penalizados con prisión de tres meses a un año.

Nadie acaba por explicarse por qué se permitió que esta Fundación, netamente de carácter privado, se llegara a involucrar tan hondamente en la vida de la ULA, como si fuese parte esencial en su misión academicista: además de succionar (vampirizar) sus recursos, apenas si se la invita como mirona de palo en sus actividades, con el abuso inaudito de que este maldito parapeto llegue a funcionar enteramente a expensas de su capital, con personal y bienes de la misma ULA: choferes y carros ... asaltan y se meten en dos apartamentos de la universidad en la residencia Los Caciques. Porque es de aclarar que en los estatutos de FUNDAULA se establecía que los representantes de la Universidad tendrían derecho a voz, mas no a voto.

Se ventilaban muchas negociaciones graves contra el patrimonio de la ULA, entre ellas, las de canjear unos terrenos de la ULA, en excelente ubicación, por otros pertenecientes a un miembro de FUNDAULA, que en absoluto se equiparaban con los primeros.

Gracias a que este terrible fraude es sacado a luz pública por el “Diario de Caracas”, entonces bajo la dirección de Rodolfo Schmidt, comienza un gran recule de los estafadores, pero que Pedro Rincón Gutiérrez no detiene del todo. La farsa estaba al descubierto, y Pedro Rincón Gutiérrez, en lugar de proceder a restituir los bienes que habían sido traspasados a FUNDAULA, se hace más bien el loco. Tiene entre ceja y ceja el asunto de las manipulaciones políticas, para las cuales se requieren jugosos fondos (teniendo en cuenta que nuestro país es lenitivo y alcahuete con los delincuentes, además de olvidadizo, prefirió esperar). Entonces en pago por los favores que Jesús Rondón Nucete había hecho por su campaña al rectorado, va y le entrega a éste FUNDAULA, para que a su vez Rondón Nucete se financie parte de su campaña electoral (y optar así a dirigir la gobernación del Estado Mérida). Este profundo agradecimiento de Rondón Nucete es retribuido espléndidamente: como Perucho, poco después, no podía ir como diputado en las listas copeyanas, Rondón Nucete le confeccionó un partidito a su medida. Lástima que Perucho no resultara favorecido por el pueblo, que al parecer lo conoce mucho más que la misma ULA.

Finalmente, el juez (del Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Penal de Mérida), adeco, César Nieto Torres absuelve a Mendoza Angulo por lo de FUNDAULA, pero resulta curioso que tanto este juez como Moisés Troconis, aparezcan firmando luego un remitido público apoyando la reelección de Mendoza Angulo como senador de la república, por AD.

La sentencia de FUNDAULA fue apelada por el Ministerio Público, pero el TSSPP, con la intervención de Gonzalo Barrios confirmó la decisión del juez Nieto Torres. Casualmente, el que es presidente encargado del TSSPP para ese momento, es el otro adeco Cumare Navas, quien sale premiado durante el reinado de Mendoza Angulo en el Ministerio de Justicia, pues éste lo nombra su viceministro. Moisés Troconis queda en ese mismo ministerio como consultor jurídico.

Bajo la dirección de Rondón Nucete (consuegro de Antonio Luis Cárdenas), FUNDAULA entra en su fase terminal: las denuncias por fraudes en la urbanización La Campiña llenan los titulares de los periódicos locales; los tribunales se atestan de expedientes por esta estafa. Cada día son tomadas las calles del centro, y la misma catedral es invadida por los afectados. Por cierto, que con pancartas frente a la entrada de la catedral, se asientan los estafados para realizar una larga protesta, y por debajo de la enorme puerta, y desde adentro les echan baldes de agua para que se retiren. Se dieron varios casos, en que una misma casa de La Campiña se les vendió a dos o tres personas. Varios de los afectados perdieron la cuota inicial que entregaron, gente muy pobre, y corría como cierto que Rondón Nucete se había reservado cuatro casas para sus hijas. De cincuenta piezas consistía el expediente por esta espantosa estafa de FUNDAULA, que probablemente hoy, ya habrá expirado.

En todo este especioso lío existen grandes ramificaciones, muchas de ellas entrelazadas con el actual gobierno revolucionario de Hugo Chávez Frías. José Mendoza Angulo tenía grandes esperanzas de formar parte de la V República (siendo a la vez presidente de FONPRULA) por medio de los contactos desplegados a alto nivel por su cuñado Hiram Gaviria (quien fue orondo embajador en Francia).

Hiram Gaviria, hoy furibundo escuálido (y candidato por la MUD para ir como diputado a la AN por Aragua) recibió favores de la IV, por influencias de José Mendoza cuando éste fue senador o ministro de Carlos Andrés Pérez. Con los cambios Hiram Gaviria, por sus contactos con los ganaderos y hacendados hizo buenas migas con Tobías Carrero y Luis Miquilena y su gris cerebro cogió dimensiones antes nunca visto. Téngase en cuenta que Hiram Gaviria iba a ocupar la Secretaría de la Presidencia de la República, y por unas grabaciones, 24 horas después ser reveladas a Chávez, queda sustituido por Alfredo Peña. Por influencias de Miquilena, Hiram no sale despedido del todo, y... cariñosamente le dejan ir a Francia. A eso lo llaman algunos “tener suerte”.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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