¡Ni con el pétalo de una rosa!

El otro día, en una conferencia decidí ser solidario con la lucha de género y aportar un escenario útil para que se hiciera patente el ¿por qué? De la lucha de género. Decidí comenzar a hablar ante el público, todos estudiantes de ciencias jurídicas, desde el lenguaje femenino, me explico: Se trataba de una conferencia para explicar a los estudiantes la Ley de la Violencia contra la mujer, yo debía abordar el lenguaje de género como un instrumento que obligaba a visibilizar no sólo a la mujer, sino a la milenaria opresión y sumisión a la que se le ha sometido en lo que a su posición y oficios se refiere.

Comencé diciendo: “Nosotras nos encontramos aquí reunidas, todas juntas, para entender porque se habla de lenguaje de género, nosotras debemos comprender este hecho como un arma para visibilizarnos, para que todas seamos tomadas en cuenta.” Así proseguí un rato hasta que empecé a señalar a hombres que estaban presentes y al señalarles les decía: “ella tiene cara de que no entiende lo que digo..” Entre risas y caras no muy amistosas, paré mi discurso.

Al preguntar sobre el por qué de tantas risas yo mismo les dije: “¿será que este señor Bracho que trajo el Tribunal de Violencia contra la Mujer es medio raro?, ahhh! Más de uno debe de estar viéndome como diverso, que también es otra violencia de género, pero quiero que tomen esto más en serio, ¿se pueden imaginar lo que sintieron? ¿Cuántos se sintieron ofendidos? Bastantes ¿verdad? ¿Cuántos irrespetados? Muchos me miraban con cara de que si me señalas me paro y te caigo a golpes.

La mujer ha soportado durante siglos que se hable en masculino y a ustedes diez minutos de lenguaje femenino los descompone a todos, ellas ¿no tienen derecho a estar molestas con nosotros? Si a ustedes, caballeros, les ha molestado tanto que les hable como si fueran damas, pónganse a pensar en el derecho de todas ellas a molestarse porque al hablar las tratamos como machos, como si no existiera ninguna mujer en este salón.

Esto que les quise hacer sentir, lo hice con la intención de visualizar realmente qué es violencia contra la mujer, el sólo hablar como lo hacemos ya las agrede porque no están siendo tomadas en cuenta ni valorizadas, desde nuestra posición de hombres pareciera una ridiculez, sólo hasta que supimos lo que sentían ellas al escucharme a mi hablarles como si todos fuéramos damas. Ya empezamos a entender.

El lenguaje además lleva en sí la carga total del machismo que nosotros los hombres tenemos sembrado hasta en los genes, ¡No te metas, que esta es una conversación de hombres!! ¡ anda a la cocina que estamos contándonos cuentos! Por no tener que contarles ese montón de insultos que escuchamos sobre los derechos que tenemos los hombres a salir, a beber, a llegar tarde, a andar con otras mujeres, etc, etc, etc.

La violencia contra la mujer no es sólo violencia cuando las golpeamos y le espichamos un ojo, cuando le reventamos la boca por haberse atrevido a contestarnos o preguntarnos de donde venimos,no, hay violencias sicológicas al excluirlas, al segregarlas.

La mujer, esa hermosa flor con que Dios nos embellece la vida, esa criatura sutil que lleva en su vientre la capacidad inmensa de la reproducción, merece un gran respeto, merece ser venerada y tratada con el mejor de los tratos, pero no es sólo un discurso moralista, es un grito para que todos, los que me escucharon en la conferencia y los que me estén leyendo, entiendan que ellas aun permanecen confinadas a la cocina y el lavadero, a limpiar las pocetas, lavar los platos, trapear el piso, planchar la ropa, cocinarnos, hacernos la cama, llevar los hijos al colegio y al médico y además, luego de que termina su exhausto día de labores, tener la obligación de hacer el amor con nosotros, ahh y hacerlo bien quiera o no quiera, porque sino salimos y buscamos una amante!!!


brachoraul@gmail.com


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Raúl Bracho


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