Un Nobel para un Obama novel

"Era un gringo tan bozal
que nada se le entendía
!quien sabe de donde sería!
Tal vez no juera cristiano,
pues lo único que decía
Es que era papolitano".
MARTIN FIERRO.

Uno no termina de entender las ambiguedades del mundo del espectáculo y de la política.
Sus actores principales, pueden convertirse a la vez, en frágiles mendigos de la esperanza de los pueblos, o en mendaces terratenientes de la verdad. En el grotesco teatro de la Política, toda la gran cualidad de sus actores y comediantes, deriva de la condición contraria. Con el novel Presidente norteamericano, Barack Obama, pasa lo mismo. Sus antítesis, sus antinómias y sus contradicciones, no son otra cosa que dualismos que los sobrepasan. Cuando dice que acabará con la prisión de Guantánamo en Cuba, lo que realmente quiere decir, es que va a terminar esa polémica pública, y que habrá de esperar a que las organizaciones de Derechos Humanos, dejen de murmurar, para que él pueda tomar una decisión imparcial y definitiva. Cuando retira los soldados de Irak, para trasladarlos a Afganistan, no está cumpliendo con una promesa electoral, sino que va a buscar los talibanes en otra parte del Medio Oriente, para exterminarlos junto con sus niños, mujeres y ancianos, porque es una forma expedita de lograr la paz en la región.

La sangre y la carne de los palestinos, que eran el pensamiento y la fe, son ahora polvo y ceniza. La paz del medio oriente, en el discurso del novel Obama, es hoy día un muerto embalsamado, que todavía se halla en píe a fuerza de inyecciones diabólicas. Todas estas paradojas del discurso obamista, son el principio de toda auténtica superación de si mismo. Los dramaturgos que integran la honorabilísima Comisión del Premio Nobel, tuvieron todas las razones del mundo, para otorgarle el NOBEL DE LA PAZ, al Presidente OBAMA, pues la cruda realidad que los interpreta, sucumbe ante la meridiana y díafana apariencia. En otras palabras, no es lo mismo ver una corrida de toros, desde los tendidos, que torear el burel en la arena del ruedo. El mundo de la ficción, es de lo más apetecible para la dramaturgia. Así solía entenderlo ese fenix de los ingenios teatrales, que se llamó LOPE DE VEGA: "En horas veinticuatro, pasaron de las musas al teatro".

Cuando presenciaba el anuncio de los premios nobel, comenzó lo inverosimil, el novel protagonista de la tragedia, a más de cinco mil kilómetros del escenario sueco, como lo requería la interpretación del personaje, recogió el bastón de mando, lo enarboló ante su aburrida audiencia, y con un gesto imperial, hizo que sus compañeros de juerga interrumpieran la representación. Pronunció unas precipitadas palabras de agradecimiento a la Comisión Nobelesca, que nadie entendió; e inmediatamente salieron a la escena cuidadosamente preparada, los maquinistas, los guardarropas, los tramoyistas, y comenzaron a expulsar de la Sala a los espectadores, una vez que éstos comenzaron a gritar: !fraude! !fraude!. Un hispano que asistía al evento, alcanzó a gritar una frase del Romancero Castellano: "Al caballero al que la daga lo hiere, si se la sacan lo matan, y si se la dejan se muere".

Como me acordé del poeta de pueblo venezolano, ANDRES ELOY BLANCO, cuando presenciaba en el Congreso de la República, en 1947, la incorporación de un diputado de color a la pléyade parlamentaria: Dicho sin discriminaciones raciales: "Cosas que no son de ley, siempre resultan un fiasco, mujer orinando en frasco y negro inscrito en Copei".


oalcorredor44@yahoo.es


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