Hoy me da vergüenza ser colombiano

Es un domingo miserable. Creíamos que era la oportunidad definitiva para dejar atrás 54 años de guerra. Pero no se pudo. Uribe, como el guerrero que es, le plantó batalla a la maquinaria de Juan Manuel Santos y le ganó. Si hubiera perdido con 3 millones de votos igual era una victoria para él, Saldría fortalecido. Nos olvidamos por un momento del monstruo político que es, la capacidad que tiene para que su mensaje llegue directo a las masas. Lo de hoy fue aplastante, humillante para Santos, para los que en realidad creímos que el pasado lunes se acababa para siempre la más negra de nuestras noches. Uribe está más vivo que nunca y en sus manos tenemos la posibilidad de que los cuatro años de negociaciones no se vayan a la basura. Aunque no creo que la guerrilla negocie con su enemigo más encarnizado.

El No es una cachetada a la inteligencia, a la civilidad, a la esperanza. Es el triunfo de todos aquellos que quieren despellejar a Timochenko, el triunfo de la ley del talión, de los instintos más básicos, más salvajes. Es la prueba de que en países mal educados como estos la democracia es un sistema macabro. Acá la mayoría nunca va a poder tener la razón. Fue más efectiva la campaña de desinformación por redes sociales llenas de mentiras como que los guerrilleros iban a recibir 2 millones de pesos mensuales o que habrían 25 curules para ellos que el apoyo del Papa, de Estados Unidos, de todos los países de Europa al proceso de paz.

Uribe sabe cómo alimentar a sus ovejas. A dos horas de saber los resultados la gente sale a las calles a celebrar la perpetuación de la guerra. Desde ya preparan sus memes con las fotos de los cuerpos despedazados del Mono Jojoy, de Raúl Reyes. Le desean lo mismo a Iván Márquez, a Timoleón Jimenez. Nos vampirizamos cuando Pablo Escobar abrió sus venas y nos dio a beber su sangre.

Santos se equivocó. La fiesta de Cartagena fue innecesaria así como la sobreexposición que tuvieron en las últimas semanas las Farc. La gente las odia y muchos se sintieron ofendidos al ver que Timochenko podía hacer discursos mejores que los de un presidente. Dicen que las últimas encuestas que no se publicaron mostraban que el No había repuntado. Santos se equivocó al negociar a puerta cerrada y convocar un plebiscito con apenas 27 por ciento de popularidad. La gente se lo hizo pagar caro.

El odio nos corroe por dentro. Para el colombiano el odio, la venganza es más importante que la pza. Ahora se va a levantar el cese al fuego y los que van a pagar no son los niños bien que a esta hora se echan maizena en el parque Lleras de Medellín sino el Chocó profundo, el Magdalena Medio, el campo, los más pobres. Este pueblo iletrado, asesino, no estuvo a la altura de su momento histórico. Me aferro a la ilusión de que Uribe, desde su finca en Rionegro, llame a una coalición por la paz. No me importa si es el ex presidente quien va a salir en la foto final, lo que importa es acabar esta guerra.

Estoy aturdido, ofuscado, anonadado. Le dimos un escupitajo en la cara al amor, al perdón, dos valores del cristianismo que le hacen falta al país del sagrado corazón. Vergüenza, mucha vergüenza.

 

http://www.las2orillas.co/hoy-me-da-verguenza-ser-colombiano/



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