Caso Lorena M. Leoni y la culpabilidad de Ramos Allup en este crimen

A pocos minutos de haberse cometido el crimen en la persona de Lorena Moreno Leoni, Henry Ramos Allup se comunica con Globovisión para dar su versión. Ramos Allup presenta el caso como producto de “la espantosa inseguridad en la que todos nos estamos destrozando”, aprovecha baja y degeneradamente ese monstruoso asesinato para hacer proselitismo político. Valga la pena señalar que hacía pocas horas, casualmente yo había visto a este bandido del Henry muy fraternalmente abrazado con Vladimir Villegas en el restaurante del Hotel Alba. Cuento esto porque me llegan en marejada los recuerdos, los inventos, las alarmas de los malditos tergiversadores de todo. Esa mañana en el hotel, desde la 7 de la mañana comencé a ver a Henry manipulando un celular, como enviando o leyendo mensajes; yo había tenido que pasar en tres oportunidades distintas por el restaurante y estaba allí Ramos Allup, como petrificado, con la mirada fija e imperturbable dándole al iPhone. Estaba feliz como muchacho con juguete nuevo. No miraba a los lados, no parpadeaba. Llevaba más de dos horas en ese plan, y los únicos movimientos que hacía periódicamente era tocarse los lentes, rascarse la cabeza y estirar el cuello como un pajarraco loco. Realmente impresionante. Si al menos estuviera escribiendo o leyendo, pero como un carajito no dejaba de pulsar teclas, con un rostro imperturbable de máscara. A pesar de estar aquel lugar congestionado por los comensales, nadie se le acercaba, nadie le saludaba, hasta que repentinamente apareció Vladimir, quien pasó directo a donde estaba el personaje y le abrazó afectuosamente.

En aquel instante yo sentí un tétrico repeluco, y me digo si tal vez no estaría el Henry enterándose de algo relativo a aquel monstruoso asesinato. Luego, enciendo la tele y está allí el susodicho hablando del caso de Lorena.

Parece que los nombres de Lorena como que atraen crímenes espantosos.

Pues bien, comencé a pensar en la pareja de Raúl y Menca de Leoni; aquella bella pareja que era un dechado de virtudes para los adecos, y en el legado que le transmitieron a sus hijos. Los Leoni eran capitalistas, les gustaba el dinero, les gustaba las fastuosas propiedades con pistas de aterrizaje. Los Leoni fueron a pesar de todo esos inmensos bienes unos seres muy infelices, y terminaron de la peor manera. Recuerdo perfectamente, y esto es historia que está en mi libro “EL PROCÓNSUL”: Una de las personas que se convirtió en acérrimo defensor de Leoni y que no permitía que en su presencia sus compañeros se burlaran de él, fue el doctor Rafael Caldera. El máximo mandamás socialcristiano no perdía entonces la esperanza de ser en un futuro el candidato que unificara las aspiraciones de AD y COPEI. Un día llegó a increpar a Luis Herrera, Rodolfo José Cárdenas y Edecio La Riva Araujo con estas palabras: “Ese señor se merece que lo respetemos y que además le tengamos todo el agradecimiento de que somos capaces; porque si él no fuera tan pendejo como se dice, ustedes no serían lo que hoy son.” Ese era todo el respeto y consideración que le inspiraba Leoni.

