Al camarada Freddy Bernal, sugerencias

Debo en principio felicitar la iniciativa y el trabajo que realiza Freddy al frente de la alta responsabilidad que le asignaron, espero que la misma rinda los frutos esperados por todos y que el ejecutivo y los operadores policiales acepten y pongan en práctica sus resultas. En esa onda de aspirar a que le bajemos el copete a los altos niveles de inseguridad que nos acogota me voy a permitir sugerir lo siguiente camarada:

Cámara en el país a diario pasan cosas que alarmarían a cualquier sociedad en el mundo, cosas que usted al igual que todos incluyendo al presidente conocemos por ser públicas y notorias y parece que como sociedad estaríamos acostumbrándonos a los niveles de violencia e inseguridad que tenemos y eso es bien preocupante, pero en días pasados ocurrió un suceso que me conmovió más de los tradicionales y me instó a escribir estas líneas porque revela el nivel de cinismo y frialdad como está actuando la delincuencia en nuestra patria, debido me imagino a la impunidad que nos rodea y a la falta de temor del delincuente a las sanciones que debe enfrentarse; que en el caso de prisión, estas para ellos son unos clubs o spas.

El caso en referencia es el asesinato de una madre venezolana en estado de gravidez y su esposo a manos de unos motorizados en la autopista valle-coche por el simple hecho de que su suegro, quien conducía su camioneta para llevarla al hospital no se detuvo para darle paso a un cortejo fúnebre plagado de motorizados, los acribillaron a los tres y el suegro quedó mal herido en el mismo acto.

Casos como estos nos obliga a ver la acción criminal desde una perspectiva diferente a como la hemos visto siempre, el criminal de hoy no tiene la tipología propia del delincuente tradicional, ese que según los estudios sociológicos y criminológicos nos enseñan que el delincuente tiene una razón social para delinquir propiciada o impulsado fundamentalmente por el modelo económico explotador y excluyente. Este delincuente moderno propio de nuestra sociedad y nuestra realidad social debe fundamenta su acción delictual en otros factores que de seguro ya deben haber determinado los especialistas en estas áreas y de no existir es urgente realizarlos para su consabido fin.

Sin prejuicio de los estudios que existan al respecto a estos delincuentes no los anima el hambre ni la falta de necesidades básicas, sus motivos delincuenciales son la satisfacción de egos viciosos propios de las culturas capitalistas; cosas como consumo de drogas, vestir ropa de marcas, teléfonos caros, vehículos, motos, joyas, mujeres, hombres, etc. y para conseguir sus fines este delincuente actúa bajo una lógica delincuencial, demencial y salvaje que sobrepasó las lógicas normales de nuestras policías, policías que se preparan para enfrentar al delincuente que robaba para comer y que hoy no existe, al punto que muchas de estas están hoy influenciadas bajo la lógica que impone la delincuencia ¿Mafias?.

Esta realidad nos obliga a declarar la Emergencia en la inseguridad, emergencia que implica activar un plan general de combate a la delincuencia en toda la nación y en todos los niveles y declarar estado de excepción y toque de queda a partir de ciertas horas para buscar y acabar con estos antisociales estén donde estén con la ayuda de todas las fuerzas policiales coordinadas con nuestras fuerzas armadas, las milicias, las comunas, los consejos comunales, y las asociaciones de vecinos. Nadie se debe quedar por fuera en esta batalla que debe ser envolvente, continua y hasta que sea necesario porque los operativos no rinden lo esperado y a la semana vemos a los funcionarios en una esquina cada cual operando su celular sin atender el asunto asignado y si los increpas se arrechan. A esto se le debe sumar una revisión y control permanente de todas las policías y guardia nacional, desde su nivel más alto hasta el más bajo pasando por todas sus órganos estructurales.

Solo así estimado camarada se puede garantizar que ese nuevo policía o los honestos que ya lo son que seguro son la mayoría, podrían salir a la calle a mantener un estado de seguridad promedio y mantenerse en un órgano policial o militar libre de mafias que lo puedan coaccionar u obligar a no realizar su trabajo debidamente. Hoy no se puede obligar a un venezolano joven a inmolarse en una profesión de más riesgosa y no remunerada en consecuencia. No podemos dejar que más personas sigan muriendo impunemente a manos de estos antisociales, suerte camarada.

 



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Jorge Alvarez Casañas


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