La tragedia del olimpismo tragado por el capitalismo

Se cierra un nuevo ciclo olímpico con el encendido de la llama olímpica en Río de Janeiro. Regresan las competencias finales organizadas por el ampuloso Comité Olímpico Internacional (COI) a una nueva cita en América Latina, después de 48 años cuando se realizaron en México.

Un monumental evento exagerado en fastuosidad y despilfarro auspiciado por un organismo ostentoso y altisonante, que como la FIFA que administra el Fútbol mundial, se han convertido en corporaciones ciclópeas y multipropósito conectadas con sociedades secretas y consorcios expansionistas en los negocios más lucrativos y devastadores.

Las relaciones con los Estados del planeta y las asociaciones deportivas nacionales, es una especie de costumbre y forma de legitimación de una actividad, que ha dejado los nobles objetivos iniciales del olimpismo participativo y el deportivismo sano y en equidad, para mutar en un insolente mercado de mercancías de las más inocuas y prosaicas hasta las más repugnantes, destructivas e inhumanas, entre ellas la misma materia prima de las olimpiadas, las y los deportistas.

Porque el COI al aceptar "el deporte mercachifle", como le llamó Fidel Castro Ruz, está descomponiendo los propósitos que originalmente motivaron el desarrollo del olimpismo.

Por ello observamos como repentinamente un espantosa tempestad de publicidad, remolinos de anuncios de los pulpos empresariales intentando hipnotizar y atraer a masas inermes como compradoras de los bienes ofertados, a las cadenas de medios electrónicos, en todas sus expresiones tecnológicas promocionando la trasmisión de los actos oficiales y competencias.

Irrefutablemente otro eslabón del enervante y asolador circo distractor de las inmensas masas del orbe, como instrumento para domesticar con el consumismo enajenante, mutilar cabezas pensantes, chupar los espíritus de contestación y dignidad y, aplacar la indignación de las multitudes desarrapadas.

La tristeza actual de las olimpiadas utilizadas como herramienta de agravio y opresión de los pueblos, no de manera confesa si en el rol que están jugando, un elemento más de la desesperación del capital-imperialismo en sus maniobras intentando esquivar el abismo.

Estamos en presencia de una señal más de la agonía del sistema capitalista que en su ofuscación, utiliza el deporte, le ha mercantilizado e instrumentado como propaganda y narcótico para la alienación de multitudes, como materia prima para la opresión arrastrándolo a la tumba, como una burda y utilitaria mercancía.

Es oportuno mencionar las circunstancias en las que se realizaron los XIX Juegos Olímpicos de México 1968. Diez días antes las protestas populares por libertades políticas lideradas por estudiantes universitarios y obreros, fueron ahogadas en sangre en la Plaza de Tlatelolco.

El gobierno autoritario de la oligarquía asesina mexicana se ensaño contra el pueblo organizado movilizándose en reclamo de pan, libertad, autonomía universitaria, derechos laborales y tierra.

Emergió el odio fascista de los acaudalados de México preservando privilegios, corrupción e intereses de las corporaciones transnacionales. La aristocracia mexicana requería tener políticamente limpia la ciudad y mantener las apariencias de un país estable, pacífico y democrático, bello y feliz, con miras a los Juegos Olímpicos.

En ese 2 octubre terrorífico el macabro resultado de la represión de los aparatos policiacos, el ejército y otros escuadrones de la muerte, fue de cerca de 500 muertos, miles de heridos y más de 2000 detenidos, torturados y encarcelados.

El mandatario Gustavo Díaz Ordaz reconoció tiempo después su responsabilidad en los hechos, en un acto de arrogancia, ya que, consideraba un "deber patriótico" tener limpia la ciudad de Comunistas y pueblo rebelde alzado.

Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro se están realizando en un país convulsionado por un golpe de Estado blando, esta vez implementado a través de los poderes judicial y parlamentario.

El "impeachment" tiene al pueblo brasileño levantado en movilizaciones callejeras y acciones masivas en las carreteras y ciudades principales. La corrupción de las esferas financieras y de los políticos burgueses ligados a las corporaciones de hidrocarburos, la agricultura de exportación a gran escala y de la construcción ha creado las condiciones para desencadenar la inestabilidad gubernamental.

Las grandes masas de campesinos sin tierra, pueblos indígenas y clase trabajadora en general siguen viendo postergadas sus necesidades y despojados sus derechos esenciales.

En las favelas de las principales ciudades brasileñas el dolor por la miseria, hambre, desocupación, insalubridad, tráfico de drogas, prostitución y explotación infantil se resuelve con el fuego de fusiles y sub-ametralladoras de la policía militar, el ejército y las unidades de los servicios secretos.

Con el derrocamiento no convencional del gobierno legítimo de Dilma Rousseff el amotinamiento de amplios sectores sociales organizados, exigen elecciones inmediatas.

La XXXI olimpiada se inaugura en un país atropellado por una cuadrilla golpista cuyo cabecilla Michel Temer, es un mafioso protagonista del latrocinio de Brasil.

Viviendo en el caos político, económico y social el pueblo brasileño más pobre es presa de la persecución arbitraria.

Se informa del aumento del hostigamiento policial a las zonas más desfavorecidas y marginadas, durante el 2014 año del pasado mundial de futbol, en el transcurso del el 2015 y los meses de 2016 anteriores al inicio de los juegos olímpicos de Río.

El miedo cunde en las favelas por la desmedida violencia policial en ascenso y la fiebre de "gatillo fácil", ya que, en 2015 sólo en Río de Janeiro la policía ultimó a 317 personas. Esos asesinatos policiales se mantienen en absoluta impunidad, mientras se pide mano dura contra las justas manifestaciones callejeras.

Los cuerpos policiales de Brasil mataron a 580 personas en 2014 un 40% más que en 2013, y perpetraron 645 magnicidios en 2015. El uso excesivo de la fuerza se evidencia con el paso de los días, no se investigan los casos de muerte por violencia policiaca y los manifestantes se tratan como enemigos públicos.

Otra tendencia de la persecución de los órganos de seguridad es que la mayoría de las víctimas son hombres, jóvenes y negros. En los últimos dos años los homicidios resultantes de las intervenciones de la policía se incrementaron en un 54%.

Según informan organizaciones de Derechos Humanos el abuso policial se ha amparado en una reciente ley antiterrorista aprobada, que con seguridad, se orienta a criminalizar las protestas sociales y para lo cual se ha utilizado la excusa de garantizar un país seguro durante las olimpiadas.

Las cadenas televisivas del gran monopolio mediático dedicadas a los deportes, como ESPN, FOX Sports, NBC, CNN etc., y sus repetidoras están incursionando en tierras cariocas como jauría sedienta de ganar espacio y deglutir a las masas telespectadoras; con estridente publicidad de los mecenas, sus comentarios insensatos, maliciosos y reaccionarios, y su generalizada jerigonza.

La tristeza de los diezmados Juegos Olímpicos en sus tiempos actuales es que el despotismo del mercado brutal los bellos y humanitarios principios enunció El barón de Coubertin en 1894 al estructurar el COI. Porque hoy es mayor el impacto de los estragos del dopaje y los auto sabotajes por intereses de las corporaciones, que el deporte como protagonista del desarrollo humano, la paz y la dignidad en el mundo.

Los valores "Citius, altius, fortius": más rápido, más alto, más fuerte que conlleva originalmente una connotación humanista, en nada se parecen en términos generales y con excepciones, con la noción de victoria actual de quienes se mueven en el averno mercantilista del deporte parásito, conectado automáticamente al dinero y a la ganancia.

rafab1552@yahoo.es



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