Un Nobel para la guerra

¡Bravo Mr. Danger! Le corresponde a usted sin duda alguna, el premio Nobel de la “PAZ”. Ese premio Nobel que se entregó antes y se entrega ahora. Ese premio que sigue los patrones imperiales y que solamente si es conveniente, puede premiar el real intelecto o la real humanidad. Es por ello, que no debe ser para nosotros una sorpresa, que se le entregue a usted. En esta oportunidad, la real humanidad, no le conviene mediáticamente a sus propósitos de dominación imperial. Parece justa la ocasión, para entregarle un premio paralelo a Uribe.

Según el testamento de su creador Alfred Nobel el premio se otorga "a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz", según reza en su testamento. Pero si tomamos las palabras de Galeano, “El mundo al revés”, describen perfectamente lo que actualmente ocurre en el panorama internacional, especialmente a nivel mediático. Tamaña contradicción. Es probable que el señor Alfred, no pueda descansar en PAZ.

Es evidente entonces, que de la misma manera que en una oportunidad utilizaron el internet como herramienta para promocionar la imagen de Obama, ahora puede ser el Nobel, la herramienta con la que pretenden recomponer la prematuramente deteriorada imagen del polémico presidente. No obstante, dadas las contradicciones al interior de las elites norteamericanas, creo que hace falta más que un Nobel para hacer olvidar, la dualidad de roles que le corresponde representar al actual “presidente” de los Estados Unidos (Otro Mr. Danger) y su ya no tan añorado sueño americano.

El contexto mundial actual, preñado de guerras, golpes de estado y conflictos, con un denominador común, la mano demasiado visible del imperio norteamericano, explica sin equívocos el significado del Nobel. Tal vez muchos se pregunten ¿Será ahora? Claro que no. No podemos olvidar la experiencia de doctor Humberto Fernández-Morán, creador del bisturí de Diamante en 1967, a quien le ofrecieron el premio con la condición de que aceptara la nacionalidad norteamericana. No aceptó, no le dieron el premio. Es decir, un maracucho, un venezolano, no podía aspirar tal distinción y todo lo que ello significaba… ¡Por Dios!

Históricamente, hemos visto la nominación y adjudicación del muy publicitado premio Nobel y en medio de nuestra inocencia, cuando niñas y niños, tal vez soñamos con ganar uno. Eso sería maravilloso, pensábamos… ¿Por qué no? ¿Acaso no estamos estudiando? Repetíamos, para darnos ánimos. Hoy sabemos con claridad, por qué no podemos alcanzarlo, ni soñar. En nuestro mundo socialista, no caben esos símbolos que premian más allá de los logros, las diferencias históricas de clase, de razas, de origen, el acceso a la educación y a la vida.

Por el mismo orden, tal vez algunas de nuestras muchachas soñaron y sueñan, con la corona de Miss Venezuela o Miss Universo, lo que por supuesto no nos atrevimos a hacer, porque los costos y formas de la Barbe, se encargaron de aclararnos, que además de belleza, se necesita mucho dinero para hacer ese sueño realidad. Pero sobre todo, porque el concepto socialista de belleza debe ir más allá de los estereotipos. Debe significar en el humano: la bondad, el amor, la sensibilidad, la solidaridad y la ternura, de hombres, mujeres, niños y niñas.

En el Nobel, hemos visto casos excepcionales como Rigoberta Menchu, Nelson Mandela, Adolfo Pérez Esquivel y seguramente ahora también los hay en otras denominaciones. Muy pocos para nuestros gustos, cuyas sola mención fueron realmente sorprendentes. Sin embargo, tras la huella de estas entregas, podemos observar un trasfondo mediático, cuyo propósito tal vez ha sido, lavar la deteriorada imagen del premio. No puedo poner en duda el trabajo que pudieran haber realizado los médicos, químicos, físicos, otros, que recibieron el premio antes o esta vez. Pero es evidente, que luego de la designación de Obama en el rubro de la “PAZ”, deben haber deseado encontrarse en otra edición menos hipócrita. Amén de quienes crean que Obama realmente lo merece. Les otorgo el beneficio de la duda.

En este contexto mundial, existen muchos acontecimientos que nos obligan a revisar nuestra apreciación acerca de circunstancias que continúan siendo símbolos del capitalismo, ante los cuales continuamos respondiendo con la misma programación que se requiere superar para alcanzar el socialismo. Las Odas al imperio y a todo lo que huele a extranjero, es un signo inequívoco de que aún no valoramos suficientemente lo nuestro.

