¿Qué hay detrás del ascenso del dólar paralelo?

La aparición, por la vía de los hechos, de un marcador a partir de transacciones reales, con base en el mercado complementario de productos esenciales importados de Colombia y Brasil, es uno de los principales factores que explican el ascenso vertiginoso de la tasa de cambio paralela durante las últimas semanas del mes de octubre.

Esta tasa ha experimentado un incremento del orden del 40 por ciento, que la ha llevado de 1.078 bolívares por dólar a principios del mes pasado hasta 1.758 ayer, luego de un retroceso y estabilización del indicador a partir de mayo, cuando cayó a menos de 1 mil bolívares.

El proceso, además, se ha visto impactado por otros factores como la autorización del libre comercio y consumo de 1.500 productos, la masificación de las importaciones y la presión de la demanda asociada con la temporada navideña.

Obviamente, a esto hay que agregar el peso que la agenda de la confrontación política ha generado sobre las expectativas cambiarias entre septiembre y octubre, y que es usada para justificar el ya prolongado ataque a la moneda con base en el cambio fronterizo semiformal que el Gobierno colombiano permite en el eje fronterizo del Departamento Norte de Santander.

CRISTALIZACIÓN DEL MARGEN DE GANANCIA

Una aproximación al fenómeno, que inicialmente permitió el retroceso de la tasa especulativa, la ofrece el sociólogo Tony Boza, quien refiere que con las primeras importaciones, realizadas a través de la repatriación de capitales, se logró una "cristalización del margen de ganancia" con base en una tasa cambiaria intermedia entre el dólar Dicom y el paralelo ilegal.

Eso provocó una caída de la "tasa de guerra", y luego una situación de estabilidad que se puede apreciar, según la data histórica, entre el 11 de mayo y finales de septiembre.

Cabe precisar que el programa de importaciones de alimentos y productos esenciales arrancó en el mes de marzo en el estado Zulia, con base en el decreto 1.035 de la Gobernación a cargo del comandante Francisco Arias Cárdenas, que autorizaba la importación excepcional de 50 productos durante un lapso de 120 días.

En ese punto, era un programa con carácter regional, desarrollado en entidades fronterizas como Falcón, Bolívar, Táchira y Nueva Esparta, además de Zulia, que fue el pionero.

Adicionalmente, el mecanismo adolecía, convenientemente, de estabilidad jurídica, fiscal y operativa que le permitiera convertirse en algo permanente.

Se trataba de un procedimiento temporal, para solventar la emergencia, y que le ofrecía la oportunidad a comerciantes establecidos de repatriar sus divisas en forma legal con un margen de ganancia atractivo, pero por debajo de la tasa especulativa.

Es decir, el negocio era el comercio y no la especulación cambiaria, precisa Boza, actual conductor de un programa sobre el tema económico en el estatal canal 8 VTV, y agrega que tal ganancia superaba con creces la utilidad obtenida si tales recursos se mantuvieran depositados en la banca estadounidense.

LIBRE VENTA Y CONSUMO

En agosto pasado, una resolución del Ministerio de Salud, publicada en la Gaceta Oficial N° 40.959, del 4/8/2016, autorizó "la libre venta y consumo en el territorio nacional" de unos 1.500 productos tanto nacionales como importados. Entre los importados se cuenta harina de maíz de Colombia, productos lácteos de Nicaragua y Perú y harina de trigo de EEUU, por citar algunos.

Esta medida permitió simplificar las importaciones, por lo que para el mes de septiembre se reportó la disponibilidad de diversos rubros en supermercados y otros centros de compra a escala nacional.

Ya para el mes de octubre se verificó la venta más a menos en forma generalizada en las entidades del centro del país y de la región capital, de rubros importados como harina, pasta y aceite, así como artículos de aseo personal y del hogar.

Lo llamativo fue que casi todos los rubros y marcas ofertadas tenían precios que superaban hasta en un 50 por ciento el costo inicial en las entidades fronterizas. Ese fue el caso de la harina de maíz que en junio se conseguía en 1.200 bolívares en los anaqueles de supermercados de Maracaibo, y que en octubre se vendió en Caracas en 1.850 bolívares.

En general, la tasa de cambio referencial usada para calcular los precios de los productos de origen colombiano que comenzaron a expenderse es equivalente a la establecida por los cambistas de Cúcuta, en el marco del ataque contra la moneda y que es denominada por el Gobierno Bolivariano como "dólar de guerra".

El dato indica que para estas fechas la cristalización del margen de ganancia no se realizaba como consecuencia de la actividad comercial, sino de la propia especulación cambiaria. Por lo tanto,
cabría sospechar que tras la desregulación sanitaria y la masificación del mecanismo, se incorporaron a la actividad capitales de carácter especulativo y, probablemente, conectados con los planes de desestabilización político-financiera.

LLEVAR EL BOLÍVAR A UN PESO

En la fijación de la tasa paralela ha tenido un peso fundamental la determinación del precio del bolívar en la zona fronteriza del Norte de Santander, derivada de la potestad cedida por las autoridades monetarias colombianas a los cambistas locales.

Ya voceros especializados han comenzado a advertir que en pocas semanas el valor de la moneda venezolana podría caer hasta una tasa de 1 peso por bolívar en las casas de cambio en la zona fronteriza del Norte de Santander, aseguró el diario La Opinión de Cúcuta (Colombia), citando a un experto en finanzas.

Según el economista Alfredo Yáñez, exgobernador del Norte de Santander, el bolívar en las casas de cambio en la zona de frontera ha tocado un mínimo histórico en lo que va del año, al pasar de $2,3 en la última semana de septiembre a $1,95.

Se estima que la demanda del bolívar ha disminuido en un 50% en el último año, y su valor también, ya que en octubre de 2015 la moneda costaba $4.

Yáñez indicó que el precio del bolívar puede llegar a $1, pero que no bajaría más, debido a los altos inventarios de las casas de cambio; de lo contrario, quebrarían.

Reportes de tres casas de cambio de la ciudad afirman que la demanda del bolívar ha disminuido considerablemente en las últimas semanas y que, por esta razón, la moneda se ha devaluado.

Dicha reducción de la demanda parece estar relacionada con una inversión del flujo comercial entre ambas naciones, determinado por la compra de bienes de consumo por importadores venezolanos, con el fin de abastecer el mercado local.

Anteriormente, al menos hace poco más de un año, se mantenía una importante demanda de bolívares destinados a financiar el contrabando de alimentos y combustible a precios regulados.

Ahora el esquema opera a la inversa, aunque su efecto sobre la moneda es el mismo: los exportadores colombianos obtienen más bolívares con menos productos.

Sin embargo, el mecanismo refuerza la ofensiva contra el bolívar, que ha sido la base de la "guerra económica" pues (como se ha verificado), la tasa de cambio referencial para calcular los precios de los productos de origen colombiano es equivalente a la establecida por los cambistas de Cúcuta.

A esto habría que agregar el innegable factor de desestabilización política, potenciado tanto por las amenazas recientes de protestas y acciones violentas por parte de la oposición, como por el avance de la extrema derecha colombiana, expresada en el uribismo, tras el triunfo del NO en el plebiscito sobre los acuerdos de paz.

Y, finalmente, habría que acotar que la cercanía de la temporada navideña, con el aumento estacional de la capacidad de compra de la población, genera una importante presión sobre la demanda que trae como consecuencia un incremento de los precios, incluyendo el de la moneda.

Tomado de: CiudadCCS



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Victor Hugo Majano


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