Lo estaba viendo y no salía de mi asombro: en una propaganda del gobierno se reconoce una devaluación acumulada de nuestra moneda alrededor del 14.000%. ¿Las causas? Ya la sabemos, la guerra económica. Yo no digo que no exista tal guerra, siempre he pensado que "lo de la guerra" una mala política comunicacional del gobierno: simplemente no funciona por dos razones sencillas. En caso de ser cierta, demuestra la incapacidad gubernamental para derrotarla y, al ser un simple eslogan que explica todo y nada a la vez, ya nadie lo cree, salvo un grupo pequeño de incondicionales que no llega al 20% del pueblo. Así que eso de la guerra no muestra causas convincentes y satisface a pocos. Pero la cifra de la depreciación acelerada de nuestra moneda es elocuente e interesante.
El nuevo cono monetario, con monedas y billetes nuevos de hasta 20.000 bolívares, para mí representa la muerte oficial de uno de los sueños de Chávez: el "bolívar fuerte". Veamos porqué sostenemos tal afirmación.
Chávez era muy amigo de apoyar ideas con cifras y cuadros estadísticos. Todavía recuerdo un gráfico que se hizo muy famoso: comparaba la inflación de la "cuarta" con los logros de la "revolución bolivariana" en esta materia. Aunque nunca se llegó a la soñada inflación de un digito anual, los números presentados demostraban que en su gestión "la inflación es derrotada".
Por ello creó una nueva moneda que reflejara un porvenir con inflaciones moderadas: el bolívar fuerte. "La reconversión monetaria vendrá en el 2008 a ayudarnos en la batalla por la estabilidad de precios", dijo Rodrigo Cabezas, Ministro de Finanzas del momento. Se conoce el resultado ocho años después: cifras inflacionarias récord en la historia del país. ¿Pero por qué tal desacierto?
Responder me trae a la memoria la famosa frase de Úslar Pietri: los "bolívares de hielo". Nuestro ilustre escritor se refería a los adecos de 1948 que devaluaron la moneda en un 30%, por cierto, después de otra revolución, la del 45. Para atender la "deuda social" comenzaron a incrementar el gasto público más allá de las posibilidades del ingreso petrolero, entonces, los venezolanos comenzamos a pagar el peor de todos los impuestos, la inflación que destruye los salarios.
Hasta hace más de 30 años, en la década negra del neoliberalismo del siglo pasado, durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, se decía que este tenía el dudoso honor de "mostrar" las cifras históricas de inflación, paradójicamente en un momento también excepcional de incremento de los ingresos fiscales petroleros, veníamos de vivir la borrachera consumista de la "Venezuela saudita". Al parecer, mientras a mayor disponibilidad fiscal mayor inflación. Eso demuestra que la incapacidad de realizar una política macroeconómica inteligente en el país no tiene ideología, "derecha e izquierda" no saben manejar los precios.
La propaganda del gobierno indica que una devaluación acumulada del 14.000% el conteo se inicia en el 2008, tal anuncio es como decir: se murió el bolívar fuerte. ¿Pero qué se anuncia como alternativa? Chávez era maestro en eso que Schémel denomina crear "narrativas esperanzadoras". Una de esas narrativas muere postrada frente al nuevo cono monetario.
¿Y Maduro qué narrativa nos presenta? Repite las frases gastadas de una guerra económica que hace un año hizo que se perdiera la Asamblea Nacional y ahora la acompaña de unos nuevos motores de la economía cuyos mejores símbolos son un grupo de militares que hacen su agosto con lo poco que llega: bachaqueo con protección de los "gendarmes necesarios". Cito nuevamente al Presidente de Hinterlaces: hace falta una narrativa esperanzadora acompañada de resultados positivos en lo económico, humildemente agrego yo. En caso contrario, tal vez otra muerte que anuncie sea la del chavismo oficialista, los que entierran el legado político del "comandante" que no es tan eterno como debería ser.