El abúlico presidente no hallaba qué hacer con el extraordinario gordo que le había caído en sus manos. Y una muchedumbre de merodeadores de partidos, locos por hacerse con algo sustancioso sin trabajar, le aconsejaron que tomara como escala de referencia para sus sueldos y gastos, lo que la Corona recibía en Inglaterra. Pero mientras Leoni había sido presidente del Congreso, pudo apreciar cómo administraba los recursos el padre de la democracia venezolana, y él también merecía hacer lo mismo. De modo que no se molestó cuando le adjudicaron un yate y un avión nuevos. Cuando se le aumentó la servidumbre y en un acto-sorpresa le anunció a su gabinete que se había tomado la decisión, de modo extraoficial, de hacerle un arreglo general a la finca que era de la familia de su esposa doña Menca. Allí podría el presidente pasar con entera tranquilidad los fines de semana. Aquella hacienda era Puedpa, cuyo propietario había sido como sabemos el gomecista, Presidente de Estado, don Juan Fernando Amparan. Puedpa convirtióse en el centro vacacional preferido del presidente. Allí iban los ministros a rendir cuentas y a entregar informes sobre el funcionamiento de sus despachos. Los ricos y magnates, junto con diplomáticos también consideraron conveniente cumplir con el debido respeto al presidente por sus favores, y solicitaron por medio de terceros (o primeros), hacerle una visita de cortesía al primer mandatario, con el fin único de llevar algún presente, algún obsequio. Doña Menca deliraba con estos presentes fabulosos, delicados, exóticos y costosísimos.

Como es de suponer, ya no era suficiente el espacio reservado para el aterrizaje del avión del Presidente. Había que construir un aeropuerto en la hacienda Puedpa, y a ello se entregó sin escatimar esfuerzos ni recursos el Ministerio de Obras Públicas. En pocos días este aeropuerto quedó enlazado con una espectacular carretera que llevaba hasta la estancia presidencial; vía que quedó unida a los troncales nacionales, y para lo cual fue necesario represar vertientes y deforestar bosques. Para que aquello pareciese un idílico paraíso, se desviaron ramales de los grandes ríos para que pasasen por un lado de la fastuosa hacienda. Los peladeros pronto quedaron cubiertos con nuevos árboles, y en las adyacencias a la residencia se hicieron un paseo, un parque, establos, lagunas, caballerizas y fuentes. Los visitantes de estos lugares podían apreciar pardas suizas, toros padrotes, soberbios toros cebúes, caballos peruanos. Allí sin duda alguna, y tal cual lo deseaban Gonzalo Barrios y Betancourt, la democracia se estaba consolidando; dando pruebas de progreso y vitalidad.

La línea Aerospostal, cuyo presidente era Ramón Granadillo, comenzó a tener pérdidas graves por la gran cantidad de familiares y amigos del Presidente que tenía que transportar gratuitamente hasta Puedpa. Todo esto no sólo lo sabía Betancourt sino que lo estimulaba. Después de todo, así funcionaba el sistema capitalista y no se podía andar con pendejadas con la gente que aporta para el desarrollo. Hasta para hacer más interesante la estancia de los visitantes, se trajo a la hacienda un tigre que devoró varias reses, lo que constituyó una emocionante ocasión para organizar un safari bajo la dirección de Leopoldo Sucre Figarella (experto visitante al África, y cuya casa estaba adornada con cabezas de rinocerontes, cebras, jirafas y leones).

Un día, Luis Beltrán Prieto Figueroa, confundido con tan afortunada vida, la de un compañero exactamente igual a él, con quien compartió toda clases de vicisitudes bajo las dictaduras gomecista y perezjimenista, le dijo que había muchas críticas en la calle sobre los negocios nada lícitos que se estaban haciendo con dineros del Estado. Fue entonces cuando el bueno de Leoni le contestó de la manera más serena e inocente: “¿Qué quieres tú? ¿Qué no ayude a mi propia familia?”

Allí está la ayuda que le dio: hoy nos encontramos con que el asesino de la nieta del expresidente Leoni, Anderson Alexis Gandica, alias “El Toche” apuñaló a su nieta, un crimen pagado por su hermano Raúl Enrique Moreno Leoni, de 32 años, radicado en Miami, desde hace 5 años. El dinero, el maldito dinero, el mismo que busca desesperadamente Ramos Allup para cultivar a su familia y a sus allegados en la degenerada y maldita ambición por la riqueza. Riqueza al fin y al cabo siempre producto del robo, siempre manchada de sangre. El monstruo adeco, porque adeco eran todos, ordenó asesinar a su madre, hermana e, incluso, a su sobrino, para apoderarse de una herencia familiar, producto de la venta de dos haciendas en Upata, Bolívar. ¿Qué te parece, canalla Henry?


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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