Veamos a que me refiero:

Me declaro admiradora del trabajo de Dudamel. Admiro su frescura, su increíble desenvolvimiento como músico y director. Pero muy por encima de todo, me causa profundo orgullo que se trata de un muchacho venezolano que ha demostrado gran dedicación e intención de ofrecer su talento a los niños y jóvenes de nuestro país. Creo en lo particular, que en un proceso de construcción socialista debe ser así.

Tal vez no entendí, pero antes de que alguien me lo explique, prefiero manifestarlo por este medio, porque considero que la reflexión vale para muchas cosas. Tengo un profundo pesar, celos, no sé. Tal vez no sea bueno. Pero ante el “ascenso” de Dudamel a dirigir la Orquesta sinfónica de los Ángeles, vi con asombro como las muestras de emoción en todos, todos los medios, no se hicieron esperar. Ante tal acontecimiento Tirios y Troyanos, aplaudieron y aplauden, lo que yo continúo llamando fuga de talentos. ¿Por qué Dudamel a los Ángeles si nuestros chicos son excelentes y aún hay muchos de ellos que lo necesitan? ¿No da el mismo caché la Orquesta Sinfónica de Venezuela? No sé, tal vez debo responder como el profesor lupa: “Misterios de la Ciencia”.

Tal vez nos encanta roncarle en la cueva al imperio. Es realmente un reto. Pero creo que ahora, el tiempo es de construcción y cualquier postura individualista y a favor de lo extranjero, en detrimento de lo local, no contribuye en nada al proceso que desarrollamos. Nuestros extraordinarios profesionales, continúan trabajándole al norte o a Europa y continuamos valorando ese evento como un signo de grandeza, de crecimiento, de “SUPERACIÓN”. Nos importa aún demasiado el veredicto del imperio a nuestra actuación profesional, cultural y personal. Esa actitud nuestra, de empeño por agradarles y esperar sus aplausos, reafirma la profunda alienación aún no superada y que nos acompaña cada día.

Después que Lech Wałęsa, el actual Presidente Oscar Arias y ahora el Presidente Obama, entre otros muy sorprendentemente distinguidos con este premio Nobel, lo reciben, nunca esperaría por ejemplo, que se le ocurra a alguien del proceso solicitar un premio Nobel para la delegación de médicos cubanos que por años se ha dedicado a llevar amor, solidaridad y salud a quienes lo necesitan, en muchas partes del mundo. No es comparable su labor, con los desmanes del gobierno estadounidense. No importa quién se encuentre en la casa blanca.

Menos aún, que se le ocurra a alguien solicitar el premio nobel de la paz para el presidente Chávez, por su contribución a la integración Latinoamericana y Caribeña, en la unión Sur-Sur, por su preocupación por los niños y niñas, pobres, ancianos, enfermos, mujeres y hombres venezolanos y de todos los pueblos del mundo. Por lo que en 10 años de revolución, pese a los detractores internos y externos, se ha logrado avanzar.

Tamaño error si se le ocurriera a alguien, para alguno de los presidentes de gobiernos progresistas en Latinoamérica, quienes luchan con las mismas contradicciones que nosotros para llevar la revolución bolivariana a sus pueblos. Mucho menos, un Nobel para al pueblo hondureño, que se agota y recupera sus fuerzas desde hace más de noventa días, en el esfuerzo por devolver el orden constitucional a su país y la justicia a su pueblo. Imagínense para Piedad Córdoba, ejemplo de lucha por la paz en Colombia y la liberación de los secuestrados en manos de las FARC.

Sería insólito, que alguien solicite y menos que se le otorgue, el premio nobel a algún médico que trabaje en el cardiológico infantil en nuestro país, quienes se encargan de devolver la esperanza a miles de niños que durante los autodenominados gobiernos democráticos de la cuarta, no podían ni imaginar que para ellos existía alguna esperanza y que es ahora, un sueño Latinoamericano.

Algo como eso, lograría realmente confundir el sentido democrático, humano y revolucionario, que caracteriza los procesos desarrollados actualmente en Latinoamérica y en diferentes regiones del mundo.

NO. No nos interesa el premio nobel. Muchas gracias Mr. Danger. No lo queremos, porque su premio, etiqueta de imperio todo cuanto denomina y hasta su adjudicación le erige a usted y a su gobierno, como los únicos capaces de decidir qué es Paz, Ciencia, humanidad, literatura, entre otras cosas, cuyo significado para los pueblos que caminamos hacia el socialismo, afortunadamente, no coincide con el suyo ni se objetivan de la misma manera.

*Profesora Unesr


mirlasand15@gmail.com


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