La erosión de la agricultura venezolana

En esto tiempos, el término erosión se acepta como parte de los análisis de la problemática de los sectores estratégicos de la socio-economía; su acepción semeja cárcavas, fisuras y pérdida de la estructura. En algunos casos hay países que han desertizado algunos sectores estratégicos y en consecuencia han aumentado su dependencia foránea. Este fenómeno erosivo ha sido materia tratada en términos descriptivos a lo largo de la crisis estructural de la agricultura venezolana. En efecto, el palabreo nos conduce a señalar que las causas principales de la erosión agrícola pueden ser muchas; pero, es preferible distinguir algunas que han sido las que peor huella han dejado en el tránsito a la agricultura actual, la agricultura que acompaña a la revolución, que no es lo mismo ni se escribe igual que la revolución en la agricultura.

Los factores erosivos de la agricultura actual responden a tres tipos de condiciones. En primer lugar un factor erosivo en tiempos de revolución debe tener alguna asociación con las políticas de Estado explícitas, pero también de las omisiones. La segunda condición es que debe afectar a una gran parte de la agricultura y no a nichos o aspectos específicos. Y en tercer lugar, debe reunir la condición de generar vulnerabilidades a la seguridad y a la soberanía alimentaria. De acuerdo a esto el gobierno del camarada Nicolás Maduro, del equipo recientemente conformado en torno a la Vice Presidencia de Seguridad y Soberanía Alimentaria, deben reflexionar sobre los siguientes temas:

1/ La subestimación del tamaño del sistema agroalimentario nacional: Esta omisión en el trayecto de la revolución ha mantenido la agricultura alimentaria y no alimentaria, los sectores conexos de insumos, de distribución y consumo, vistos de manera fraccional, llegándose a la mala praxis de esconder o subsumir todo este sistema en categorías intrascendentes en la formación de las estadísticas del producto interno bruto. Nadie sabe realmente cuánto aporta al PIB el sistema agroalimentario nacional. Por lógica, si se desprecian sus cifras, también se desdeñan las políticas para el sector tan amplio como este que alcanza a todos los que viven en suelo patrio. En Chile, por ejemplo, tenían sus dudas, y luego de algunos estudios recientes llegaron a obtener cifras muy apreciadas. El tamaño del sector primario pasó de 3,8 a casi el 15 % del tamaño de la economía cuando todo fue considerado como un sistema agroalimentario. Algo así requiere mayor atención por el Estado.

2/ El segundo aspecto se refiere al desmontaje de la agricultura como fenómeno cuantitativo y cualitativo. Desde 1950 hasta la fecha la superficie sembrada por habitante se ha reducido en 60%. Entendemos que ha habido crecimiento vegetativo de la población y de la agricultura y de allí esa cifra que apenas hoy alcanza los 800 m**2 por habitante. El famoso milagro agrícola de Lusinchi y del Profesor Gómez Álvarez se basó en una expansión inmediata de los cultivos de corto plazo, que generaron en la curva decreciente una especie de teta que no fue sostenible porque las políticas para superar la erosión estructural no fueron generadas. De aquella época a esta, el discurso sobre la agricultura se ha enriquecido de términos, pero no de políticas correctivas al desmontaje. Todo pareciera indicar que una sana política de incremento de la producción de cereales pude apoyar y mejorar las vulnerabilidades en la seguridad y soberanía alimentaria, entre otras lo que puede ser una gran tormenta, una gran conspiración cerealícola y en especial un golpe maicero, como se ha dicho en otros escritos.

3/ Los planes ambiciosos son eso, si no se ejecutan. La sociedad en general ha tenido acceso limitado a los planes gubernamentales para el sistema agroalimentario construidos bajo las visiones fragmentadas del los dos ministerios principales que lo afectan. Lo poco que se conoce para algo ha servido. Se detecta que existe una crisis posiblemente más asociada a la falta de ejecución y control de los resultados que a la conformación de ideas hacia dónde dirigirnos.

4/ La dependencia tecnológica es un antiguo discurso que ha sido muy bien clarificado por Theotonio Dos Santos; discurso que conoció Fidel, El Che, Allende, Chávez y otros líderes de la emergencia política de izquierda. Lo conocen nuestros cuadros revolucionarios; pero, no se le asigna una adecuada dimensión para fortalecer el desarrollo sustentable en las condiciones tropicales de nuestro país. Estamos en el mejor momento de revisar este factor erosivo y generar las correcciones y las rectificaciones de lo que ha podido ser otro desmontaje, el de las capacidades institucionales para generar tecnologías para la agricultura tropical.

5/ El peor de todos los factores erosivos es el rentismo petrolero, no permite ni darle tamaño, ni detener el desmontaje, ni planificar para lograr resultados satisfactorios. Con el rentismo se montó la Misión Agro Venezuela, un fracaso erosivo que no aguanta una auditoria del poder popular campesino; con el rentismo se importa a granel, sin control. Es la erosión del sistema agroalimentario que obliga a llevar a las comunidades campesinas alimentos importados que pudieran logarlos en sus espacios familiares y comunales.

Son esos los cinco factores erosivos mayúsculos, es posible que quepan otros o encuadren dentro de estos citados. Pero, ¿cómo asumirlos desde el sacudón, con fuerza, con sentido de políticas públicas y no de flatulencias ocasionales?



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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