Nos llenamos de fuerza al ver a los más oprimidos salir adelante con el trabajo de la tierra

Yo visité un conuco

En el camino hacia esa comunidad veo alrededor lo que podríamos llamar las consecuencias positivas de un proceso de agresión contra el pueblo. Para describir un poco más lo que trato de decir debo transmitir lo que me dijo la Señora Carmen: ¡Hijo aquí todo el mundo sembró! Ha llovido mucho. Con la alegría de ver todo alrededor sembrado de maíz, auyama, caraotas y frijoles, una campesina expresa que ya hay comida.

Al llegar a ese hogar campesino de mi Estado Lara, me reciben con el amor propio de nuestro pueblo. Inmediatamente me invitan a visitar el milagro de la humanidad, la primera cultura, el fruto del trabajo del campo, es decir la siembra hecha realidad, es el trabajo de la agricultura. Lo que unos meses antes vimos crecer hoy sobrepasa los dos metros de altura. ¡El maíz ya espigó! repiten los niños con alegría mientras nos acercamos al maizal.

Al llegar al sitio donde está el maíz los niños campesinos se apropian de la sabiduría popular y comienzan a explicarme como el maíz ha llegado a ese tamaño. Definitivamente estamos frente a un hecho político, cultural, económico y social, el conocimiento aprendido en la práctica concreta ahora se transforma en un hecho real, una nueva generación de jóvenes que crecen bajo principios productivos, de soberanía e independencia nacional.

Durante nuestra conversación me explican por qué hay unas plantas de maíz que han crecido más que otras. ¡Este es un camellón! Dice José un niño de 10 años, aquí la tierra es mejor, las plantas crecen mas, de este lado hay más cal en el suelo y las matas son mas pequeñas. Soy testigo de una clase popular de agronomía con un profesor muy precoz, muy emocionado continuamos caminando.

David, el otro niño me pregunta ¿Tu has probado las caraotas de año? Yo le respondo que No, él me dice ¡Na Guará! Yo tengo, cuando me provoca me como un plato con arepa, muy sabroso. Ante esta afirmación de soberanía y felicidad no puedo ocultar mi satisfacción. Inmediatamente pienso: ¡Que afortunados son!

Continuando con nuestro recorrido vamos hacia donde sembraron unas caraotas que en esta oportunidad sirvieron de alimento para unos conejos de monte, aquí observamos dos cosas, la primera tiene que ver con la bondad de la naturaleza que permite que todos sus hijos satisfagan sus necesidades y la segunda es que mis guías expresan su asombro al darse cuenta que las plantas se están recuperando y a su vez no todas sirvieron de almuerzo para los conejos, sino que hay unas que se "salvaron" y ya tienen las vainas de caraotas. Es importante saber que en ningún momento se mencionó la intención de matar a la fauna silvestre de la zona, pues en estos niños hay un espíritu de preservación de la naturaleza.

Ya de regreso al humilde hogar campesino ambos niños me siguen mostrando más plantas de auyama y con todo verde a nuestro alrededor mirando al cielo digo: No todo está perdido, hay una respuesta impresionante de nuestro pueblo ante el ataque de la burguesía. Nos llenamos de fuerza al ver a los más oprimidos salir adelante con el trabajo de la tierra. Estos hombres y mujeres, niños y niñas junto a las jóvenes y los jóvenes de nuestros campos están resistiendo pero ante todo se encuentra en ofensiva productiva para vencer.

El mensaje es que toda esta actividad de nuestros campos no debe responder solo a la coyuntura que vivimos actualmente, se debe convertir en el metabolismo cotidiano de nuestra gente, para ello es necesario que todo este proceso de resistencia pueda ser orientado por las instancias políticas orgánicas revolucionarias de nuestro pueblo. Mientras nuestro pueblo mas humilde ya aterrizó sus ideas al hecho concreto de la producción es necesario que la dirección política de la revolución también lo haga.

josegomezvet@gmail.com



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