El alto precio de una pinta

Esta semana el gremio periodístico siguió siendo noticia. Este es el único lugar del mundo en el que los intermediarios entre el hecho y el público son los protagonistas de la película. Nunca nos cansaremos de cuestionar el olímpico desplante que se le ha hecho en Venezuela al Código de Ética del Periodismo por todos esos comunicadores que manipulan, que ocultan verdades, que introducen su particular sesgo en la transmisión de las informaciones, que hacen insólita causa común con sus empleadores y que se prestan solícitos al oscuro trabajo de denigrar de su patria.

No habrá discusión ni entendimiento posible mientras los que lideren los cuestionamientos a la libertad de expresión sean los mismos fascistas que hierven de ira y de odio racial cuando hacen uso de sus micrófonos. Tendrán que hacerse a un lado el día que otros pretendan conciliación.

No sé quién es Alejandro Ruiz, ni tampoco qué es Venezuela Cantaclaro; si es una organización, un seudónimo, o el simple título que se da a sí mismo un usuario de Internet. Lo cierto es que esta semana llegó a mi correo un escrito, largo, sentido, bien argumentado y titulado "Dos vidas sin noticia y la pared de Globovisión" en el cual Ruiz hace una dramática comparación entre la profusa información y respectivas condenas ante las pintas que hizo un grupo de personas en las paredes de ese canal de televisión, y la ausencia casi total de noticias sobre el brutal asesinato de que fueron víctimas, pocos días después, dos de las personas que participaron en ese hecho.

Ruiz se lamenta en su artículo de muchas cosas, entre ellas de que el único medio que publicó la información inmediatamente después de ocurrido el homicidio fue Tribuna Popular. Posteriormente lo hicieron Últimas Noticias y Vea, ambos en pequeños espacios. Al silencio informativo de medios públicos y privados, argumenta el autor del escrito, siguió "el exagerado silencio moral de dirigentes de la revolución bolivariana".

Gabriel Tovar recibió 14 tiros y su esposa, Dayana Carolina Azuaje, cinco, en presencia de su hija y un sobrino, tan sólo cinco días después de haber participado en las pintas contra Globovisión y Fedecámaras. "La razón mediática, dice Ruiz, continúa imponiendo su lógica a pesar de las críticas.

Dos vidas valen menos que la pared de un canal de televisión. La pared de Globovisión tiene más `derechos humanos’ y despliegue informativo que dos ciudadanos asesinados".

La Fiscalía, de acuerdo con Ruiz, actuó tan diligentemente en el caso de Globovisión que al día siguiente acordonó el "lugar del crimen" e impidió que los vecinos repintaran las paredes, en busca de evidencias.

Paradójicamente, dos días después de asesinados, los cuerpos de Dayana y de Gabriel fueron llevados por sus propios compañeros de luchas ante esa misma instancia judicial. Los ataúdes permanecieron en la vía pública hasta que los denunciantes fueron recibidos.

Ese periodismo cómplice e inmoral es el que defienden los que marcharon el miércoles.

Dicen que sienten vulnerados sus derechos. Jamás los hemos visto protestar por los muchos muertos que los otros, sus enemigos políticos, tienen ya en su haber. Debe ser que para ellos es cuestión de justicia.


mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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