El triste fin de un bacahquero

Jonathan, estaba contento. Disfrutaba con Leticia, su compañera, de la gracia de Joleti, su hermosa niña de un año. Con su trabajo como vigilante en una empresa en Candelaria y la ayuda de María su mamá, con quien compartía su humilde casa en Carapita, estaba segura que a su hijita no le faltaría la leche ni los pañales

Pero en noviembre del 2012, un desafortunado percance trastocó su vida. Eran las doce del mediodía. Llegaba al Kiosco de su mamá en el veintitrés de enero cuando se armó un tiroteo. ¡A guarecerse todos! Pero mientras procedían a cerrar el negocio para volverse a casa, repicó el teléfono y Jonathan corrió hacia el lugar de los hechos. Daniel un amigo de infancia yacía en el suelo sobre un charco de sangre. A pesar del riesgo que corría, decidió auxiliarlo. Esto bastó y sobró para que lo implicaran en el suceso. Estuvo dos años en la cárcel. Pero gracias al testimonio de los vecinos y las diligencias de su mamá, logró libertad provisional bajo régimen de presensación.

Ahora había que enfrentar la odisea de encontrar trabajo, arto difícil para un ex convicto. Después de frustrados intentos, decidió llamar a Henry, joven muy hábil para los negocios. Quien enseguida lo incorporó a una lucrativa actividad, aprovechar la “escasez” en los supermercados para vender mercancías ¨”guardadas”. Su primera experiencia fue un poco pesada. Tenía que madrugar y hacer largas colas. Hasta que logró logró contactos en diferentes negocios. Lo llamaban entonces de Macro: había llegado papel higiénico, de Farmatodo, había pañales, etc., Corría entonces para Macro o Farmatodo,

En el tribunal donde residía su expediente estaban sus clientes. El abogado de la defensa era uno de ellos. Su actividad ´´bachaquera” estaba respaldada. Pero un día no hubo acuerdo sobre el precio de la mercancía-encargo con su “defensor”. Este se disgustó mucho y aprovechándose de su situación lo metió de nuevo en la cárcel. La madre de Jonathan ante la angustia de reunir el dinero que el flamante abogado exige de nuevo para “defenderlo”, decidió acudir a la jueza del tribunal, quien estaba agradecida de Jonathan; gracias a él en su casa no faltó el papel higiénico. Revisó el expediente y exclamó con extrañeza ¡Jonathan debería estar completamente libre! Recomendó entonces a María acudir a un defensor público. Y al fin, ojala que por ahí, marche mejor la cosa y Jonathan pueda pasar la navidad con su hijita

vargasmchela@gmail.com


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