Cuarenta y dos vidas truncadas por el capricho de “un solo prójimo” cegado por el odio hacia sus semejantes humanos y de una misma geografía.
Cuarenta y tres patriotas que cerraron sus ojos a la vida por instrucciones precisas de un individuo, nacido y residente en este país, pero no de la misma patria…
Los 13 años, 9 meses y 7 días de la condena, son 5.022 días de privación de libertad por los 43 venezolanos privados de la vida…
¿Qué cosas, no? Sale a razón de 117 días por cada uno.
Menos de cuatro meses de cárcel por cada venezolano caído, le da sentido al título de esta reflexión y es lo que hace poner en duda la justeza de la justicia, válganme por favor esta expresión.
¿Cómo no indignarse ante esta pírrica sentencia?
Hierve la sangre roja que se agolpa en las venas del revolucionario genuino, milite o no en el chavismo, pero bueno, predomina entre los chavistas la razón y se impone la disciplina inculcada por el máximo líder: “se expresa la justicia del hombre y hay que respetar el dictamen de quienes están designados para impartirla”…
Nos favorezca o no, colme o no nuestras expectativas, es la decisión expresa de la administración de justicia en Venezuela y, como tal, debemos aceptarla.
Solo nos consuela el saber que, estos cuarenta y dos delitos son de “humanidad agraviada” y no prescribe ni hasta después de la muerte misma del autor intelectual, cuando tenga un segundo juicio ante la certera y absoluta justicia divina.
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